Wednesday, March 04, 2020

ZOOLANDIA


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejjj2107

La reciente sentencia del Tribunal Constitucional del Perú sobre declarar o no constitucional las corridas de toros y peleas de gallos nos puede parecer, desde una óptica tercermundista, un tema diletante ante tantas urgencias que debemos atender en el día a día, sobretodo tomando en consideración que los aficionados a ambas actividades son una minoría e, incluso, el número de los taurófilos tiende a disminuir cada vez más: son ahora un divertimento de elites acomodadas que hacen ostentación pública en los palcos de la plaza principal de Acho. Digamos que las corridas de toros se han convertido en un exhibicionismo burgués de unos pocos más que en un asunto cuasi mítico que convocaba multitudes como fue en sus inicios bastante remotos.

Cosa diferente sucede con las peleas de gallos, más del gusto “popular”, o con las fiestas tradicionales en la sierra con toro de por medio (recordemos el yahuar fiesta arguediano). En ambos casos, son adaptaciones de la herencia cultural venida con los primeros españoles. Costumbres que han quedado de tiempos idos.

Pero también hay un hecho que se inscribe en este contexto del trato o maltrato a los animales: la sensibilidad hacia ellos está cambiando en Occidente, de considerarlos sólo elementos útiles como carga, trasporte o protección a considerarlos como seres con sentimientos y afectos, a lo cual ha ayudado mucho las investigaciones favorables de la compañía sobretodo de animales caseros en la terapia y conducta de los humanos, así como el descubrimiento en los animales de destrezas que antes creíamos exclusivas del ser humano. En otras palabras, hemos pasado de la domesticación utilitaria de perros y gatos acaecida hace miles de años atrás a considerarlos parte de nuestra familia y con rasgos humanos.

A esto último creo ha contribuido un hecho importante de la cultura popular: las películas animadas de Walt Disney que desde los años 30 del siglo pasado “humanizó” a los animales. Tengo entendido que no fueron las primeras imágenes que les otorgaron personalidad humana, pero sí las que, gracias al cinematógrafo, se vieron a nivel mundial y por sucesivas generaciones. Ese acontecimiento me parece fue gravitante para ir trasformando la sensibilidad con respecto a los llamados “hermanos menores” predicado por San Francisco, al punto que en la actualidad muchas naciones cuentan con legislaciones a favor de los animales, entre ellas el Perú. (No vamos a entrar en las elucubraciones sobre si son o no “sujetos de derecho”, elucubraciones más o menos como las que se ventilaban en el medioevo europeo acerca de si Adán tenía o no ombligo).

Este proceso de sensibilización ha corrido parejo a un escepticismo con respecto a nuestros semejantes. La premisa hobbesiana “el hombre es lobo del hombre” se mantiene vigente y con más fuerza frente al idealismo rousseauniano de considerarlo bueno por naturaleza, el cual va perdiendo adeptos. O, dicho de otro modo, cada vez se suscribe más la frase atribuida a Lord Byron: "cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro".

Esta visión de considerarlos casi humanos ha aparejado desde peleas en cortes anglosajonas por la “tenencia” de perros y gatos en parejas cuya unión matrimonial se quebró hasta las fiestas de cumpleaños o “matrimonios” de mascotas, con la demás parafernalia que vemos en redes sociales. Esta industria de servicios mueve miles de millones de dólares en los países del hemisferio norte y si bien nosotros no estamos todavía a ese nivel, el trato a nuestras mascotas está cambiando en lo que a su cuidado se refiere: basta ver la proliferación de veterinarias y pet shops en las principales ciudades y en todos los estratos sociales. Para los pobres y para los ricos; y quizás existan más veterinarias que hospitales y postas médicas.

El cambio de sensibilización con respecto a los animales comenzó en las grandes urbes de Occidente y por ósmosis ha llegado a ciudades como Lima u otras de esta parte del mundo. Tarde o temprano iba a aglutinar a un número de ciudadanos e iniciar acciones de defensa a su favor, incluyendo las de carácter legal como la vista por nuestro TC hace poco. (Dicho sea de paso, bastante deslucido en sus argumentos, como le ocurre últimamente).

Llama la atención que con respecto a las corridas de toros, en su lugar de procedencia, España, el número de aficionados se encuentre en caída libre año tras año, y en algunas ciudades, como Barcelona, incluso ya no se practica. En contraposición, el principal argumento de los taurófilos es reiterar que las corridas de toros “son parte de nuestra cultura”. Es cierto, pero también relativo. Las peleas de gladiadores en la antigua Roma eran también parte de la cultura en ese entonces y nadie en su cabal juicio abogaría por su retorno. Son consideradas bárbaras, salvajes, como ahora para muchos ciudadanos las corridas de toros o las peleas de gallo. A las tradiciones y costumbres les pasa lo mismo que a las religiones: cuando se quedan sin seguidores, se extinguen. La cultura humana, como toda expresión de artificialeza, es relativa, cambiante, no es inmutable y obedece, entre otros aspectos, al cambio de sensibilización y valores.

¿Estamos ya en un punto crítico de no retorno en este cambio de sensibilización?

Personalmente creo que no. Me parece que en nuestros lares todavía no existe una “masa crítica” de adeptos al cambio. Un factor limitante son las condiciones socio-económicas. Hay otras preocupaciones más urgentes que atender entre nosotros; pero, los adeptos al nuevo credo con respecto a los animales van en aumento y sobretodo en las nuevas generaciones. En un punto en el futuro serán mayoría. Quizás en ese futuro no tan lejano las mismas corridas de toros sean un anacronismo. Por el momento me quedo con una canción de Raphael poco conocida “Compañeros de mis horas”.

Wednesday, February 12, 2020

BOY ERASED: LA HOMOSEXUALIDAD COMO ENFERMEDAD


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107

Un muchacho cuyo padre es pastor evangélico y su madre la típica ama de casa norteamericana, descubre su atracción hacia los hombres, lo que suscita en su padre buscar una “cura” para lo que él considera una enfermedad. De allí es recluido en un centro de terapia emocional con otros chicos con tendencias similares, lo que no hará sino reafirmar su opción sexual.

Quizás si estuviésemos en los años 50 o 60 del siglo pasado (la homosexualidad fue dejada de considerar una enfermedad recién en los años 70) se podría colegir un centro de terapia represor de conductas, donde la Biblia y el apoyo grupal posibilitan una cura de las “desviaciones contra natura”; pero la película se ambienta en el presente, lo que hace cuestionable los métodos empleados.

Por cierto, el ambiente opresivo del “centro de cura” mucho le debe a “Atrapados sin salida” de Milos Forman (Alguien voló sobre el nido del cuco): el centro de terapia como cárcel, la condición sumisa y humillante de los internos y la represión de los terapistas y personal de apoyo a fin de mantener “la verdad oficial”, hasta el suicidio de uno de los internos –como sucede en el filme de Forman- y que sirve de detonante para el desenlace.

La “recomendación” que le hacen los compañeros más avezados a Jared, el personaje central, es fingir hacia fuera estar convencido que es pecado el siquiera pensar tener relaciones con alguien del mismo sexo, a fin de ser “liberado” del centro lo más rápido posible, y soterradamente seguir teniendo relaciones sexuales con otros hombres; lo que nos hace recordar los actos “políticamente correctos” en el asilo del filme de Forman y por extensión en los ambientes represivos y dictatoriales. El comportamiento cómplice de estar de acuerdo con el statu quo a fin de poder vivir su auténtica vida en la oscuridad.

Hasta donde conocemos por los créditos del filme, se trataría de una “historia de la vida real”.
El centro de terapia existió, se llamaba Love in action (Amor en acción) y al parecer sus “terapias de conversión” no fueron cien por ciento seguras. Muchos de los aparentes curados tomaron luego parejas de su mismo sexo en ambientes menos represivos e incluso uno de ellos, años después, fundó una congregación religiosa llamada Grace Rivers, que incluía a la comunidad gay en su seno como grupo no excluido.

El personaje principal se convertiría en periodista y en sucesivos artículos contó su calvario en ese centro y lo que padeció cuando quiso ocultar su verdadera identidad. Después los trasformó en un libro autobiográfico (Boy Erased: A Memoir of Indentity, Faith and Family) que sirvió de base al filme.

Boy erased (literalmente “Chico borrado”, aludiendo a la pretensión de anular su auténtica personalidad) nunca fue estrenada en nuestro medio, pese a contar con actores de la talla de Nicole Kidman o Russell Crowe; pero está disponible en dvd.

Monday, February 03, 2020

EL NUEVO CONGRESO, LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, LA NUEVA PRISIÓN PREVENTIVA DE KEIKO


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107


EL NUEVO CONGRESO

1.- No creo que el nuevo congreso elegido solucione la crisis política, ni creo sea mejor que el disuelto. No se ha consolidado la democracia como algunos –interesada o ingenuamente- sostienen. La crisis de los partidos y de la representación política continuará, y de acá a un tiempo la aceptación del Parlamento comenzará a bajar y el ciudadano promedio pedirá “que lo cierren”.

2.- Tiene sorpresas este congreso electo. El voto por el FREPAP y por la UPP antaurista es un voto de cólera, de rechazo absoluto al sistema, de que “se vayan todos”. Y, ninguna encuestadora lo vio venir. Es un voto que ha ido creciendo a sotto voce con una constante “labor de hormiga” de los nuevos israelitas y los reservistas, y una prueba irrefutable que una elección se puede ganar con poco dinero y mucha convicción.

3.- Son una incógnita los del FREPAP, cómo votarán en temas claves. Quizás sean pragmáticos en ciertos temas, pero conservadores en materia religiosa. Y, cuidado, que han solicitado la Comisión de Educación, justo la que tiene que ver con aspectos como igualdad de género o sobre sexualidad en los textos escolares. Las agrupaciones conservadoras de sesgo religioso que no llegaron al congreso quizás encuentren en el Frepap a un interlocutor político válido para dichas propuestas.

4.- Los antauristas de UPP, con un conglomerado no muy armónico, quizás muestre las primeras desafecciones una vez juramenten el cargo. Hay muchos allí que son antauristas por conveniencia. Lo cierto es que buscarán una amnistía para su líder en un toma y daca en los cubileteos políticos, y pueda postular el 2021. El fantasma del antisistema de nuevo.

5.- Y Acción Popular, el gran ganador de las elecciones del 26 de Enero, puede ser un arma de doble filo para sus ambiciones presidenciales del 2021. El tener una mayoría bisoña, sin experiencia, lo puede hacer cometer serios errores, más visibles ahora que son la primera fuerza del congreso, que puede pasar factura para las elecciones generales del año siguiente. El ser la primera mayoría en un breve congreso, puede ser un presente griego para los líderes del partido de la lampa.

6.- Haciendo un poco de política-ficción, de estar unidas en una sola fuerza política toda la izquierda (FA, JPP y PL), esta habría sido la gran ganadora en la noche del 26. El “voto rojo” se traduciría en cerca de 30 congresistas y hubiese sido el desvelo de muchos de la extrema derecha que, para consuelo de ellos, una reagrupación como lo fue Izquierda Unida en el pasado es bastante remota.

El Frente Amplio sigue siendo el partido institucional de la izquierda en el congreso y el ex padre Arana, como buen seminarista que fue, tiene entrenamiento en la contemplación de la eternidad y tranquila y pacientemente ha visto caer y perder peso político a sus rivales dentro de la izquierda como Gregorio Santos, Susana Villarán, Vladimir Cerrón, Yehude Simon y la propia Verónika Mendoza, cuyo voto del sur fue traspasado a UPP; lo cual no quiere decir que sea el partido hegemónico dentro de la izquierda, pero sí el más consolidado.

7.- El partido Morado fue uno de los grandes perdedores. La expectativa inicial se fue desinflando no solo por los escándalos que se sucedieron en los días previos a la elección, sino porque es un partido apenas conocido en la ciudad de Lima, por lo que le puede suceder la “maldición del PPC”: nunca llegar al poder y contentarse con ser furgón de cola de otros partidos. A ello se debe sumar su mensaje muy “políticamente correcto”, estar bien con todos, olvidando que en política, como en cualquier actividad humana, se debe romper huevos para hacer las tortillas.

8.- Más allá de odios o fobias, dos partidos institucionales como el Apra y el PPC no pasaron la valla electoral. No han desaparecido, pero van a tener que hacer una reingeniería política y sus actuales dirigentes, como se estila decir, “dar un paso al costado”. Por el Apra pesa un fardo muy grande de colaboración con el fujimorismo en el último congreso y el ciudadano los ha castigado. Ni siquiera en el norte, antes gran bastión aprista, consiguieron una votación aceptable. Cada vez que hace pactos con la derecha, el Apra sale mal parada electoral y políticamente.

9.- Alan en sus memorias decía que el Apra perdió representación entre los años 50 y 60 por los pactos con la derecha. Cansados de esperar llegar al poder, decidieron hacer alianzas con sus antiguos enemigos de la derecha oligárquica. No les fue bien. Mucha gente valiosa del partido se fue a la izquierda o al naciente Acción Popular. En la Constituyente de 1978 fueron aliados tácitos de los militares, bastante desprestigiados al final del docenio, y perdieron las presidenciales de 1980. Ahora, aliados de Fuerza Popular (sinónimo de corrupción en política), les fue peor: por primera vez en muchas décadas dejan de tener representación en un ambiente tan natural para ellos como es el Parlamento.

10.- Y Fuerza Popular pagó factura por la soberbia y arrogancia de su aplastante mayoría (la hybris griega a la que aludía AGP). Tenía todo para ser gobierno el 2021, de usar inteligentemente su mayoría. Optaron por hacerle la vida imposible al gobierno y buscar la vacancia, primero de PPK y luego de Vizcarra, calculando adelantar elecciones (en una jugada muy parecida a la del Apra contra Belaunde en su primer gobierno). Salió el tiro al revés. En una dudosa disolución del congreso perdieron todo el poder. Sic transit gloria mundi.

11.- En cierto modo el resultado del 26 de Enero es un capítulo –no se si final- de la corrupción y Odebrecht. De nuestro proceso de mani pulite. En Italia significó el fin de la clase política nacida luego de la II Guerra Mundial. En nuestro caso tengo mis dudas. (Dicho sea, en Italia la clase política que vino luego fue peor que la enterrada).

12.- Suerte de puente entre el disuelto y el 2021, este Congreso es corto, pero trae sorpresas. Posiblemente de su seno salga el Bolsonaro peruano tantas veces predicho en las profecías políticas. Es probable que Urresti –el más votado- enarbole un discurso de mano dura contra la delincuencia, pena de muerte para los corruptos y violadores y hasta toques de xenofobia, que vende electoralmente. Los constantes robos, asaltos, violaciones, feminicidios y asesinatos por encargo son la principal preocupación de los ciudadanos, por lo que el terreno se encuentra abonado para propuestas populistas.

La verdad, este congreso va a tener poco tiempo, apenas para revisar los decretos de urgencia, aprobar algunas leyes necesarias, concluir con lo pendiente de la reforma política y judicial, y algo más. Esperemos que no pierda tiempo y dinero de los contribuyentes en aspectos secundarios o innecesarios.

Y esperemos también no exista la tentación en algunos nuevos padres de la patria de permitir una postulación de Vizcarra para el 2021 con alguna “interpretación auténtica” de la Constitución (avalados por algunos “constitucionalistas”). Recordemos que fue el congreso en los años 90 quien permitió una tercera elección de Alberto Fujimori y cómo terminó.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Todo magistrado, incluyendo los del Tribunal Constitucional, tiene su “corazón”. Es decir sus preferencias políticas, opciones ideológicas, sus intereses. No existe el magistrado impoluto, “químicamente puro”. Esa es una idea que nos quieren vender precisamente quienes dicen ser imparciales en sus decisiones. Se vio cuando los magistrados del TC debatían sobre si era o no constitucional la disolución del congreso del 30 de Setiembre.
Solo ganaron por cuatro ajustados votos contra tres por la supuesta constitucionalidad, amparados en una dudosa ponencia.

No soluciona nada el TC de cara al futuro. En los criterios de mayoría no existen los suficientes candados de existir la tentación de algún presidente de turno de querer cerrar el congreso si este no es afecto a sus intereses. Hay zonas grises en la sentencia que bien podrían ser aprovechadas por alguien sin escrúpulos y con tendencia autoritaria. De repente, lo mejor sería eliminar la cuestión de confianza del texto constitucional y no se preste a abusos de un ejecutivo que quiera avasallar al otro poder del estado.

LA NUEVA PRISIÓN PREVENTIVA DE KEIKO

Keiko de nuevo. Otra prisión preventiva. Nadie discute la lucha anticorrupción. El caso Odebrecht ha abierto una impredecible caja de Pandora difícil de controlar hasta para aquellos que manejan los hilos de la persecución de “políticos corruptos”. Lo que se cuestiona es que la lucha contra la corrupción se parcialice, se mire solo a un lado y excluya a los amigos del que está de turno en el poder.

No es exclusiva de Perú, en otros países se da también. Ya no se elimina físicamente al opositor como antaño, pero se le “empapela” judicialmente para neutralizarlo. Se le mete a la cárcel “preventivamente” y si después se descubre que no había indicios suficientes del crimen, ya su poder político se habrá desvanecido.

Creo que cuando todo esto sea historia y los personajes centrales hayan desaparecido de escena, se podrá reflexionar mejor en el abuso de la judicialización de la política, en complicidad con medios de comunicación, periodistas y ciertas ONGs.

Hay otro detalle que me llamó la atención de la farragosa y por momentos aburrida lectura de la resolución a favor de la nueva prisión preventiva de Keiko. Muy alambicada como la ponencia del magistrado Ramos en el TC para avalar el cierre del Congreso por el presidente Vizcarra. Cuando se elabora un texto así, ampuloso, lleno de citas que no vienen al caso y no va a la esencia del asunto, generalmente lo que se busca es ocultar algo y así engañar a quien lo lee. Algo de esa sensación tuve cuando escuche la lectura de la resolución que ordenaba una nueva prisión preventiva para Keiko. Como decíamos anteriormente, todo magistrado no es “químicamente puro”, tiene su corazoncito o sus intereses.
3.2.20

Wednesday, January 15, 2020

PABLO MACERA (1929-2020)




Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejjj2107


Conocí quien era Pablo Macera primero por sus siempre polémicas declaraciones de los años 70 y 80. “El oráculo”, como lo llamaban, le era preguntado de todo lo humano y divino. Y sus respuestas siempre eran desconcertantes, que invitaban al debate. Las frases-choque que lo hicieron célebre (la más conocida fue “el Perú es un burdel”). En el Perú se había convertido en una suerte de mandarín a la usanza francesa. Esos grandes intelectuales que eran eje de la cultura y la política en Europa, sustitutos contemporáneos y laicos de los antiguos chamanes y sacerdotes a los que el rey y el pueblo iban en busca de respuestas.

Ello me motivó a leer sus Trabajos de Historia en cuatro tomos editados por el fenecido Instituto Nacional de Cultura (vueltos a reeditar últimamente por el Fondo Editorial del Congreso), ensayos principalmente de historia económica, una de mis pasiones de juventud. El enfoque era totalmente distinto al clásico de los grandes personajes, fechas y acontecimientos. Al igual que Julio Cotler (el otro gran crítico de la realidad nacional), hurgaba en los antecedentes de la Colonia la razón del fracaso de la promesa republicana. Luego, el imperdible diálogo con Jorge Basadre, editado por el sello Mosca Azul. Mano a mano entre los, por entonces, dos grandes historiadores vivos que tenía el país. Dos visiones que se complementaban sobre ese proyecto inacabado que es el Perú.

Curiosamente ambos dedicaron –al igual que Porras, el tercero en la “santísima trinidad” de la historiografía nacional- parte de su vida al ejercicio de la política. Y salieron decepcionados de la misma, regresando nuevamente a sus labores académicas. Se especuló mucho de la breve incursión de Macera en la lista del fujimorismo en las cruciales elecciones del 2000. Lo cierto es que, como declaró, jamás fue invitado por alguna lista de la izquierda a participar en política –quizás porqué también los zahería tanto como a la derecha- y al parecer también existieron razones económicas, dado que la pensión de profesor universitario no alcanzaba para cubrir los gastos corrientes.

A fin de explicar su autoritarismo político, Carmen McEvoy refiere que Macera pertenecía a la generación del 50, aquella que se adhiere a las ideas marxistas de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, en vista del fracaso del proyecto aprista, el marasmo de las reformas del primer belaundismo y la derecha carente de un proyecto nacional. En ese sentido, el proyecto de gran parte de aquella generación estuvo marcado por la “lucha armada” leniniana para tomar el poder y cambiar las cosas, así como el desprecio a la democracia representativa, considerada “burguesa”. Allí se encuentran las raíces, digamos, “autoritarias” de Macera.

El oráculo dejo de ser consultado en los años 90, cuando el Perú comenzó a cambiar no en la dirección que supuso y se refugió en la historia del arte andino, en el célebre seminario de Historia rural andina que dictaba en San Marcos. Muchas de sus profecías jamás se cumplieron (creo que ni él mismo se tomaba tan en serio sus “augurios”). Más bien su intención fue agitar las dormidas aguas del “pensamiento nacional” (alguien dijo que en el Perú “todo se acojuda, hasta las moscas” y razón tenía), propiciar el debate y que salgan ideas nuevas. Puso una cuña en el pensamiento dominante de ese entonces, un marxismo de manual y unos líderes de izquierda de opereta, pero sin dejar de flagelar a la derecha escasa de ideas y de liderazgo. Como dice Hugo Neira, el mejor homenaje que se le puede rendir es ser sincero en lo que se dice, practicar la honestidad intelectual; aunque algo difícil, como lo reconoce, en un país de plagiadores y donde se practica el cálculo y la hipocresía en lo que se dice y hace.

Lo mejor que podemos hacer para rendirle tributo es volver a leer sus obras, que es lo más importante de su legado, y si no se han leído, vale el intento, uno no sale defraudado del maestro.




Monday, January 13, 2020

LAS MEMORIAS DE ALAN GARCÍA



Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com

@ejjj2107

Es raro que un político deje un libro de memorias. Quizás un tanto por sus ocupaciones del día a día les impide sentarse tranquilamente a reflexionar sobre lo vivido. Otro tanto por cálculo, prefieren no revelar detalles que conocieron estando en la más alta magistratura. Escribir unas memorias implica revelar un tanto secretos de los otros, conocidos directa o indirectamente, o revelar los propios que, por pudor o cálculo, se prefiere callar. Y otro más, porque carecen de las actitudes para escribir. No todos tienen esa cualidad y menos entre los políticos. Un ejemplo claro fue Fernando Belaunde Terry, brillante orador, gran estratega político (como el propio García lo reconoce), pero que no dejó unas memorias que hubiesen sido reveladores de sus dos gobiernos y de la rica vida política peruana de la segunda mitad del siglo XX.

Quien escribe sus memorias escribe sobretodo para que lo lean cuando ya no se encuentre en este mundo. Como toda memoria, es un recuento filtrado por lo subjetivo, a veces “acomodando” hechos y personas a gusto del narrador, dado que el propio personaje cuenta sus vivencias. No podemos demandar objetividad, más si como AGP pensaba iba a tener un lugar en la historia. Por ello hay “ajustes de cuentas” con enemigos políticos de la izquierda y la derecha, entretelones de sus dos gobiernos, donde justifica el primero desastroso –aunque reconoce grandes errores- y encomia en desmesura el segundo –como queriendo olvidar el desastre del primero-. Y también, por supuesto, reconoce el gran error de intentar una tercera postulación. Y, en el medio de todo, una idea se hace recurrente: irse de este mundo por la puerta grande, no enmarrocado ni humillado para goce de sus enemigos. En sus memorias había dejado huellas de su final dramático que ahora se hacen más claras.

Político controversial y polémico, desató fobias y pasiones; orador eximio que, como sus propios adversarios afirmaban, “podía convencer hasta a las mismas piedras”. Fue quizás uno de los últimos políticos de la vieja estirpe, de aquellos que levantaban multitudes gracias no solo a su verbo encendido sino también a su carisma; con un nivel cultural por encima del promedio de los actuales presidentes de la región. Devorador de libros, con una memoria privilegiada, que se refleja bien en su libro.

Son memorias solo políticas. El plano personal o familiar es tocado muy tangencialmente. Nacido en un hogar aprista, solo tres personajes merecen una atención afectiva-emocional superlativa: la abuela Celia, matriarca de la familia; el padre, Carlos García, perteneciente a la generación aprista de las catacumbas y encarnación del sentido  del deber; y, por supuesto, Víctor Raúl Haya de la Torre, suerte de padre sustituto y de factótum político, quien lo va a empujar a la vida política activa desde mediados de los años 70 con la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

Pero también sus memorias reflejan afectos, como el que mantuvo hacia Alfonso Barrantes, ex aprista y luego socialista, el gran gestor de la unidad de la izquierda en los años 80. Como cuenta, Barrantes llevó el estilo aprista a la izquierda, tanto en ideas (nunca se calificó de marxista, sino “mariateguista”), como en organización partidaria. A otro que guarda afectos es al socialista Francois Mitterrand, dos veces presidente de Francia, con quien trabó mayor amistad en su exilio, y lo consideró como uno de los grandes de la política, no solo francesa, que supo tener paciencia y buscar la oportunidad para llegar al poder, cualidades que, a su entender, debe tener cualquier político.

En los recuentos, donde se nota más ponderación en lo reflexionado son en los años más remotos. Los 70 y parte de los 80. Críticas a la “impaciencia” de Víctor Raúl por alcanzar el poder (en contraste con Mitterrand), a quien ve más como el fundador de un gran partido, suerte de religión laica, y gran ideólogo, que como “político tactista” de la componenda diaria y el pacto, donde fracasó. Critica las alianzas con la derecha que llevaron al Apra a disminuir su número de militantes, incluyendo gente muy valiosa que pasó a la izquierda o al naciente Acción Popular, y dejar de ser la primera fuerza política del país. (Sus alianzas con la derecha fueron bastante calamitosas para la suerte futura del partido).

En eso más bien elogia a Fernando Belaunde Terry, de quien trasluce una secreta admiración. A su juicio cero ideólogo (su ideología se reducía al “Perú como doctrina”) pero excelente político del menudeo y el cabildeo que le ganó la presidencia al partido del pueblo en dos oportunidades y supo aprovechar ese antiaprismo en favor de su candidatura; y de quien aprendió el estilo convocante que el propio García usó muy bien en sus dos campañas que también lo llevaron a la presidencia. Con Belaunde tendría una excelente relación, con quien departía en Palacio de Gobierno incluso cuando FBT auspició la candidatura para la presidencia de Mario Vargas Llosa en 1990 y de la cual, nos revela, el arquitecto se arrepintió después, en vista las escasas condiciones políticas del célebre novelista. Nunca antes alguien estuvo tan cerca del poder y desperdició tantas oportunidades para llegar a él. (La campaña del Fredemo de 1990 puede ser un excelente manual de lo que un político no debe hacer). Curiosamente, ambos fundadores de partidos (Haya y Belaunde) se pueden jactar en el más allá que sus partidos son los únicos supérstites del siglo pasado.

El cisma del Apra, luego de la muerte de Víctor Raúl, no está ajeno al recuento y el perjuicio que significó al partido de la estrella. No solo de las ambiciones que se desataron en los líderes más connotados de aquellos años, sino de la pugna por la candidatura presidencial entre Andrés Townsend y Armando Villanueva que fue fatal para el Apra. Reconoce que Townsend era un candidato más convocante entre las clases medias no apristas que Villanueva, y tenía un buen número de seguidores en el Movimiento de Bases Hayistas que, entre otros factores, significó la derrota del partido en 1980. Pero, como señala Alan, la “marca Apra” la tenían ellos, los que se quedaron en Alfonso Ugarte, por lo que Townsend solo con su movimiento iba a ser difícil que remonte a las ligas mayores, lo cual en efecto sucedió así. Con los años, fue olvidado.

Dentro de los innumerables autores que cita, se nota que Maquiavelo es su guía. El gran florentino fue una inspiración constante del maniobreo político y es mencionado constantemente en sus memorias. Alan es un político en el ejercicio del poder antes que un teórico reflexivo sobre el mismo, por lo que las conclusiones que extrae de su experiencia política o la de otros son consejos prácticos de lo que se debe hacer o no, más allá de las valoraciones morales o éticas como aconsejaba Maquiavelo. Estamos seguros que en su interesante biblioteca personal debe tener más de una edición de El príncipe.

Hablando de Maquiavelo, tiene una cita de él que repite a lo largo de sus memorias: “Quien construye sobre el pueblo, construye sobre barro”. Alguien que sabe muy bien que el pueblo es ingrato –como lo sufrió en carne propia-, voluble y puede darle la espalda en cualquier momento; por lo que el príncipe debe buscar otros medios que permitan su permanencia en el poder como recomendaba el florentino. También se nota mucha admiración a la política italiana, por esa política de condotieros encarnada en Giulio Andreotti y Bettino Craxi, del socialcistianismo y el socialismo respectivamente. Una alianza que permitió la gobernanza en Italia gracias al pentapartito (coalición de socialistas, socialdemócratas, democratacristianos, republicanos y liberales) hasta que vino el proceso de mani pulite en los años 90 que, literalmente, barrió con la clase política italiana nacida luego de la II Guerra Mundial. (Paradójicamente la que sucedió luego no fue mejor, sino peor, como la encarnada en Silvio Berlusconi, la de los empresarios-políticos, que entran a la política para acrecentar su fortuna personal).

Decíamos que no podemos demandar objetividad en unas memorias. Las de AGP no son la excepción. Es un personaje de la política peruana que desea dejar una imagen de si mismo para la historia (en esa vanidad se parecía mucho a FBT), imagen quizás no tan fiel a la realidad. Hay que leer con cuidado muchos párrafos del libro donde, por ejemplo, frente a las múltiples acusaciones de sus adversarios se victimiza. Considera sus acusaciones como producto de la envidia o de conspiraciones políticas contra él. Ese argumento de la victimización hace que el lector sienta simpatía hacia el personaje, es un hábil recurso literario. Por ello deben leerse críticamente y tomar una razonable distancia con lo narrado y el personaje.

Bien escritas, con “nervio” y consejos prácticos para quien se inicie en las lides por el poder (como haría Maquiavelo). Hay mucha miga para quien quiera tener un recuento de primera mano; y, así como sucede con la valoración de los hechos históricos controversiales, ciertos personajes como AGP, requerirán la distancia y serenidad que solo el tiempo concede para aquilatarlos en su verdadera dimensión.

Eso sí, deploramos la edición de Planeta en su aspecto formal. Quizás por una economía de medios y que el precio no desborde demasiado en un libro de casi 500 páginas, los editores han preferido economizar y tenemos una edición casi sin márgenes, letra bastante apretada y en papel periódico. Ojalá en una segunda edición (que imaginamos va a circular) subsanen esas deficiencias físicas, así como algunas fechas inexactas, que no creo el error haya sido del autor, sino del uso del procesador de palabras que, a veces, juega malas pasadas, por lo que se debió haber tenido mayor cuidado en la revisión antes de ser impresas.