Monday, June 01, 2020

PANDEMIA: UNA CRÓNICA PERSONAL SOBRE EL COVID (PRIMERA PARTE)


Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejjj2107



Como millones de personas alrededor del mundo, fui uno más de los que estuvo en aislamiento casi forzoso en su casa. Esta es una crónica personal de lo que viví, escuché y sentí en aquellos 107 días de cuarentena en mi país, Perú. Será publicada en diez entregas, cada una con un contenido temático específico.

PRIMERA PARTE: EL COVID LLEGA AL PERÚ

Nunca pensé que iba a vivir una pandemia. Las conocía por historia: la peste negra que azoló Europa en el siglo XIII, la viruela que arrebató la vida a los naturales americanos en el XVI más que los arcabuces y las espadas de los conquistadores, o la gripe española que azoló medio mundo hace cien años. Incluso veía lejano al Covid-19, que ya había diezmado a una ciudad en China y a dos países de Europa. Lo veía como noticia incluso no tan interesante como otras. Total, restando nuestros locales dengue y cólera, y la siempre presente TBC, ya habíamos pasado por otras epidemias que en el presente siglo llegaron a nuestras costas. Todas atacando  las vías respiratorias: la gripe porcina, la gripe aviar y ahora una supuestamente trasmitida de murciélago a hombre.

Es raro también ver las calles vacías. Vivo cerca de una avenida bastante concurrida, día y noche es usual oír pasar vehículos, incluso en horas de la madrugada. Y, ahora, desierta, apenas uno que otro carro distraído y que a baja velocidad se detiene al llegar al punto de control y verificar dónde se dirige y si cuenta con el salvoconducto necesario para pasar de un distrito a otro. Creo que desde mi infancia no veo un viernes santo tan tranquilo como ahora. Acostumbrado al bullicio de semana santa como un feriado festivo, no puedo dar crédito a negocios cerrados, centros comerciales igualmente clausurados, escasísima gente caminando, como si todos estuvieran de acuerdo en guardar el día de la muerte del Señor. Y, para completar el cuadro, toque de queda de 11 horas (bajadas en Lima a 10 y ahora último a 7), control y patrullaje militar, armas en ristre y todos, absolutamente todos, con mascarillas. Me parece que estoy dentro de uno de esos filmes apocalípticos donde los zombis ya nos invadieron y los escasos humanos que hemos escapado a la furia de los muertos-vivientes luchamos con la poca energía que nos queda por precisamente sobrevivir.

Las mascarillas fue un giro en los usos de los peruanos. Nosotros somos creativos pero indisciplinados, no nos gusta tampoco cumplir la ley (costumbre que nos viene desde que éramos colonia de España). Cuando un 6 de Marzo de 2020, el presidente de la república anunció el primer caso detectado de coronavirus en el país y se recomendó las precauciones necesarias (distancia de persona a persona, lavarse constantemente las manos, evitar las aglomeraciones), se veía en la ciudad apenas uno que otro con su mascarilla, casi siempre mujeres, y nadie guardaba en las filas el distanciamiento de rigor. Algo medio ridículo entre nosotros que estamos acostumbrados al roce de unos con otros, al apapacho, al beso con todo.

Sinceramente, los veía como seres raros a los que ya estaban con su mascarilla puesta, exagerados en la protección. Los médicos nos recomendaban en ese momento que solo debían ser usadas por pacientes enfermos, no los sanos. Yo mismo no la usé hasta bien entrada la cuarentena. Incluso fui a vacunarme contra el neumococo sin mascarilla. Nadie me dijo nada en la posta médica. Y ahora cualquier policía en la calle puede pararte para obligar a usarla. A mí ya me pasó. Me la había quitado al regreso de mis compras. Me siento más libre para respirar, pero cerca de un punto de control por el que debía pasar me detienen para que me coloque la dichosa mascarilla, con sermón incluido (“a sus años señor, debería tener más cuidado” etc., etc.). Tenía ganas de mandar al policía a la misma, misma, de espetarle “a usted que le importa”, pero sopesé los pros y contras y la verdad no tenía ganas de pasar unas horas en la comisaría, así que me la puse de nuevo y ya cuando estaba lejos de su alcance me la volví a quitar.

No comments: