Eduardo
Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
Luego de su muerte las hagiografías,
semblanzas apologéticas, odas laudatorias, se multiplicarán en el Perú y en
distintas partes del mundo. Ya en vida se estaba convirtiendo en un “santo
laico”, imagen que estoy seguro detestaba. Como decimos entre nosotros “no hay
muerto malo”.
En
principio se debe precisar que no era el único “escritor universal” que el Perú
ha tenido. El otro escritor universal que tenemos es José María Arguedas, quien,
si bien carece de la fama de MVLL, trascendió también fronteras e idiomas, convirtiendo
su terruño natal en el centro de su universo narrativo. Tan universal que el
propio Vargas Llosa le dedicó un enjundioso ensayo.
Lo
que sí ha sido nuestro Nobel es el escritor más famoso, mediático y premiado que
hemos tenido. Mundialmente conocido, escritor y personaje público a la vez, con
una vida trashumante entre Europa y América. Solo algunos escritores han tenido
esa dilatada trayectoria.
No
se trata de negar sus méritos, que los tiene. Son pocos los escritores que
abrazaron distintos géneros: novela, teatro, ensayo, artículos de opinión. Sus
obras completas van a abarcar varios volúmenes; aunque perdurará por las
novelas que escribió. ¿Su receta? El mismo la dio: más traspiración que
inspiración. Sentarse a escribir todos los días con un horario disciplinado de
trabajo.
La
madurez como escritor llegó rápido. Antes de los 28 años había escrito una
novela sólida y deslumbrante, La ciudad y los perros, con la cual
obtiene reconocimiento internacional. Y, antes de los 33, escribió quizás su
mejor novela, Conversación en la Catedral. Fue precoz, algo difícil de
encontrar en narrativa, donde el escritor “se toma su tiempo” para alcanzar la
madurez literaria. Sus novelas posteriores, muy buenas muchas de ellas, no
estuvieron al nivel de las obras de juventud.
Hábil
polemista, los artículos de opinión publicados principalmente bajo su célebre
columna Piedra de toque y reproducidos mundialmente, expresaban al Mario
Vargas Llosa comprometido con su tiempo, a la manera de su maestro, Jean Paul
Sartre. De allí que se compró varios pleitos, los que cómodamente pudo evitar:
el distanciamiento de la Cuba de Castro y la condena de todo tipo de dictadura,
sea de izquierda o de derecha; entre nosotros El informe Uchuraccay
sobre el asesinato de ocho periodistas en pleno auge del terrorismo; tildar al gobierno
del PRI, en el propio México, de “dictadura perfecta”. Son acciones que
difícilmente haría otro escritor que no esté comprometido con su tiempo.
Su
accionar político fue sobre todo de opinión y de algunos actos de apoyo
solidario a partidos y personas. En Perú fue claro su apoyo a las candidaturas
contrarias a Keiko Fujimori, la hija de su rival en las elecciones
presidenciales donde perdió, con la excepción de la elección de 2021, donde
frente a una candidatura con visibles rasgos filoterroristas, avala a la hija
de su archienemigo. En España fue visible su apoyo a ciertos personajes
públicos del ámbito liberal, aunque sin la contundencia que tuvo entre los
peruanos.
Excluyendo
su breve accionar político de juventud en la célula comunista Cahuide, la
única acción concreta como político fue su fallida candidatura presidencial de
1990. Él mismo confesó que la política, como acción, no lo movía como lo hace
la literatura. Más que buscar el poder, como hacen tantos políticos, fue un
deber del momento, frente a un Perú que parecía se iba al precipicio. Su
apartamiento, luego de la derrota, fue lo mejor que le pudo pasar. Los años 90
fue una década rica en ensayos: el de Arguedas es el mejor y más totalizante, La
utopía arcaica, que, de paso, le granjeó nuevos desaires de sus antiguos
compañeros de ruta en la izquierda, que consideran a Arguedas como un
abanderado del socialismo, cosa que no era.
Muchos
creen que su conversión de socialista al liberalismo fue veloz. Demoró. Luego
del rompimiento con la Cuba castrista y su desilusión del marxismo, en los 70
tenemos a un MVLL socialdemócrata, postula un socialismo en libertad como
expresa en sus propios artículos de aquellos años. Apoya brevemente las
reformas de Juan Velasco Alvarado hasta que confisca los diarios en Perú. Tiene
un acercamiento a la forma de vida de Israel, con los kibutz, suerte de
comunitarismo agrario, y aboga por el entendimiento con Palestina, en la
fórmula dos estados, un territorio.
En
los 80 el viraje al liberalismo es total. No solo por los teóricos del
liberalismo que estudió enfervorizadamente (Revel, Aron, Hayek, el propio
Popper), si no por las reformas de Margaret Thatcher en Inglaterra, que marcan
el cambio a lo que conoceremos luego como neoliberalismo. Es el MVLL más
conocido. Aquel de posiciones liberales en lo político y económico, que simpatiza
con algunos partidos de derecha que se forman en la península ibérica y funda
por acá el Movimiento Libertad. Se convierte en un predicador apasionado, con
la fe del converso.
También
existe el Vargas Llosa frívolo, que se codea con la nobleza española, asiste a
cenas con líderes de la derecha, recibe el título de marqués por parte del rey
de España, abandona a su esposa y convive con Isabel Preysler, la socialité
que se mueve como pez en el agua en los altos círculos sociales que el escritor
ahora frecuenta. Es el periodo post Nobel, el último de su producción
artística, con novelas que no se encuentran a la altura de las escritas antes,
con la excepción de Tiempos recios, su novela más interesante de ese
período.
Algo
de esa frivolidad, producto de la fama, se notaba en 1982, cuando acepta ser
jurado del concurso de belleza Miss Universo, celebrado en la ciudad de Lima,
un concurso que de literario no tenía nada, salvo ver a chicas bonitas en traje
de baño.
***
Entre
nosotros, gracias a su candidatura, muchas ideas liberales comenzaron a ser
debatidas. En un ambiente cargado de estatismo, mercantilismo y malas prácticas,
fue una oxigenación saludable; aunque, como expresé al comentar sus memorias El
pez en el agua, habría sido un mal presidente. Como ideólogo, propagador de
ideas, era muy bueno; como político dejaba mucho que desear.
Ya
en el siglo XXI es la vaca sagrada que todos hemos visto, oído y leído.
Recibe merecidamente el Nobel de Literatura en 2010, escribe sus últimos libros
y, como hombre ordenado que es, se va despidiendo del mundo. Visita los lugares
de Perú que conoció de joven y se encierra progresivamente en sus cuarteles de
invierno, anunciando en 2023 que cuelga la pluma.
¿Fue
un escritor querido por las multitudes como sucedió con otros personajes del
mundo de las letras? Si hablamos de “escritores queridos por las multitudes”,
MVLL no lo era, como en cambio sí lo fue su amigo y rival Gabriel García
Márquez. A este, todos, incluso los que no lo conocieron, lo ven como el amigo
o familiar entrañable. El “Gabo” de tantas historias. Con Vargas Llosa existe
respeto en el trato, un “don Mario” o hasta un “doctor” que implica cierta
distancia, sin llegar a la simpatía afectuosa que se le tiene al colombiano.
Tiene que ver con la personalidad y el carisma que algunos poseen y otros no,
y, valgan verdades, MVLL no era carismático. Uno era más querendón, el otro más
frio. Y ello se reflejaba en sus novelas. Uno era un “monstruo de la
naturaleza” que, por instinto, arrastraba al lector como un huracán a los mundos
imaginarios creados. El otro construía sus novelas con una arquitectura
cuidadosamente planificada que, al leerla, se siente “fría”.
La
tesis doctoral que preparó sobre García Márquez convertida luego en libro de
ensayo, con un estudio serio y profundo sobre la obra y el autor de Cien
años de soledad, demuestra la enorme admiración que MVLL tenía hacia
el escritor caribeño. Ojalá la biografía crítica que merece el Nobel peruano de
cuenta de esta relación que existió entre ambos escritores de amistad,
competencia y futura enemistad, ahora que con Vargas Llosa se ha ido el último
integrante del boom de la novela latinoamericana, que tanto dio que
hablar en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Estos
meses y años que van a venir tendremos la imagen de un MVLL como santo laico,
de estampita. Algunas avenidas llevarán su nombre, se colocarán estatuas en su memoria,
se reeditarán sus novelas, pero, como él mismo lo dijo repetidamente, habrá que
ver si las generaciones futuras te recuerdan. Muchos escritores celebrados en
vida, luego de muertos fueron olvidados.
Quizás
lo dijo pensando en Jean Paul Sartre, su maestro y guía, el paradigma de lo que
un escritor debe ser. Filósofo y personaje público que, al igual que MVLL,
opinó sobre todo lo humano y divino, con incontables obras en filosofía,
teatro, narrativa y ensayo. Considerado el principal de los mandarines
de la intelectualidad francesa de la segunda post guerra mundial, escuchado y
leído por todos, con declaraciones y artículos de opinión que remecían no solo
a Francia, amado y temido, se dio el lujo de rechazar el premio Nobel de
Literatura cuando se lo concedieron. Luego de fallecido, en 1980, nadie se
acuerda de él, su obra ya no se publica y se encuentra acumulando polvo en
alguna biblioteca perdida. La gloria efímera del mundo.
Vargas
Llosa guarda una asombrosa similitud como intelectual y personaje público con
el filósofo francés. Ojalá no corra la misma suerte y esperemos sea nuestro
Víctor Hugo; aunque eso solo el tiempo lo dirá. Cronos, como siempre, es el
gran juzgador de las obras y de los hombres.