Tuesday, August 11, 2015

25 AÑOS DEL SHOCK: 8 DE AGOSTO DE 1990

Por: Eduardo Jiménez J.
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Lo que sucedió el 8 de Agosto de 1990 fue el inicio a la vez de un programa económico de estabilización y reformas de liberación que permitiesen: 1) reducir drásticamente la hiperinflación, y 2) comenzar con el proceso de cambio del aparato productivo, reasignando liderazgo y recursos al sector privado.

Luego se sucedieron una serie de privatizaciones (venta de empresas públicas del estado), eliminación de todo tipo de restricción a la actividad privada, liberación de precios controlados (remuneraciones, tasas de interés, tipo de cambio, productos básicos) y reducción de funciones del estado. Todo ello en el marco de las recomendaciones del llamado consenso de Washington.

Fueron las bases del actual modelo económico que, hasta ahora, se ha mantenido a través de sucesivos gobiernos por 25 años consecutivos.

El 8 de Agosto de 1990 fue el punto de inflexión de un antes y un después en materia económica. Nunca, como en aquel momento, el cambio fue tan radical. Pero, ¿qué sucedió para que el modelo no tuviese demasiadas resistencias en su ejecución?

Primero, los factores externos. Fue vital la caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética como alternativa política, ideológica y económica al sistema capitalista. Al existir un solo proyecto político (la democracia como forma de gobierno), una ideología dominante (el liberalismo) y un solo pensamiento económico (la economía de mercado), no existía un contrapeso que lo pudiese cuestionar, como sí sucedió en la llamada guerra fría. El fin del bloque socialista, la conversión de China en economía de mercado y la desaparición de todo atisbo alternativo, dieron preeminencia al modelo neoliberal.

En lo interno, fue el agotamiento del rol empresario del estado, luego de su agigantamiento en los años 70, así como el dirigismo estatal vía proteccionismo y  subsidios que imposibilitaban un crecimiento más dinámico del sector privado (este vivía paternalistamente a expensas del estado). A ello habría que sumar la hiperinflación, desgobierno y crisis permanente durante el primer gobierno de Alan García; así como el demencial ataque terrorista de Sendero Luminoso y el MRTA.

La ciudadanía se encontraba cansada de todo ello, por lo que no existieron demasiadas resistencias al cambio del modelo.

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Un modelo económico es un presupuesto que contiene distintas hipótesis para su funcionamiento. Claro, todo modelo obedece a una ideología o a un “pensamiento económico”. Un modelo puede privilegiar las exportaciones o el mercado interno. Igualmente puede suponer el control de ciertos precios esenciales para la vida económica (tipo de cambio, tasas de interés, sueldos y salarios, servicios esenciales como agua y luz, productos sensibles como la gasolina o los que integran la canasta familiar) o dejarlos al arbitrio del mercado.

Dentro de ello, otros presupuestos básicos son las condiciones sociales y políticas en las que el modelo económico se va a desarrollar.

Se decía que el modelo imperante solo funcionaba en contextos políticos autoritarios como el Chile de Pinochet o el Perú de Fujimori; o, viajando más lejos, en los gobiernos autoritarios de la China actual o el de los países del sudeste asiático de antaño.

No necesariamente es cierto. La prueba está en que el modelo funciona muy bien en contextos democráticos como el Chile de hoy o el Perú democrático de los últimos quince años, o los actuales gobiernos más liberales de Corea del Sur. Es más, en el caso peruano, los cimientos fueron puestos casi dos años antes del autogolpe de Fujimori.

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25 años después el modelo sigue funcionando. Nos guste o no. Por otra parte, el peruano de inicios del siglo XXI tiene un espíritu más conservador, en parte como efecto de lo que se vivió entre los años 70 y 80 del siglo pasado; y en otra, producto del mismo individualismo exhacerbado que se vive por la competencia económica actual. De allí que el peruano menor de treinta años no se cuestiona demasiado el modelo en el cual prácticamente ha nacido.

Y también nos volvimos conservadores en materia económica. De una política afiebrada e imprudente en los años ochenta, pasamos a una ortodoxia más conservadora y prudente.

Por eso quizás la prédica neoliberal sigue teniendo calado en nuestro país, a diferencia de otros en la región. No tanto por la prédica dominante como dicen sus detractores (acusar de ello, sería como argumentar que los neoliberales son buenos en marketing), sino porque hemos vivido en carne propia los sinsabores del mal manejo macroeconómico; aparte que los impugnadores del modelo económico imperante no tienen una alternativa coherente y atractiva. Su último aporte fue el programa de la gran trasformación del entonces candidato radical Ollanta Humala, suerte de revival de las políticas velasquistas de los años setenta.

Valga como atenuante que otros países que padecieron también la hiperinflación, como la Alemania de los años veinte, luego se volvieron conservadores en el manejo fiscal y monetario. Es una especie de “vacuna” que nos mantiene inmunes a experimentos desbocados como los que sucedieron antes del shock.

Otro cambio que trajo fue el peso determinante de la economía y los agentes y órganos económicos, en desmedro del ejercicio político. Si bien la política sigue siendo importante en la vida nacional, como ha ocurrido en otros países, pasó a tener menor gravitación en ciertas decisiones trascendentales, las que por su carácter “técnico” pasaron a ser diseñadas y ejecutadas por órganos aparentemente más asépticos a los vaivenes de la política local. Así nace una tecnocracia de corte neoliberal que, tras el telón de la escena oficial y sin haber tenido el voto popular, es la que toma las decisiones más gravitantes y es la que ha mantenido la continuidad del modelo más allá de los gobiernos que se han sucedido en los últimos veinticinco años. Esta tecnocracia se encuentra principalmente concentrada en el Ministerio de Economía y Finanzas y los organismos reguladores.

¿Qué el modelo económico debe ser reformado?

Lo debe. Se centró demasiado en las exportaciones de materias primas, aparte que no se aprovechó en la bonanza los buenos precios vía tributos y, al caer estos, como sucede ahora, caen los ingresos del estado y de la sociedad. Para atenuar la culpa podemos decir que esperanzarse en la exportación de materias primas es una “maldición” de varios países vecinos: Argentina y la soja, Venezuela y el petróleo, Bolivia y el gas.

Y como un modelo económico no opera en abstracto y generalmente obedece a políticas macro o generales, requiere para su adecuación o “aterrizaje” en la sociedad ser acompañado de una serie de políticas sociales e institucionales, llamadas también “de segundo piso”, que son algo más difícil de ejecutar que las macroeconómicas y que es un tema más o menos pendiente de los sucesivos gobiernos democráticos que han trascurrido, que en algunos casos han avanzado y en otras retrocedido. De allí que pese al crecimiento constante que ha permitido disminuir notablemente la pobreza, percibimos que subsisten los problemas y carencias que vemos en educación, salud, en la administración del estado, para no mencionar las reformas políticas, que se requieren implementar urgentemente.

Es cierto que el costo social del shock fue enorme. De la noche a la mañana los precios relativos de la canasta familiar pasaron a incrementarse de cuatro a doce veces más. La otra alternativa eran los ajustes graduales de los precios controlados (los “minipaquetitos”); pero ello hubiese significado incrementar expectativas de los agentes económicos y avivar la hoguera de la inflación. Siguiendo la experiencia boliviana de 1985 se aplicó un “maxipaquete” y parar en seco la inflación, eliminando así las expectativas de los agentes económicos.

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Para terminar, haremos un poco de política ficción. ¿Qué habría pasado de no llegar Fujimori al poder en 1990 o Mario Vargas Llosa, quien propuso, como candidato, en blanco y negro, los cambios que vinieron después? Creo que cualquier otro en la presidencia habría hecho lo mismo. En ese momento no había otra alternativa viable. A veces las naciones, como las personas, se encuentran cercadas y apenas tienen una salida. Eso le sucedió al Perú en aquellos dramáticos días del ahora ya lejano 1990.

Y hagamos un exorcismo final. ¿Si Mario Vargas Llosa ganaba las elecciones en 1990 hubiese sido un mejor presidente que Alberto Fujimori? Yo voté por él en ambas vueltas electorales; pero, a la distancia, creo que no hubiese sido un mejor presidente. Habría respetado la institucionalidad y el sistema democrático, de ello no cabe duda; pero, debido a su inflexible coraza ideológica, creo que como gobernante hubiese dejado mucho que desear. Un gobernante requiere ser pragmático (pero con valores, y si tiene una visión de estadista, mucho mejor) y él lamentablemente no lo es. Por añadidura, la izquierda y el Apra hubieran boicoteado las medidas económicas y sociales desde el Parlamento y desde las organizaciones sindicales y populares, que en ese entonces ambos grupos políticos las controlaban.

Podemos decir irónicamente que en aquel crucial año el pueblo peruano fue sabio al no otorgarle la presidencia y dejarlo que siga escribiendo para bien de las letras peruanas y universales.


Son 25 años, y si las reformas se producen, por lo menos gradualmente, tenemos para 25 años más, todo un gran ciclo económico, salvo que pasen hechos imprevistos. Total, nada está escrito en el mundo o en nuestro país.

Tuesday, August 04, 2015

LEY STALKER

Por: Eduardo Jiménez J.
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Ha traído controversia la publicación del decreto legislativo 1182, en el marco de las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo a fin de legislar en materia de seguridad ciudadana.

Y no es para menos.

La llamada Ley Stalker (o ley del gobierno espía o acosador), posibilita el rastreo de dispositivos móviles y la obligación de las empresas teleoperadoras, ante el pedido de la Policía, de informar y conservar el contenido de sus clientes.

Se entiende que dentro del crimen organizado, el rastreo de llamadas, sobretodo en los casos de extorsión, es vital, ello no está en tela de juicio. El asunto está en que la norma puede tender al abuso o exceso, dado que no requiere de la intervención del órgano judicial para la autorización.

Así la ley stalker podría utilizarse para seguimientos a políticos de oposición, a ciudadanos que no comulgan con el gobierno de turno o que expresan su disconformidad pública con este. Con mayor razón en un año electoral como el que se viene.

De allí que es necesario filtrar los pedidos que la Policía realice para rastrear llamadas y  el órgano judicial es el más idóneo para autorizar los rastreos.

Se dirá que el Poder Judicial demora en tramitar los pedidos, lo cual es cierto; pero se puede crear mecanismos de coordinación que permitan una autorización expeditiva, como es el juez penal de turno que se encuentre despachando. Los jueces penales de turno atienden las 24 horas, los siete días de la semana. Bien podría tener esa competencia y resolverlo en el acto. O pedir mayor información si el pedido no es muy preciso o demasiado ambiguo.

Si en Estados Unidos, donde se utilizó la ley stalker luego del 11-S, se comenzó a escuchar y grabar indiscriminadamente a casi cualquier ciudadano con sospecha de ser árabe o filo árabe, ya nos imaginamos lo que sucedería por acá si no existen los filtros necesarios. Lo que comenzó como una iniciativa loable, puede devenir en pesadilla.


Thursday, July 16, 2015

LA PSICOLOGÍA COMO FARÁNDULA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Las recientes denuncias contra un conocido piscólogo mediático, adicto a presentarse en los programas faranduleros a fin de “diagnosticar” sobre trastornos de la personalidad de conocidas figuras de realities locales, ha vuelto a determinar cuáles son los límites éticos del ejercicio profesional, sobretodo en la sicología y la medicina.

La fórmula no es nueva; más bien ha sido “importada” de los realities norteamericanos. Se entrevista a un terapeuta sobre la conducta de una figura mediática, opina dando generalmente un “diagnóstico” apabullador sobre la persona preguntada (sufre de bulimia, es bonderline, tiene trastornos obsesivo-compulsivos, etc.). Por lo general ponen rostro circunspecto, a fin de darle “seriedad” al asunto, teniendo de telón de fondo una fotografía inmensa de la persona “diagnosticada”.

Quien conozca más o menos los procedimientos médicos, sabe muy bien que un médico o un sicólogo no pueden diagnosticar sin haber observado previamente al paciente e incluso luego de haber tenido a la mano exámenes clínicos o test sicológicos. Es como que un abogado opine de un caso “diagnósticando” sobre tal o cual actuación judicial, sin haber visto jamás las piezas procesales del caso en cuestión. (Práctica que ultimamente se está volviendo algo muy común entre algunos colegas de mi gremio).

Debemos tener presente que una cosa es dar una opinión general que no significa un diagnóstico, sino ciertas apreciaciones basadas en datos amplios y sin el paciente a la vista, donde el condicional “podría ser” debe ser subrayado; y otra cosa distinta es hacer diagnósticos sin base cierta que los corrobore. Este último supuesto implica apresuramiento, escasos límites éticos y un afán de lucro y notoriedad a expensas del supuesto diagnosticado, el cual –dicho sea- tiene las puertas abiertas para exigir no solo la rectificación, sino una indemnización contra el “terapeuta” y el medio de comunicación que lo contrató.


En otros países, el terapeuta que aparece en estos programas se enriquece. No solo por los honorarios que cobra, sino porque su nombre y supuesto “prestigio” rebota en los medios de comunicación. Luego vienen los libros de autoayuda, las terapias caras para los que puedan pagarlas y hasta un programa de televisión propio. Imagino que por estas tierras los resultados lucrativos deben ser más modestos, aunque no exentos de la gloria efímera que concede la televisión.


Friday, July 10, 2015

LA DECISIÓN DE GRECIA (Y DE EUROPA)

Por: Eduardo Jiménez J.
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Como que el referéndum griego del 5 de Julio ratificó que los sufridos helenos no quieren más recetas de austeridad decretadas por la “troika” (el FMI, el BCE y la Comisión Europea) y que únicamente aumentan el índice de paro (25% de la PEA griega, 50% a nivel de jóvenes) y recesión. Nosotros, en América Latina, lo sabemos por experiencia propia: el FMI nos “recomendaba” eliminar gasto social a fin de tener más dinero para los pagos. Al final nos hundíamos en mayor recesión, mayor desempleo y mayor pobreza. Es un círculo vicioso que solo asegura el pago a los acreedores y la inopia de los deudores.

En un ejercicio de democracia directa, la ciudadanía griega decidió. Existe un mandato claro de no más medidas draconianas.

¿Qué pasará ahora?

Creo que más allá de las posiciones extremas en ambos lados, tanto de los acreedores que dan por hecho que Grecia sería expulsada de la zona euro, como de los deudores más radicales que buscan salir del euro para resolver sus problemas “a lo griego”; lo cierto es que tanto el primer ministro Alexis Tsipras como la dama de hierro Angela Merkel se encuentran buscando salidas intermedias. Por el momento Tsipras ya ofreció “la cabeza” de su carismático y poderoso ministro de finanzas, el heterodoxo Yanis Varufakis, sobre quien han recaído las mayores críticas por no llegar a un acuerdo con los acreedores; así como un compromiso como gobierno bastante más cercano a lo que recomendaban los europeos.

La solución es más política que técnica; y, parece, que parte de los acreedores se han dado cuenta.

Si Grecia sale de la eurozona, posiblemente caiga en las manos de Rusia y China, sobretodo esta última, con ayuda de dinero fresco, que lo tiene en abundancia.

Se pensaba que Argentina, luego del default con los llamados fondos buitre, iba a caer en una recesión tipo la de 2001, y no fue así gracias al dinero de los chinos, que le pagan en efectivo la soja que exportan.

Grecia puede tomar medidas similares, con el beneplácito del partido gobernante, Syriza, que es un frente que agrupa, entre otros, a varios marxistas ortodoxos que no le hacen asco al “capitalismo chino”. Si a ello le agregamos que Grecia pertenece a la OTAN y geopolítcamente es estratégica, el panorama no es muy halagador para los europeos y los propios norteamericanos.

Añádase a ello que si Grecia es excluida, vuelve a “imprimir” su moneda nacional, con lo que haría competitivas sus exportaciones y se volvería un lugar “barato” para el turismo europeo y yanqui, con ingreso sin restricciones de euros y dólares.

De allí que la Merkel y los más moderados estén dispuestos a seguir negociando “una salida” que no implique la exclusión de Grecia. Aparte que una exclusión griega, por más que sea un país pequeño, afectará al euro en beneficio del dólar, que se fortalecería de nuevo como moneda universal dominante.


Ojalá se imponga la sensatez. No vaya a suceder, como en épocas pasadas, que por imponer condiciones ignominiosas a la parte más débil, se desencadene un curso en la historia inimaginable para los que se mostraron más intolerantes. Eso sí sería realmente una tragedia griega para todos los actores del drama.

Monday, July 06, 2015

LLÁMALO AMOR, SI QUIERES

Por: Eduardo Jiménez J.
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Mario Vargas Llosa es un tipo polémico. Siempre lo fue y ahora, con su evidente romance con Isabel Preysler, vuelve a ratificar su temperamento en una suerte de canto del cisne.

Quien haya seguido de cerca su trayectoria personal y literaria conocerá que sus dos matrimonios estuvieron plagados de escándalo: primero con una tía política diez años mayor que él y luego con una prima hermana un tanto menor.

Ahora, cuando apenas se terminaban de apagar las celebraciones por los cincuenta años de matrimonio ininterrumpido con su esposa Patricia, la de las sensibles frases laudatorias en el discurso de aceptación del Nobel, cuando todo parecía una constante de calma y monotonía conyugal rodeado apaciblemente de hijos y nietos, ve la luz pública las primeras fotografías acompañado de la socialité de España, Isabel Preysler, de aquella que estuvo casada con el no menos famoso y millonario cantante Julio Iglesias, y luego con el tampoco menos próspero empresario y político español Miguel Boyer, de aquella que prefiere el estado civil de casada al de divorciada o viuda (apenas hace pocos meses falleció el último de los nombrados), anunciando los medios el –digamos- “romance del año”.

Por esas ironías de la vida, Mario Vargas Llosa ha pasado a ser parte de “la sociedad del espectáculo”, de aquella que tanto vituperó en su conocido ensayo sobre la sociedad del show y las apariencias, de lo superfluo y pasajero, de la imagen y el escándalo.

En esta comedia de la vida, cada parte juega muy bien el rol que le corresponde: la esposa digna en su sufrido mutismo; los hijos rodeando a la madre en señal de apoyo; la Preysler con ese aire mundano de “a mi que me importa lo que sufran otros”, desempeñando muy bien su papel de “villana”, la robamaridos, la mala de la película; y don Mario, con un rejuvenecido look que no disimula bien las angustias que debe estar sufriendo por dentro. Al hombre se le han venido encima como diez años, a pesar que era un cuasi octogenario apacible y rozagante. Por cierto, le cae muy bien el papel del anciano ciego ante la pasión otoñal volcada en una mujer más joven que él, del intelectual que no tiene calle, encerrado en sus libros y presa fácil de los engaños femeninos. Para usar un vocablo caro al escritor, de cacaseno.

Pero alguien por allí podrá argüir que se trata de justicia poética. Tardía, pero justicia al fin y al cabo. Quienes tienen buena memoria recordarán que la prima Patricia se entrometió en la relación de Mario con Julia Urquidi en un viaje que la entonces jovencísima prima hizo a Francia, alojándose en el departamento del escriba, y fue por ella que abandonó a la pobre tía Julia. Esta última ya lleva muerta algunos años, pero quienes creen en el destino podrán aplicar el conocido adagio quien a hierro mata, a hierro muere.

Y, seamos sinceros, en todo este entramado de pasiones desembocadas, cuasi folletinescas, como los melodramas que gustan tanto al escritor, también se encuentra en juego un patrimonio familiar de varios millones de euros y dólares; que si bien el conocido Nobel no tendrá la fortuna de Julio Iglesias o del finado Miguel Boyer, como que tiene lo suyo, que no es moco de pavo. Es uno de los pocos escritores en el mundo que ha podido vivir de sus libros, para bien de él.

Evidentemente por más que lo desee, no va a poder dejar de estar fuera de los reflectores de la prensa rosa y amarilla. Eso de que respeten mi privacidad y la de mi familia más bien aviva las llamas del morbo. A tal punto que los paparazzi ibéricos están a la caza de cualquier fotografía íntima que puedan obtener de él con la Preysler, calatos de ser posible, así como la comidilla malsana de todo el mundo (“¿usará viagra?”, “¿lo hará o serán solo toqueteos?”, y así por el estilo).


Mario Vargas Llosa “sin querer queriendo” es el personaje central de lo que tanto criticó, de aquello banal que resalta las noticias diarias. Como consuelo le queda que el escándalo será intenso, pero breve, hasta que otro de igual o mayor envergadura lo sustituya. Por el momento diremos como Toño Angulo en su conocido libro: llámalo amor, si quieres.

Wednesday, June 24, 2015

QUÉ SE COCINA EN EL TPP

Por: Eduardo Jiménez J.
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Muchas veces el ruido (político) nos impide observar lo importante.

Algo de eso está sucediendo con el acuerdo secretísimo que se viene preparando con el TPP (Acuerdo de Asociación Traspacífico), donde nosotros estamos como parte y, al parecer, en calidad de convidados de piedra.

En principio no me opongo a los tratados internacionales, incluyendo los comerciales. Pero, lo que sí me preocupa es el secretismo. Al decir del tango “todo a media luz”, como se vienen desarrollando las negociaciones del TPP.

Un acuerdo que va a afectar a millones de personas no puede ser negociado, acordado y suscrito de esa manera. En otras épocas, por cosas menores, cayeron gobiernos. El gobierno que firme un tratado de esa forma, literalmente se pone la soga al cuello. Por lo menos debe haber un debate franco, abierto. Y la excusa que el tratado es demasiado “técnico” o que “los perros del hortelano” se opondrán no debe ser óbice para que el pueblo, como depositario de la voluntad nacional, se entere y de su opinión.

A tal punto el acuerdo es tan oscuro, que en los propios Estados Unidos, el Congreso se ha opuesto a un fast track, una aprobación rápida, sin discusión alguna en el legislativo. Es que hay cosas muy raras que están sucediendo dentro de las negociaciones.

Otro hecho que es preocupante y que esperamos sea suprimido de la redacción final del tratado, estriba en la indemnización que podrían recibir las trasnacionales de parte de los estados por “ganancias frustradas” o lucro cesante como decimos los abogados, originado en alguna medida de política nacional que afecte sus expectativas de ganancias. El ejemplo clásico es el de los cigarrillos, fabricados por empresas multinacionales. Supongamos que un estado miembro decide prohibir o restringir drásticamente la venta de cigarrillos (o de “comida chatarra”) a fin de cautelar la salud de la población. La empresa afectada podría solicitar una compensación económica al estado nacional por la expectativa trunca de ganancias.

Algo similar sucede con el alargamiento temporal de los derechos de patentes farmacéuticas.

Las empresas farmacéuticas que inventan un nuevo medicamento tienen derecho a explotarlo por un tiempo determinado (generalmente un promedio de 20 años). Vencido el plazo, el medicamento pasa a ser fabricado por cualquier empresa sin necedidad del pago de patente. Son los medicamentos genéricos, aquellos que ya no requieren pago de derechos para su fabricación, y por ello son baratos.

De alargarse el período de explotación comercial del laboratorio, los costos del medicamento serían inaccesibles para muchas personas de escasos recursos. Y, por efecto del mercado, muchos medicamentes subirían de precio al no haber genéricos que los sustituyan. Igual sucede si el estado miembro debiera informar a las farmacéuticas de las políticas en salud que implementará y si estas afectan o no a los bolsillos de la industria (de nuevo el lucro cesante que alegarían las trasnacionales).

Como estado nos encontraríamos atados a la decisión de las grandes empresas. Ello afecta la soberanía nacional, el mejoramiento de los indicadores de salud de la población y la propia economía del país.


Hay cosas muy grises y hasta oscuras en este tratado que no se quieren esclarecer. Debemos estar alertas.

Monday, June 15, 2015

800 AÑOS DE LA CARTA MAGNA

Por: Eduardo Jiménez J.
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A regañadientes el 15 de Junio del año del Señor de 1215, el rey Juan sin Tierra firmaba un documento que otorgaba derechos y garantìas a la nobleza. Ese documento se conociò como la Carta Magna, y si bien al poco tiempo fue desconocida por el propio rey y sujeta a innumerables enmiendas posteriores, dio inicio a un cambio histórico inimaginable para los actores que suscribieron el documento 800 años atrás.

Como sucede con todo hecho que trasciende, los actores involucrados no tuvieron conciencia de cómo repercutiría la acción en el futuro. La nobleza, a favor de la cual se le concedía una serie de derechos, lo único que quería en ese momento era controlar las arbitrariedades del rey y que sus decisiones no la perjudiquen económicamente. Obvio que no buscaba ni la igualdad social (que no le convenía) y menos económica (que le convenía menos).

Dentro de sus intereses de clase buscaba controles al poder político y así nace uno de los aspectos más resaltantes del constitucionalismo moderno: los controles al poder y las garantías al ciudadano.

Igual sucedió con otra garantía que ahora es lugar común: el ser juzgado imparcialmente y el derecho a ser escuchado. Los nobles ingleses consiguieron que sean juzgados no por el rey, sino por sus iguales, es decir por otros nobles. El juicio justo y el nacimiento de una institución sajona que hemos visto mucho en películas y series de televisón: el jurado compuesto por iguales al inculpado y que al final de cuentas determina si es inocente o culpable.

Ya no hablemos del consejo deliberativo del rey que daría posterior nacimiento al parlamento moderno; al igual que la aprobación por la misma nobleza de todo impuesto (que significa, como antaño, extraer dinero del bolsillo de todos nosotros), lo que dio pie al principio de la creación de tributos sólo por ley expresa del Parlamento, sin injerencia del Ejecutivo.

Pero la Carta Magna no fue el único instrumento que concedió garantías a los súbditos (decir ciudadanos en aquella época era mucho decir). Existieron otras cartas que abrieron las posibilidades de más libertades, como la de los fueros españoles, incluso anterior en fecha de dación; pero, como sucede con otros documentos históricos, la celebridad se la llevó el documento inglés.

Quizás la Carta Magna se llevó el crédito de “piedra angular” de las instituciones políticas y constitucionales que hoy en día conocemos debido al novedoso desarrollo constitucional y control político que contenía en germen (y que no estuvo exento de luchas y guerras civiles), y la “creación” de lo que conoceríamos como democracia representativa, así como ser inspiradora de las constituciones norteamericana y francesa.


La lección es que los derechos y libertades no nacen de la buena voluntad del gobernante, son más bien producto de las tensiones y luchas entre sectores sociales y económicos, lo que da lugar a una cristalización jurídica. Nosotros, en América Latina, hacemos al revés: pensamos que la ley podrá cambiar la realidad; algo así como un pase “mágico” a otra dimensión, y por eso muchas veces nos estrellamos con la dura realidad. Valga esta pequeña reflexión por los 800 años de la Carta Magna.

Thursday, May 21, 2015

REFLEXIONES SOBRE TÍA MARÍA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Quizás a corto plazo el proyecto de explotación minera Tía María tendrá que archivarse, hasta mejores tiempos; pero ello no quita algunas reflexiones que sobre la oposición a la ejecución del proyecto minero pueda suscitarse desde diferentes ángulos.
Vamos con el político primero. Tierra y Libertad y la dirigencia de la oposición.

Si bien moralmente la dirigencia que encabezó las protestas de Tía María se encuentra descalificada a raíz del audio donde el principal organizador antiminero de la protesta literalmente se vendía por “un plato de lentejas”, lo que de por si descalifica a cierta dirigencia de izquierda que mira sobretodo su interés particular y es síntoma evidente de la descomposición moral de gran parte del país, sea de derecha o de izquierda; me interesa más la organización política que se encuentra detrás del paro minero, Tierra y Libertad, del ex sacerdote Marco Arana, con inscripción oficial en el Jurado Nacional de Elecciones y aspiraciones presidenciales.

¿Hasta qué punto la prédica antiminera y proambientalista puede acumular votos y voluntades para ganar una elección nacional?

Evidentemente que muy poco y creo que Arana y asociados lo saben bien. La prédica antiminera y proambientalista no es viable para ganar una elección nacional, y por lo sucedido en la propia Cajamarca (cuna del movimiento), ni siquiera a nivel regional se gana una elección con una prédica radical.

La pregunta es ¿porqué continúan con una prédica de esa naturaleza si saben que así no se gana elecciones? Me parece sobretodo se están haciendo conocidos a nivel nacional. Me explico: tienen una prédica radical para ganar adherentes, especialmente en las zonas mineras y potenciales electores para una justa electoral. Más o menos es el camino del primer Ollanta Humala, el Humala de verbo incendiario, de posiciones maximalistas.
En el caso hipotético que pasen a una segunda vuelta en una elección general (hecho que por el momento parece bastante improbable) no creo que sigan manteniendo esa posición, quizás la cambiarían por una “hoja de ruta” más light. Se quitarían el polo rojo, para colocarse uno blanco.

Tierra y Libertad está siguiendo el mismo camino que el primer Ollanta Humala, solo que con un discurso más ecologista y marcadamente antiminero.

Por el lado del rechazo de los pobladores no les quita cierta razón. Las prácticas de la gran minería no han sido del todo limpias en nuestro país y hemos tenido un estado que ha hecho poco para fiscalizarlas adecuadamente. Pero no menos cierto es que las prácticas de la pequeña minería y de la minería informal son peores. La contaminación es mayor y trae secuelas como prostitución infantil, situaciones de semi esclavitud, daños irreparables al medio ambiente, evasión tributaria; lacras que en sus “análisis” la izquierda prefiere obviar.
Pero, la gran empresa minera tampoco se queda atrás. Empresas trasnacionales con alcance directo al poder político, por lo general miran de soslayo el problema de repercusión que significará la explotación. Algunas de ellas cuentan en las zonas de explotación con un historial bastante negativo que se refleja en el rechazo a su presencia. En cierta manera, grandes empresas mineras se comportan como los encomenderos coloniales.
Hay que ser realistas. Somos un país minero y debemos aprovechar nuestros recursos para desarrollar el país y dar mejor calidad de vida sobretodo a los peruanos de menores privilegios sociales y económicos. La receta no es nueva y les ha ido muy bien a otros países mineros aplicándola. Canadá, Australia, el propio Chile pueden dar fe que la explotación minera bajo márgenes de calidad puede favorecer a toda la nación.

El asunto se encuentra en cómo “convencer” a los lugareños allende a la explotación minera de esos beneficios, gente que se dedica sobretodo a la agricultura y tiene justificado temor que su fuente de ingresos se vea perjudicada.

Convencerlos con promesas será inútil. No se trata de gente extremadamente ideologizada o que se les ha “lavado el cerebro” con el discurso antiminero. Son personas que tienen temores fundados.

En principio necesitamos un estado más presencial en esas zonas, cosa que ahora no existe. Casi siempre el estado se presenta al final, cuando la situación ya es inviable y con la idea de contener las protestas. No hay prevención ni menos negociación efectiva, a pesar que la presidencia del consejo de ministros tiene una oficina que mide el pulso a las protestas en el país. Podemos decir que detrás de cada protesta visible tenemos una crónica de una muerte anunciada.

Pero no solo necesitamos un estado con mayores reflejos y mayor autoridad legitimada. Requerimos también cambiar las reglas de juego. La propuesta liberal esgrimida en el medio es audaz y puede dar resultado. Se ha ejercido en otras partes del mundo con buenos resultados cuando ha habido oposición de los lugareños de la zona minera.

La propuesta es sencilla, pero requiere consenso político para cambiar la legislación: que una parte del canon y las regalías (y porqué no, también de las utilidades de la empresa minera) vaya directamente al bolsillo de los afectados. Ya no esperemos que el gobierno nacional o regional “hagan las obras”, que nunca las hacen; pero que un porcentaje de las ganancias vaya directo a los potencialmente afectados. Ello sin descuidar la labor fiscalizadora del estado.

Claro, no es una “solución mágica”, pero abre las perspectivas de resolución a otro nivel; y si bien algunos moralistas (curiosamente de la propia izquierda) han argumentado que el dinero pervertirá a los lugareños (“en trago y en mujeres”), ello será responsabilidad de cada uno. Personalmente creo que con una campaña adecuada, ese efecto negativo se podría reducir, aparte que otro porcentaje de las utilidades vaya directo a los municipios afectados exclusivamente para obras de infraestructura y calidad de servicios como educación y salud (a lo cual la empresa minera que explota los recursos podría coadyuvar con contratación de buenos profesores y médicos, programa de becas universitarias para los mayores de 18 años, servicios de análisis y medicamentos, programas de desarrollo para la zona, etc.).

La única manera de mitigar una oposición a los conflictos de la gran minería es con cambios radicales, no con palabras o con actas de conciliación que luego el estado no cumple; sino de acá a un tiempo tendremos otros conflictos sin resolver y menos ingresos y menos desarrollo para el país.


Mi profesor de Derecho de Familia nos decía que los únicos matrimonios que duran son los matrimonios por interés. Suena cínico, pero por la práctica profesional constaté que era cierto; a lo cual añadiría y confianza mutua. Esa confianza es la base y tanto el estado, como la empresa minera y los lugareños la deben desarrollar. O como diría el desparecido Alfonso Grados Bertorini, será necesaria instalar una tripartita, donde estén al mismo nivel el estado, la empresa minera y los vecinos de la zona afectada. No nace de un momento a otro, es un proceso largo de construcción, pero bien llevado, puede dar lugar a un matrimonio duradero. Y cambiando las reglas de juego puede generar el clima y el espacio adecuados para esa confianza mutua. Ojalá la clase política y la empresarial se encuentren a la altura de los cambios que se necesitan. 

Tuesday, May 12, 2015

LECTORES DE DIARIOS ADQUIEREN MÁS ARTÍCULOS DE TECNOLOGÍA QUE LOS CONSUMIDORES EXCLUSIVOS DE TELEVISIÓN

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

El estudio de GFK (http://elcomercio.pe/economia/peru/lectores-diarios-compran-mas-tecnologia-que-televidentes-noticia-1757050) reveló lo evidente (más o menos como “descubrir la pólvora”): los lectores de diarios somos más propensos a adquirir aparatos tecnológicos que los meros consumidores de televisión. Y si bien la investigación no se encuentra exenta de propaganda indirecta a favor del decano de la prensa nacional; no por ello le resta algunos aspectos que son interesantes de comentar.

Esta vez me voy a colocar de “conejillo de indias” para explicarme.

Soy consumidor de diarios “serios” desde que era niño. Ahora generalmente en la versión digital. Dedico unas dos a tres horas al día en revisar los periódicos (tanto nacionales como extranjeros), necesarios para saber qué ocurre en mi país y en el mundo. No en vano uno de mis blogs se denomina El Observador y su “hermano gemelo” La escena contemporánea.  Aunque los domingos por las tardes, con más tiempo y calma, “disfruto” hoja por hoja la versión impresa.

Haciendo la aclaración, me refiero a diarios “serios”, aquellos que privilegian la información y tienen buenos comentarios. No me interesan aquellos que privilegian el chisme y los líos de farándula. Por el sesgo ideológico, los periódicos que reviso pueden ser desde conservadores hasta liberales y de izquierda. Sobretodo me agrada cuando tiene un comentarista que escribe bien y, por añadidura, le pone “sal” al comentario. Si escriben mal, repiten lugares comunes, o son muy “acartonados” y con “voz engolada”, paso.

Televisión consumo poco; salvo que sea un programa cultural o de noticias interesantes (cuando puedo no me pierdo los comentarios internacionales del canal 7 o el programa de Marco Aurelio Denegri). Si existe un rato de ocio, prefiero una buena película, aparte que cambio de actividad y alimenta mi cinefilia. No estoy enterado, ni me interesa estarlo, de los últimos realities de la televisión local, ni qué vedette “le sacó la vuelta” a qué futbolista, o si la parejita del momento se reconcilia o no. Reconozco que si la mayoría de los televidentes fuesen como yo, la tv de señal abierta se iría a la quiebra.

Consumo aparatos de “tecnología digital” desde mediados de los años noventa. Adquirí mi primera tablet hace tres años para probar cómo eran y posiblemente en los siguientes meses adquiera una segunda mucho más potente que me sirva para leer noticias o escribir algo sencillo cuando no tenga mi PC o laptop a la mano. Y cuando los lectores de libros electrónicos sean más sofisticados y no fastidien tanto la vista, me apuntaré con uno. A pesar que nací y me formé en una época exclusiva del “culto al papel impreso”, es un hecho más que probable que en un futuro no muy lejano lo usual sean los libros electrónicos y lo raro los libros en papel.

Me gusta revisar los encartes que vienen con los periódicos, principalmente me dirijo a la sección tecnología. Cuando se anuncia el encarte de una conocida importadora, compro el periódico, solo por el placer de verlo y “tocarlo”, algo que no se puede hacer en lo virtual, hasta ahora.

Creo que a los consumidores exclusivos de televisión no les interesa otra cosa que precisamente ver televisión. Son el homo videns que hace mención Sartori. Difícilmente a un consumidor exclusivo de televisión (sobretodo de la “televisión basura”) le va a interesar otras cosas. Es una suerte de Homero Simpson. La adaptación que desde niño ha tenido a solo mirar (rol bastante pasivo) lo hace ajeno a adentrarse a curiosidades que puede encontrar gracias a los adelantos tecnológicos, salvo mirar pasivamente, de allí que su interés sea muy limitado.

Por supuesto, todo esto se debe matizar. Hay variables que deben ser tomadas en cuenta, como actividad principal de la persona, edad, cosas que hace en el ocio, estrato socio-económico, etc.

Gracias a que en mi familia se adquiría El Comercio con bastante frecuencia (era El Comercio de otras épocas, mucho más sólido informativamente que el actual), aprendí desde niño a leer periódicos y en especial los artículos de opinión. Súmenle a ello que en mi casa se opinaba de política como en otras del estado del clima (a los siete años ya “conversaba” con mis tíos de temas políticos); y, pese a ser una familia pequeña de clase media, las opiniones solían ser divergentes, lo cual incrementaba mis lecturas para contrastar unas con otras, coadyuvando a formarme un juicio crítico desde pequeño. Hasta que en un momento determinado, lo que comenzó como un juego se hizo un hábito.

Y si alguien me preguntara en qué país o período histórico me habría gustado vivir, respondería acá y ahora. No es que me guste mucho, sino que se encuentra preñado de hechos que van a suceder, muchos de los cuales por razones cronológicas ya no los veré, pero los intuyo. Si hacemos un grueso símil es como los años 20 y 30 del siglo pasado. Estamos en un período intermedio importantísimo para la Historia que se viene, así que estaré apertrechado con mis adminículos tecnológicos para tomarle el pulso a esa historia que ya vivimos. Realmente tiempos revueltos.



Thursday, April 23, 2015

ASU MARE 2: LA CONSUMACIÓN DEL TRIUNFO DEL EMPRENDEDOR

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


Por regla las segundas partes no llegan a estar al nivel de la primera. Es muy difícil. Existen excepciones en el cine, pero escasísimas. Asu mare 2 confirma la regla, no la excepción.

Es cierto lo que mucha gente entendida en cine ha dicho sobre el filme. Es bastante limitado, comedia que se queda en el gag superfluo, la risa fácil. Es cierto.

Pero no menos cierto es que la siguen millones de espectadores. Algunos dirán se debe a la expectativa. Muchos vieron la primera y, acompañado de los nombres conocidísimos en el medio, quieren ver la continuación, para “pasar el rato”. Y otros optan por la explicación facilista del éxito obtenido gracias al márketing. (Como que el márketing puede, per se, levantar un film; sino pregúntenles a los innumerables blockbusters que fracasaron en taquilla con márketing y todo).

Ahí es donde se equivocan algunos “críticos de cine” (muy leídos y muy versados en la materia): el público no busca un producto de calidad, ni una obra de tesis. Únicamente busca pasar el momento, sin importar demasiado “la calidad” de la película. Y si hacemos un símil gastronómico: van por una hamburguesa con su respectiva gaseosa (barata de repente), que por un plato exquisito acompañado de buen vino (caro de repente).

Y ello es lo que Asu mare satisface. Un consumo masivo que no se encuentra exento del cuidadoso estudio de mercado (que sirve de soporte al éxito de la cinta, no lo explica). Y hay que agradecer que por el enorme éxito de la saga se esté consolidando un “cine de género” en el Perú que esperemos siga en forma ascendente, con una estela de nuevas producciones como las vistas en los tres últimos años, tanto en la capital como en las regiones. No todo será “obras de culto”, que esas las ve (las vemos) siempre una escasa minoría. (Sonaba a ingenuidad pura lo que señalò un “crìtico” para descalificar el filme, en el sentido que la gente no se acordaba ni del nombre del director de la cinta: la gente nunca se acuerda de esos datos, salvo que sea un cinéfilo consumado).

Recuerdo que hace años el desaparecido Armando Robles Godoy, cineasta y un tipo muy inteligente, dijo algo como que de cien películas que se hagan en el país, diez serán buenas. Y eso.

Armando tenía razón. Y es necesario que se realicen las cien para consolidar una industria del cine. No interesa que las noventa restantes sean malas. Sino, ¿cómo creen que se consolidaron industrias cinematográficas en otras latitudes? Pregúntenles a los mexicanos, brasileños o argentinos, para no ir muy lejos.

El problema de la calidad técnica y artística es un problema que no solo se encuentra relacionado con cuestiones formales y presupuestarias (a mayor calidad técnica y de acabados, el costo es mayor, y viceversa); sino también con criterios de cultura críticos o autocomplacientes. En otras palabras: se busca mejorar el producto con estándares altos de calidad (buen guión, buena dirección de actores, acabados técnicos, etc.), o se conforman los productores con los estándares mediocres y facilones. Es evidente que Asu mare 2 optó por lo segundo.

Ello trae a su vez otro tema concurrente. El de los subsidios y la protección del estado como cuotas de pantalla y tributación. No estoy en contra, ciertas películas los necesitan; pero con subsidios y proteccionismo puro no despega una industria. Son un elemento apenas. El Free market y la competencia son básicos. Pero, igualmente, como elemento solitario, el libre mercado tampoco ayuda mucho, porque nos puede llevar a una chatura conformista como la que vemos en la tv de señal abierta: lo que le gusta a la gente. Lo ideal sería una sabia combinación de proteccionismo y dejar hacer. De políticas culturales e industriales con voluntad del estado de ejecutarlas (que a la fecha no existen) y de acción de los privados a través del mercado.

Incluso para que esta estela de películas de los últimos años no sea apenas una brisa de verano y pueda tener futuro, cuando ya la influencia de la “película ancla” haya desaparecido, son necesarias las políticas de estado y su continuidad en el tiempo. Instituciones que le dicen. (Aunque reconozco también que por los infinitos “TLC” que estamos firmando aquí y allá, esas políticas nacionales van a estar subordinadas a otros intereses).

Pero Asu mare 2 también atrae por un “mensaje”, como el de la anterior. Si la primera parte era un canto al emprendedurismo, al chico pobre que surge de la nada y con todo en contra, proveniente de un hogar disfuncional donde la ausencia del padre es notoria, como sucede en millones de hogares peruanos (y latinoamericanos), retrato de la realidad social de miles de connacionales que se identificaban en el filme (y que por eso se podían reír libremente, haciendo una suerte de catarsis), peruanos que conforman esa nueva clase media del Perú de las últimas décadas; la segunda “sella” el ascenso. Esta vez “el trofeo” es la chica de clase alta. De allí que el papel de Emilia es casi anodino. Es solo “el premio” para el winner.

Ya no estamos en la época del “plebeyo”, del amor imposible de la mujer de alta condición, “aunque su sangre también tiñe de rojo”. Estamos ahora en la época del ascenso social “como sea”, de las condiciones que permiten pasar a otra posición social, algo impensable en la época de nuestros abuelos. Es quizás la revolución silenciosa más importante del Perú del tercio final del siglo XX e inicios del actual que está dando lugar a una nueva fisonomía de la sociedad peruana (y que mis amigos izquierdistas ni vieron venir por asomo, imbuidos en sus clásicos del marxismo). Ese nuevo Perú es mezcla de ciertos valores conservadores y otros progresistas. Nos guste o no. (A nosotros nos llegó, como otros hechos, tardíamente, la ética protestante y el espíritu capitalista que alude Weber, a través de las cientos de iglesias evangélicas que se afincaron por acá en la segunda mitad del siglo XX: la cultura del trabajo bien visto a los ojos de Dios, del esfuerzo propio –el self of men-, el emprendimiento, son valores que en gran medida provinieron de los centros evangélicos instalados).

Es evidente que en la segunda parte se nota más ficción, a diferencia de la primera, más “testimonial”; y con todo ambas forman un díptico que permite leer a este nuevo Perú. (Y la película, ideológicamente hablando, tiene un tufillo conservador, pero eso ya es harina de otro costal).

Es indudable que la cinta no pasará a la historia de lo mejor del cine peruano; pero permite ver otras cosas para quien quiera ver.

ASU MARE 2 
Dir:  Ricardo Maldonado
Guión: Carlos Alcántara, Alberto Rojas
c/ Carlos Alcántara (Cachín), Emilia Drago (Emilia), Christian Meier (Ricky), Cecilia Natteri (mamá)
Perú/2015/Comedia**/Estrenos