Tuesday, August 06, 2024

LOS LÍMITES DEL NACIONALISMO

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


El nacionalismo es una palabra bastante ambigua y que, de llegar al poder, puede cubrir gobiernos democráticos o autoritarios, de derecha o de izquierda. El gobierno de Hitler fue un gobierno nacionalista y ya conocemos cómo terminó. Pero sin ir muy lejos, los gobiernos de Evo Morales o Rafael Correa fueron considerados también nacionalistas; y el de Humala empezó bajo las banderas del nacionalismo, con un programa de gobierno que se llamó la gran trasformación.

 

Desde la gobernanza, el nacionalismo se puede definir como un gobierno que privilegia lo nacional frente a lo foráneo; y si es de izquierda, dentro de lo nacional, prioriza a los sectores menos favorecidos de la sociedad y revalora lo llamado autóctono. El “pueblo” o sus sinónimos es una constante en los discursos nacionalistas. Gobiernos nacionalistas en la región fueron el de Juan Domingo Perón en la Argentina del siglo pasado, favoreciendo populistamente a los llamados descamisados, o el de Juan Velasco Alvarado (1968-75), con una serie de medidas reformistas bajo el binomio pueblo-fuerza armada que trasformaron a la sociedad más allá de los calificativos de valor que merezca su gobierno. Ya no hablemos de los estados-nación en la Europa del siglo XIX, con idioma propio por añadidura. El romanticismo europeo en las artes y las letras tuvo un típico rasgo nacionalista.

 

Los límites del nacionalismo están precisamente en tomar un camino u otro. No todo nacionalismo es de izquierda (ejemplo: la Agrupación Nacional en Francia es de derecha y xenófobo por añadidura, Vox en España de igual manera). O como un nacionalismo que comienza en la izquierda y deviene luego hacia la derecha, casos existen y bastantes, comenzando por casa. Precisamente al ser el nacionalismo una ideología bastante gaseosa, amorfa, puede pasar de un extremo a otro, sin necesidad de demasiados cambios en su “pensamiento”.

 

Y el otro gran problema es cómo se aplica el nacionalismo en democracia.

 

Hay nacionalismos que llegaron al poder por el voto popular e instalados en este, se volvieron autoritarios, convirtiéndose en explosivos y peligrosos (el gobierno de Hitler en la Alemania de los treinta, el de Hugo Chávez en la Venezuela del 2000 o el ruso en la era Putin). En cambio, el nacionalismo que respeta la democracia va a implicar consensos y aceptación del otro. No es fácil. Reivindicar, por ejemplo, razas postergadas, sin que implique eliminación de los demás. Nace el concepto de lo plurinacional.

 

Los nacionalismos pueden ser xenófobos, de aversión a todo lo extranjero y de valoración superlativa de lo “autóctono”; llegando a eliminar a los otros si acceden al poder como en la Alemania nazi y el prototipo del ario puro como “la raza superior”.  En el otro extremo puede parecer folclórico y hasta cómico, como la “raza cobriza”, emblema de lo nacional en la ideología de don Isaac Humala, padre del expresidente Humala. O abjurar de toda herencia cultural de la conquista, como sucede con muchos grupos nacionalistas, cuyos integrantes llevan nombres españoles, desconocen las lenguas nativas y hablan el castellano por añadidura.

 

El marbete de nacionalismo también puede encubrir cualquier aventura política en nombre de los desposeídos.  Y terminar en comedia o, peor aún, en tragedia, como en la Venezuela post Chávez. O llegar a extremos superlativos en la cultura y sociedad, como en la Cataluña actual, abandonando el cosmopolitismo que la caracterizó en décadas pasadas (allí se gestó el boom de la novela latinoamericana en los años sesenta del siglo pasado) y abogar por una separación política de España.

 

A diferencia de lo que creen ciertos liberales, no todo nacionalismo es malo. Es más, se puede ser un liberal con toques nacionalistas. Siempre es bueno en una cuota moderada, para la estima nacional y sin que haga daño a propios o extraños, como sucede con nuestra gastronomía, reconocida mundialmente. Es una forma de nacionalismo positivo que permite cohesionar socialmente a una nación heterogénea como la nuestra. Y si nos ponemos un poco intelectuales, podemos incluir dentro de este nacionalismo positivo a nuestra prosa. Tenemos una pléyade de narradores y ensayistas de primer nivel, y con cierto orgullo nacional, hasta un Premio Nobel. Y ya no hablemos de los poetas, entre vivos y muertos, muy reconocidos afuera.

 

El nacionalismo es nefasto cuando se sale de toda proporción (creer por ejemplo en razas superiores o en que nuestra gastronomía es la mejor del mundo), o cuando accede al poder con políticas de exclusión y hasta de exterminio del Otro. Pero, en dosis moderadas hasta es bueno, implica autoestima de un pueblo por lo suyo.

Tuesday, July 30, 2024

MADURO, EL ETERNO PRESIDENTE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Las elecciones para presidente en Venezuela donde contra todo pronóstico Nicolás Maduro ha sido ungido como el ganador de la contienda, hace recordar las elecciones amañadas que practicaban los dictadores que ha tenido América Latina. Ahí está Trujillo en República Dominicana dando una apariencia democrática a sus constantes reelecciones o los Somoza en Nicaragua con su tradición dinástica (ahora reemplazada por los Ortega). Repúblicas bananeras como se decía con desprecio. Venezuela se ha convertido en una de ellas hace buen tiempo.

 

En estos regímenes es muy difícil sacarlos del poder por los fuertes intereses de fuera y de dentro para que se mantengan. Algunos estaban ilusionados en una transición a la chilena, manteniendo el chavismo cuotas de poder, sobre todo en las FFAA, pero para que se produjera se requería cierto nivel de institucionalidad del cual adolece Venezuela. (Pinochet en Chile no amañó sino respetó el plebiscito por el cual el pueblo le dijo “no” a la continuación de su gobierno debido a la institucionalidad que goza Chile, aún en dictadura, algo difícil de sostener en Venezuela o en otros países de la región).

 

De país próspero gracias al petróleo, hoy Venezuela debe estirar la mano y mantener contenta con los latrocinios a la cúpula que gobierna. Se está convirtiendo en ese país pobre y sin libertades, inimaginable para los venezolanos hace treinta años. Sin pan y sin libertad, ayudada por Cuba, su gran aliado en la región.

 

Esas transiciones pacíficas las veo difíciles en Venezuela, por lo menos ahora. Tampoco los pronunciamientos de las cancillerías o los retiros del cuerpo diplomático van a sacudir al dictador, ni siquiera se va a sonrojar. Tendría que pasar un hecho dramático muy grave que permita la apertura democrática o que la cúpula en el poder se comience a fragmentar y gane fuerza la alternativa que busque el abandono del régimen y negociar con la oposición ciertas prebendas. Ello incluye a la cúpula de las FFAA, muy cercanas al régimen. Por el momento no creo existan las condiciones para ello.

 

Sirva como lección que todo populismo como el chavismo en su momento solo convierte en más pobres y sin libertades a quienes los llevan al poder. Muchos de los venezolanos en la diáspora votaron por Chávez creyendo que venía una era de prosperidad para todos. El elegir candidatos antisistema que prometen la tierra prometida trae más miseria al pueblo. Después es difícil sacarlos del poder.

Tuesday, July 23, 2024

DUNE: IDEOLOGÍA Y JUSTIFICACIÓN DE LAS GUERRAS SANTAS

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La adaptación al cine de la novela de Frank Herbert rondaba desde los años 70, siendo Alejandro Jodorowsky el encargado de llevarla a la pantalla; pero, el desmesurado proyecto del chileno, la cantidad de horas que iba a tener el filme y el presupuesto que se desbordaba más allá de todo límite hicieron cancelar la adaptación hasta nuevo aviso. Por lo que quedó (existe un documental al respecto) iba a ser una recreación de la novela en ese estilo hiperrealista propio de Jodorowsky. Por cierto, el diseño visual y argumentativo del proyecto inspiró películas de la época como Star wars, Alien, Blade runner o la célebre Terminator.

Los elementos de la novela eran bastante atractivos para llevarlos al cine, así que, ante el fallido proyecto de Jodorowsky y habiendo comprado los derechos de la novela Dino de Laurentis, habría que esperar a 1984 para la primera adaptación.  

Luego de descartar algunos nombres y ante el éxito que tuvo el film El hombre elefante (1980), el convocado fue David Lynch. Si bien los efectos especiales no fueron los mejores, su adaptación de Dune (1984) no es mala; aunque, resumir una compleja novela en poco más de dos horas era un reto difícil, hasta para el mismo Lynch. El final del filme daba a entender una continuación, pero vista la baja taquilla que tuvo en su estreno, esta nunca llegó. Actualmente se la considera como una película de culto.

 

Habría que esperar casi 40 años para una segunda adaptación cinematográfica. El encargado fue el canadiense Denis Villeneuve, imaginamos por contar en su haber con el inquietante filme de ciencia ficción La llegada (2016), pero sobre todo por los méritos de Blade runner 2049 (2017), notable secuela de la célebre película distópica de Ridley Scott.

 

Si bien la novela por fines comerciales ha sido catalogada como una de space opera, Dune es compleja y de ritmo lento. Sus personajes tienen largas interiorizaciones de sus dudas o de lo que piensan del otro, lo que interrumpe la acción a la que se encuentra acostumbrado un lector de este tipo de libros. De las casi 800 páginas, en las cien primeras el lector lego en la trama, desconoce hacia dónde lo lleva. El inicio es una presentación bastante morosa de los personajes y en especial de la familia del Duque Leto. Se usan muchos nombres propios de la religión musulmana, a tal punto que el autor tuvo que agregar como anexo al final de la novela un diccionario de términos. Y, el desenlace es una suerte de anticlímax. No es el héroe que se comporta en forma altruista. Paul más que como mesías se comporta como ganador de la batalla, repartiendo el botín de guerra y lo que le toca, incluyendo la mano de la hija del emperador, lo que consolidará su ascensión al trono.

 

La novela de Frank Herbert trata precisamente temas como la lucha por el poder y la religión como sustento del orden social y político, organizado maquiavélicamente por las Bene Gesserit, hermandad monástica femenina y que tras bastidores organiza alianzas, planifica líneas de sucesión genética, planea intrigas o elimina rivales. Más que una novela de ciencia ficción, Dune es una novela de intrigas políticas, ambiciones desmesuradas y mesías que justifiquen un orden dominante. Y detrás de todo ello la eterna condición humana, igual ahora que en el pasado o en un futuro lejano.

 

*****

 

 

Para la adaptación, Villeneuve ha contado con un respetable presupuesto y la confianza que se tendrá una trilogía, de la cual las dos primeras partes ya han sido proyectadas.

 

La primera parte (2021) es una presentación de los hechos y los personajes hasta la traición que sufre el Duque Leto y la masacre de casi la totalidad de los atreides.

 

La segunda parte (2024), luego de contactarse Paul y su madre Jessica con los fremen, permite adentrarse a temas que son actuales como las guerras de liberación nacional o las justificaciones políticas para las guerras santas que están asolando el mundo.

 

Tanto el filme como la novela terminan con la ascensión de Paul al trono de emperador del universo conocido, con lo cual concluye la primera novela de la saga, cuyo argumento ha sido respetado con ligeros cambios (frente al éxito de la primera entrega, Frank Herbert escribió hasta seis novelas sobre Dune; luego su hijo continuó con la saga).

 

¿Es Paul el mesías que los fremen esperaban? ¿Se cree Paul realmente el mesías? ¿El mesías es solo una invención para sostener un orden social y político como se da a entender en la novela? El mismo Paul se hace estas preguntas. Como apuntamos, la novela tiene muchas preguntas de los personajes, inquietudes, introspecciones de los mismos. La versión de Lynch quiso rescatar esos momentos interiores, aspecto que ha obviado la versión de Villeneuve.

 

Como todo mesías implica una serie de profecías y la constitución de una religión más o menos orgánica en torno a este, con los correspondientes mitos y organización jerárquica. Todas las grandes religiones han tenido un mesías, un “enviado de Dios”.

 

Pero no solamente es lo sagrado de “aquel enviado por Dios”, sino el uso político y bélico que se le da. Religión y política. Las justificaciones que pueden derivar para una “guerra santa” contra los “infieles”. La yihad. Las semejanzas con la realidad presente son más que evidentes.

 

Religión y política siempre han ido de la mano. La religión sirve para controlar el orden social. Las Bene Gesserit tienen por misión que la galaxia marche en un orden definido. Es un poder religioso que se utiliza para un control político. Toda religión usada en un contexto sirve como pretexto político y justificación de guerras. Ese aspecto es el que desarrolla el filme, con el agravante de irse construyendo como mesías el personaje principal, contando con la ayuda de la madre, Jessica, convertida en Reverenda madre entre los fremen y que astutamente acentuará los presagios de las profecías a favor de su hijo para que gane adeptos y poder. (En la novela el mito del mesías lo difundieron en un tiempo remoto las propia Bene Gesserit a fin de controlar a los fremen y mantener en orden el imperio).

 

Es curioso que, en ese contexto, un grupo de los fremen cree a pie juntillas en la llegada del Mesías encarnado en Paul, mientras otro grupo encarnado por la propia Chani, pareja de Paul, no cree en un mesías de fuera, sino en la liberación de su pueblo por los propios fremen. No creen en una guerra santa, sino en una guerra de liberación nacional. (El personaje de Chani es más convencional y resignado en la novela, en la adaptación de Villeneuve posee más independencia de criterio).

 

La tercera parte, El mesías de Dune, adaptación de la segunda novela de Frank Herbert, se encuentra en desarrollo, sin fecha precisa, pero con Denis Villeneuve al mando todavía, salvo cambios imprevistos de producción.

 

Dune trata temas de actualidad, como los fanatismos religiosos que se creía extintos. La justificación es la misma: castigar a los “infieles”, la razón está de parte de quien mata en nombre de Alá o de Jehová, el nombre es un símbolo, por lo que está fuera de discusión las creencias que motivan la guerra. Si no se tiene nada que perder y se tiene la convicción de luchar por lo justo, no sorprende que prenda entre tantos seguidores. Así ha sido en todas las guerras, religiosas o laicas, siempre al amparo de una ideología. Dune pone en evidencia un hecho que es de palpitante actualidad.

Sunday, July 14, 2024

LA CHICA DE LA TELE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Solo pocos pueden mantenerse veinte años consecutivos en la televisión. Yola Polastri fue una de esas escasas figuras que marcan una época. Es muy posible que ese ritmo frenético que comenzó a temprana edad le haya pasado factura en el ocaso de su vida. No es fácil. Requiere mucha disciplina, constancia, tesón, luchas y, sobre todo, innovarse. Recrearse constantemente. Yola lo hizo con méritos, enfocada en su público objetivo: los niños.

 

Aparece cuando los programas para niños eran bastante naif y en blanco y negro. El tío Johnny y la señora gallina en un canal y Cachirulo y Copetón y las marcianitas en el otro. Era la época en que solo existían tres canales de televisión y ni remotamente había aparecido la señal digital, ni menos la tv por cable o el internet. No había mucho de donde escoger.

 

El año de su debut, 1972, en pleno gobierno militar. Y naturalmente la frescura de una chica de 22 años, carismática y empática, cautivó a los niños. Desde allí fue llamada la chica de la tele. Era difícil competir con ese torbellino que apareció en la televisión nacional.

 

Pero, a diferencia de los programas infantiles de ese entonces, Yola supo recrearse constantemente. Renovar vestuario, juegos, la pauta del programa. Porque no solo era la animadora que le ponen un guion, sino la productora del programa. De allí sus constantes viajes a Miami de donde traía ideas y vestuario, en una época donde no sabíamos que había programas similares en otras latitudes.

 

La pregunta final en toda entrevista era por qué no se casó y tuvo hijos. Pretendientes debe haber tenido, y para escoger, pero su independencia de carácter le impedía estar sujeta a otra persona. Lo dijo con un ejemplo. Si yo puedo cambiar un foco en mi casa, para que voy a tener un marido que cambie el foco. Sin proponérselo fue una abanderada del feminismo y la independencia económica de la mujer. Y, en cuanto a los hijos. En esa época la subrogación asistida o la inseminación artificial no estaban de moda y sus niños del programa pasaron a ser una suerte de hijos putativos.

 

Muchos creen que la tv era su principal fuente de ingresos. Como ella misma declaró, la tv en esa época no pagaba tanto. Su principal fuente de ingresos fueron los shows en vivo, era infaltable en la Feria del Hogar en los años 80, el merchandising con muñeca propia incluida y los discos de vinilo que sacaba en promedio uno por año, en una época en que la piratería no existía. En qué fiesta infantil no faltaban las canciones de Yola. A diferencia de los animadores que la precedieron, supo marketearse, venderse a su público objetivo. Ahorrar para la vejez.

 

Sí, porque esto de la tele no es eterno. En los 90 aparecieron otros programas infantiles, como Nubeluz, más sofisticados y con animadoras más jóvenes. Los almanaques no pasan en vano. Pero, no se retiró totalmente a sus cuarteles de invierno. En su imponente casa-taller de La Molina continuó formando burbujitas y apareciendo ocasionalmente en especiales y shows en vivo. Hasta la pandemia estuvo activa.

 

Yola Polastri, Kiko Ledgard, Augusto Ferrando, Genaro Delgado Parker en la producción, son algunos nombres de aquella época ahora remota y legendaria de la televisión nacional, cuando todo estaba por hacer y, como en la novela de García Márquez, nada tenía nombre.

Monday, July 08, 2024

¿CINE CON VALORES DEMOCRÁTICOS?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El proyecto de ley de la congresista Adriana Tudela acerca de una ley de cine ha tenido detractores y defensores. El flanco más criticado ha sido si la nueva ley censuraría proyectos concursables que sean incómodos al gobierno de turno. Por otro lado, ¿se podrá regresar, como algunos plantean, a las cuotas obligatorias de pantalla, como fue en el gobierno militar?

 

Debemos tener presente que hace muchos años que el cine nacional se divorció de su audiencia nativa. Películas que antes eran vistas por medio millón de espectadores es un sueño de una noche de verano en el ahora de cualquier cineasta nacional. Ni el cine comercial peruano llega a esas cifras y generalmente pasa sin pena ni gloria por la cartelera local.

 

Es cierto que el DL 19327 del gobierno militar propició en veinte años de vigencia todo un semillero de jóvenes cineastas. Francisco Lombardi, la figura emblemática de aquella generación, no habría podido desarrollar su vasta obra si no fue bajo el amparo del DL del general Juan Velasco Alvarado. Cuotas de pantalla obligatorias, parte de la taquilla para un fondo de cine, innumerables documentales y cortos hubieran sido imposibles sin el DL 19327.

 

Las ventajas comparativas de aquella ley son imposibles ahora. Menos obligar a cuotas de pantalla a las exhibidoras, anegadas de blockbusters de todo tipo. Los canales de difusión del cine han cambiado también. Cada vez son menos los que asisten a ver un filme a pantalla completa y prefieren verlo en la comodidad de su hogar. Lo digital ha venido a revolucionar las formas de hacer y ver cine.

 

El quid del proyecto de la congresista Tudela es lo que se podría calificar como qué atenta contra los valores del sistema democrático o haga apología de la violencia y el terrorismo como para no darle fondos en un proyecto concursable.

 

Mirado en blanco y negro es razonable poner esos filtros. Es sensato, más si se trata de fondos donde está en juego dinero público, de todos los contribuyentes. El problema está en los grises, en lo fronterizo y quién calificaría si el filme va en contra de los valores democráticos o hace apología del terrorismo.

 

En otras palabras, si se trata de funcionarios serviles del gobierno de turno es probable que muchos proyectos en esa zona gris o ambigua no pasarían. Sería una censura indirecta.

 

Películas como La última tarde (2016) de Joel Calero, donde los personajes principales son dos ex terroristas no pasaría los estándares de clasificación que propone el proyecto. Y tengo entendido que La piel más temida (2024) del mismo director está en una zona mucho más gris y ambigua que propició calificativos de proterrorista de cierta crítica, sin serlo me parece. De repente hasta el documental La revolución y la tierra que trata sobre la reforma agraria del gobierno de Velasco podría ser calificado de atentar contra los valores democráticos. Ya no hablemos de películas sobre la vida de Javier Heraud que sacan ronchas a cierto periodismo de opinión.

 

En fin, ese es el tema. De aprobarse el proyecto de ley, quién calificaría si un proyecto concursable va contra los valores del sistema democrático o es apología del terrorismo. Los valores democráticos se entiende. Lo de quién se hace cargo de decidir qué es y no es, ahí está el detalle.

 

No es tanto los ojos, sino el anteojo.

Monday, July 01, 2024

¿GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Más allá de las dudas razonables que existen si fue realmente un golpe de estado en Bolivia o un distractor político de los graves problemas económicos que está atravesando el país altiplánico y así “bañarse en olor a multitud” el presidente Luis Arce y tener mayor ventaja frente a sus oponentes en las elecciones de 2025; la pregunta es si los golpes de estado promovidos en los cuarteles siguen vigentes en la región y cuan fuerte es nuestra democracia para resistirlos.

 

Los golpes de estado militares clásicos, con pronunciamientos del general de turno de “salvar a la patria”, adhesión de los altos mandos de las fuerzas militares y policiales, amén de la tradicional sacada de tanques, ya no se ve. Con el fin de la guerra fría y la implosión de la Unión Soviética, el Departamento de Estado norteamericano ya no promueve tampoco ni avala como antaño golpes de estado en la región contra el “terror comunista” que se vivía en aquellos años y acepta de buen grado que los problemas políticos internos deben ser resueltos respetando más o menos las formas democráticas.

 

En vista del poco desarrollo institucional de nuestros países, lo que hemos presenciado en los últimos treinta años son los llamados autogolpes de estado. Es decir, el presidente constitucional de la república en funciones y sin mayoría parlamentaria, con la aprobación tácita o explícita del alto mando militar, cierra los otros dos poderes del estado y asume plenas facultades de dictador. Fue el caso de Alberto Fujimori en 1992 o de Martín Vizcarra en 2019. Pedro Castillo quiso continuar con la tradición en 2022, pero su golpe de estado fue fallido.

 

En los casos de Fujimori y Vizcarra se tuvo que respetar las formas democráticas y convocar a regañadientes y de inmediato a elecciones, sea para un Congreso Constituyente Democrático el primero o para completar el período faltante el segundo. 

 

Igualmente, las intentonas de impedir la asunción al cargo del presidente electo, como en Brasil en 2023, son condenadas extensamente y van al fracaso inmediato.

 

Uno pensaría que la democracia en la región está enraizada; pero salvo contados países, en la mayoría es frágil y se queda en el cascarón, vaciada de todo contenido, como en Venezuela o Nicaragua; o la democracia se degrada en gobiernos autoritarios como en El Salvador de Bukele o el Perú de Alberto Fujimori en los 90. Y, en los demás países la democracia marcha con tropiezos, vacando el Congreso o presidentes cerrando parlamentos; aparte que la ciudadanía no es muy afecta a la institucionalidad democrática, haciéndose carne la célebre frase de un conocido dictador peruano “la democracia no se come”.

 

¿Eso significa que los golpes de estado son cosa del pasado en la región? No necesariamente. Pueden ser usados como última ratio cuando los recursos democráticos (vacancia, obstruccionismo parlamentario, cierre del congreso, guerra jurídica a los presidentes o a los candidatos de oposición, el conocido lawfare) fallan o no tienen tanta efectividad. Igualmente, cuando la oposición no cuenta con mayoría en el parlamento o es demasiado débil o fragmentada, existe la tentación de llamar a los cuarteles.

 

¿Significa que Bolivia estaría regresando a la vieja tradición de llamar a los militares cuando los civiles ya no pueden gobernar o ponerse de acuerdo?

 

Es cierto que la situación política es complicada en Bolivia, con Luis Arce y Evo Morales, pertenecientes al mismo partido político, peleándose a luz pública por el poder y poniéndose uno a otro zancadillas. Asimismo, el panorama económico no es nada halagüeño. Habiendo gastado entre Morales y Arce en una farra fiscal todo el dinero producto del gas exportado, ya no quedan dólares y los productos básicos escasean. Es la consecuencia de políticas populistas y ahora ya no hay plata en la caja pública. Con más informalidad que la nuestra y una economía ilegal bastante próspera, difícilmente pueden ejecutar una política tributaria sobre todos. Es complicada su situación económica y de pronóstico incierto.

 

Pero, la pregunta inicial sigue vigente. ¿Fue un golpe verdadero o una escenificación teatral para subir los réditos del presidente en ejercicio que quiere quedarse en el poder como su ex compañero de partido Evo Morales?

 

Pareciera que se trató solo de un show para subir réditos Luis Arce y que la gente se olvide de los problemas económicos o, por lo menos, no le eche tanto la culpa.

 

Pero eso no quita que los golpes militares a la vieja usanza puedan volver. Quizás cuando los estados de la región se conviertan en estados fallidos o estén próximos a serlo, o cuando las economías ilegales hayan tomado el poder real y teman perder lo ganado, de repente allí si estaríamos ante un golpe militar como los de antaño. Como dijo un célebre historiador, los militares son el partido político más antiguo. Estar atentos.

Monday, June 24, 2024

INSTITUCIONES O PERSONAS. ESCUELA NACIONAL DE LA MAGISTRATURA, ¿SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS JUDICIALES?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El proyecto de reforma constitucional que propone eliminar la Junta Nacional de Justicia y crear en su lugar la Escuela Nacional de la Magistratura, políticamente es similar al que en su momento Martín Vizcarra, entonces presidente de la república, propuso de eliminar el Consejo Nacional de la Magistratura y crear en su lugar la JNJ. Mocos por babas.

 

Es que se parte del supuesto que la institución es la que no funciona, cuando en realidad son los que la operan, sometidos muchas veces a intereses ajenos a la juridicidad.

 

Pasó en su momento con el CNM, creado según el modelo italiano. Había consejeros que obedecían a intereses subalternos para nombrar o destituir jueces y fiscales, y se propuso su sustitución por la JNJ.

 

La JNJ ha cometido los mismos errores que su antecesora. Obedeció a intereses subalternos para nombrar jueces y fiscales, esta vez de “orientación caviar”, y destituir a los incómodos, como la defenestrada Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

 

Amén que la JNJ hizo espíritu de cuerpo con un miembro que excedía todo límite de edad para quedarse en el cargo, pero que su voto era importante para continuar nombrando o destituyendo jueces y fiscales afines a su signo. Ello causó mucho daño y desprestigio a la JNJ y ha sido excusa para sustituirla por la Escuela Nacional de la Magistratura.

 

¿Solucionará la institución creada los problemas de la justicia? Evidentemente que no, De aprobarse el proyecto lo que sucederá es que la nueva institución será copada por personas afines a la línea política de quienes propusieron el cambio. Los problemas de la justicia continuarán allí, incluso se agravarán, como es evidente en el Ministerio Público.

 

Toda reforma demora, pero bien hecha puede durar un largo tiempo. El problema es cuando las instituciones judiciales son coaptadas por tendencias políticas o intereses en uno u otro sentido. Allí se termina cualquier reforma.

Tuesday, June 18, 2024

MÉXICO, AMLO Y LA CUARTA REVOLUCIÓN

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


¿Explica solo el populismo del gobierno de AMLO el triunfo de su candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum y heredera de su “cuarta revolución”? Por lo menos es una explicación sesgada.

 

Es cierto que los subsidios a sectores populares aquí y allá convencen a votantes, sobre todo aquellos que nada tienen, pero no es determinante para ganar una elección presidencial. Y la diferencia abismal de votos entre la candidata oficial y la de la oposición no se explica únicamente por “el dinero gratis” que el gobierno de AMLO haya repartido a manos llenas.

 

Claudia Sheinbaum no es una candidata carismática, que arrastre votos por su solo verbo o presencia; pero el pueblo mexicano está a favor de AMLO (y por tanto de su candidata), algo que a nosotros y a buena parte de la oposición azteca les puede parecer extraño, aunque de repente no lo es tanto.

 

Entre nosotros, Alberto Fujimori tenía un arrastre popular hasta el fin de su mandato. Arrastre a pesar de las denuncias por corrupción, robo, violación de DDHH que cargaba su gobierno y que pese a ello sirvió de base para crear Fuerza Popular, heredera directa del fujimorismo. Ese hecho tampoco lo entendía acá la oposición. Que el pueblo, no obstante las graves denuncias, veía a Fujimori como alguien de los suyos, era “el Chino”, más allá del populismo de su gobierno.

 

Algo similar sucede en México, donde la gente del pueblo se siente identificada con López Obrador (AMLO) más allá de los subsidios que su gobierno concede a diestra y siniestra. Súmese a eso que la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, representaba a los partidos que en México fueron un fracaso sus últimos gobiernos, incluyendo al ahora alicaído PRI. Y, a pesar de sus orígenes populares, no tiene esa capacidad de arrastre que tiene AMLO. La verdad Xóchitl Gálvez la tenía cuesta arriba y muy difícil.

 

¿Eso significa que México va a regresar a la dictadura perfecta del partido único en el poder como en los tiempos dorados del PRI?

 

Si bien AMLO (antiguo militante del PRI) sueña con convertir a Morena, su partido, en el PRI del siglo XXI, habría que ver. Dos gobiernos sucesivos del mismo partido no hacen un verano priista. Es posible que traten de quedarse más de dos gobiernos, con buenas o malas artes, de eso no hay duda, pero los tiempos han cambiado. Los años 40, 50 y 60 del siglo pasado son muy distintos a los actuales. La hegemonía única de un partido enraizado en la sociedad y el estado es más difícil que antes.

 

Las capas medias y los sectores más modernos de México se desprendieron del PRI a fines del siglo pasado cuando ya no les servía como vehículo político y buscaron otras alternativas que los represente mejor. Para que el partido de AMLO tome la posta de aquellos años y ejecute su soñada “cuarta revolución” tendríamos que retroceder en el tiempo, algo también un poco difícil de hacer.

Tuesday, June 11, 2024

LA ULTRADERECHA GANA EN EUROPA

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El triunfo de la ultraderecha en las elecciones para el Parlamento europeo es, parafraseando al Nobel colombiano, la crónica de un triunfo anunciado. No iba a ser insólito que las fuerzas del centro o centroizquierda perdiesen curules frente al descrédito que tienen entre la población.

 

Las iniciativas aperturistas a migrantes musulmanes con subsidios de todos los contribuyentes, el ritmo lento de recuperación económica y la inflación por la emisión inorgánica de dinero que sacudió la Europa post pandemia, elevando el costo de vida, amén del retardo tecnológico que viene sufriendo el viejo continente, dejó insatisfechos a muchos, que ya no se sienten representados por su Estado. O, para decirlo con otras palabras, el gran consenso del estado de bienestar europeo luego de la II Guerra Mundial llegó a sus límites y merece una revisión severa.

 

Es que Europa en tecnología de punta se está quedando bien atrás frente a EEUU y China, en parte por las excesivas regulaciones desde Bruselas, lo cual preocupa porque el viejo continente dejaría de ser el gran innovador tecnológico que fue en siglos pasados. Europa estuvo a la cabeza de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX. Esta vez no encabezaría la revolución que se está produciendo por la Inteligencia Artificial, cuyas repercusiones en todo sentido serán igual de grandes o quizás más que aquella revolución tecnológica de hace 200 años.

 

El comportamiento tibio de gobiernos como el de Macron están dando paso a gobiernos de derecha más nacionalistas y xenófobos (se echa la culpa al extranjero de quitar los puestos de trabajo o mantenerlos con nuestros impuestos), lo cual siempre es canto de sirena para los desplazados del sistema, muchos de estos blancos pobres y sin estudios.

 

Desde ese punto de vista no es sorprendente que en Italia o Francia gane la extrema derecha, pero sí preocupante que en Alemania haya quedado segundo el partido neonazi Alternativa para Alemania. Ya no es solo un partido nacionalista o populista como muchos, sino uno que cree en la supremacía blanca y razas predestinadas. Y sobre todo que haya ganado en lo que era Alemania oriental, ex comunista y poco convencida todavía de las bondades democráticas.

 

No hay que olvidar que los partidos de extrema derecha eran minoría hasta hace pocos años, mirados a veces como apestados o folklóricos en el mejor de los casos. Así comenzó el Partido nacional socialista alemán en los años 20 del siglo pasado, con un tipo bajito, con una raleada audiencia en sus comienzos y que parecía poseído por los demonios cuando peroraba, siendo su blanco favorito los judíos, causantes de todos los males de la Alemania de ese entonces.

 

Algunos dicen que en Europa se vive el ambiente enrarecido de los años 30, previo a la II Guerra Mundial. Ambiente confuso, revuelto, donde el centro pierde espacio y los extremos ganan poder, lo cual se complica con la Rusia de Putin que sueña con los aires de grandeza cuando fue hegemón como la desaparecida Unión Soviética.

 

Tomando prestado el título de una novela de Mario Vargas Llosa, son tiempos recios.

Monday, May 27, 2024

¿SEGUIMOS SIENDO COLONIA?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


        Es la constante que se repite en las más de 470 páginas el Dr. Hugo Neira en su libro El mundo meosamericano y el mundo andino, primero del díptico de historia comparada entre Perú y México.

 

El profesor Neira aplica el método de la larga duración en la historia, método que permite estudiar constantes históricas que se repiten a lo largo del tiempo, más allá de lo coyuntural. Neira analiza desde la formación de los grandes imperios precolombinos en México y Perú, la larga etapa virreinal hasta llegar cerca a los movimientos independentistas de inicios del XIX, lo que tratará en el libro de continuación El águila y el cóndor.

 

En propiedad, los aztecas fueron una confederación de tres clanes dominantes; en contraposición los incas eran un imperio unitario que iba anexando territorios. Tanto aztecas e incas eran imperios jóvenes cuando ven interrumpida su expansión por la conquista y el brutal exterminio que produce no tanto la espada, sino las enfermedades contagiosas que vinieron de Europa. A inicios del XVII quedaba aproximadamente el diez por ciento de la población original americana, casi toda diezmada por la viruela, quienes sobrevivieron fueron muy pocos. (En la novela El espía del inca se cuenta como la viruela, en plena conquista, diezmó a los antiguos peruanos).

 

La empresa de la conquista, como empresa privada. Tanto Cristóbal Colón cuando llega a América, como los conquistadores recurrieron a empréstitos privados para la empresa que se habían trazado. Mercaderes y banqueros de Europa financiaron la conquista con la esperanza del oro y plata, y sobre todo las especies que supuestamente existían en el continente. A la corona de Castilla no le costó nada el nuevo mundo que pusieron a sus pies Pizarro y Cortés. El futuro imperio español heredó gratis tierras que equivalían a Europa y Asia juntas.

 

Los conquistadores llegan a América teniendo a los Reyes Católicos de Castilla y Aragón como soberanos, los cuales por el sistema estamental que databa de la edad media debían otorgar a sus súbditos tierras y títulos de nobleza en retribución. Pero cuando termina la conquista hacia 1540, por una serie de alianzas, se convierte en el reino de España con un rey que venía de Alemania, y que despreciaba hablar el castellano. Había comenzado el dominio de los Austria y lo que se conocería después como el imperio español.

 

La pregunta que se hacen los Austria es cómo controlar un inmenso imperio, lejano a la corona y cuyas riquezas son necesarias. Ya tenían problemas con los dominios en Europa y las guerras religiosas. La preocupación era cómo controlar un imperio tan vasto y lejano sin que se disgregue en pequeños reinos autoproclamados.

 

La respuesta estará en la administración. Van a tener un virrey, enviado directo del rey, pero que más es un funcionario que un representante del monarca. El virrey era un funcionario con sueldo. Una audiencia que fiscalice al virrey, delegación en indígenas nobles (los curacas) el control de la población y el territorio, y una indeterminación de competencias de cada uno, incluyendo de frailes y clero, que les haga pleitear entre ellos y la solución sea recurrir al rey en la metrópoli. Podían tener tierras, vasallos, pero no títulos nobiliarios que los haga ascender socialmente. Los criollos podían enriquecerse y los funcionarios del rey coimear. Un sistema de contrapesos perverso donde nadie tenía poder absoluto y era válido enriquecerse en forma nada santa, pero debiendo lealtad al rey. Se crea una burocracia corrupta en el estado y un mercantilismo “en el sector privado” que prevalece hasta nuestros días.

 

En este sistema se crea el patronato. Una entidad religiosa pero mandada por el rey, el poder político, quien elegía a la jerarquía eclesiástica que venía a América. El patronato nace en plenas guerras religiosas en Europa. Supuestamente era para mantener la fe de los súbditos en América. Hay una dominación política (el rey designa a los obispos en América) y una dominación mental. Lo que Neira llama el pensamiento tridentino. La creencia sin dudas ni murmuraciones en el dogma católico. Nosotros no vivimos la sana crítica que en aquellos años vive Europa por el cisma de la Iglesia y que dará lugar al pensamiento de la ilustración en el siglo XVIII, los grandes descubrimientos técnicos y científicos, la economía de mercado y el nacimiento de la democracia representativa como forma política.

 

Ese pensamiento tridentino que nos mantuvo alejados de los grandes cambios que se vivieron en Europa, prevalece hasta ahora en el continente. No es raro por acá no se haya desarrollado la ciencia, ni que haya afianzado, salvo excepciones, la democracia, menos aún la tolerancia al pensamiento ajeno. Todavía funciona en nuestra mente el “besamanos” al poderoso, la adulación o la coima para obtener un puesto de trabajo o un beneficio, y la democracia es apenas una palabra con la que se llenan la boca los políticos.

 

Nuestro esquema mental sigue siendo colonial. No hemos cambiado. Las ideologías son las nuevas religiones. Y el adversario político es un enemigo al que se debe eliminar. Matarte he o matarme has como decían los viejos castellanos. Los lazos de amistad o de familia importan más para el ascenso social que el mérito propio, y todo aquel que llega al poder, sea de izquierda o derecha, irremediablemente se ve envuelto en negociados y entrega de dádivas. Estanos lejos de una burocracia técnica y eficiente como lo quería Weber. El cargo en el estado es producto de la cercanía con el que está en el poder en ese momento. Y celebrar un negocio con el estado es producto no de la experiencia y capacidad de la empresa, sino de la cercanía con el poder. Lo hemos visto innumerables veces.

 

El pensamiento tridentino sigue vigente.

 

El XVIII es el siglo de la crisis del imperio español. Los borbones llegan al poder y se dan cuenta que los gastos en mantener las colonias era más que los ingresos. De allí nacen las reformas borbónicas. Tímidamente un libre comercio, mejor recaudación de impuestos, división territorial en intendencias, nuevos virreinatos para administrar mejor. Hasta se habló en ese momento de convertir los virreinatos en reinos con príncipes españoles a fin de gobernarlo mejor. Demasiado extenso y demasiado complicado.

 

Las reformas borbónicas van a afectar los intereses de los criollos, quienes se habían enriquecido enormemente. El malestar que produce afectar sus bolsillos será el primer paso para pensar en desligarse de la metrópoli. La invasión de Napoleón a España, la abdicación de los reyes a su favor, será el comienzo de la gesta de la independencia; pero una independencia que no busca la integración y bienestar de todos, solo de los criollos.

 

Curiosamente estos no podrán manejar políticamente el país. No habrá una clase política, salvo excepciones como la de Pardo hacia la década de 1870. Las consecuencias fueron el caudillismo militar y toda la turbulencia política que vivió nuestro país y el continente a lo largo de los siglos XIX y XX.

 

Libro poco convencional de historia. Bastante ambicioso. Abarca historia social, económica, institucional e historia de las mentalidades. Más para reflexionar de lo que somos y como tan poco hemos cambiado desde hace ya 500 años.


*Hugo Neira: El mundo mesoamericano y el mundo andino. Universidad Ricardo Palma, 2016, 478pp.

Sunday, May 19, 2024

EN AGOSTO NOS VEMOS

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La génesis de En Agosto nos vemos es conocida: Gabriel García Márquez (GGM) escribe y corrige la novela (novela corta o relato para ser más preciso) entre fines de los 90 e inicios del 2000. No estando satisfecho del resultado final, prefirió no publicarla. Aparte que la pérdida continua de la memoria en sus últimos años le impedía continuar con plenas facultades su labor creativa, por lo que el manuscrito quedó encarpetado y hasta con cinco versiones diferentes según nos cuenta el editor. Fallecida también la esposa del Nobel colombiano, Mercedes Barcha, y cumplidos diez años de la muerte del escritor, sus hijos y herederos directos se han sentido con más libertad para la publicación de la novela (como también para vender a Netflix los derechos de Cien años de soledad, algo a lo que siempre se resistió GGM por considerar infilmable su novela más conocida).

 

Más allá de las cuestiones crematísticas o de contrariar las decisiones últimas del autor en lo que era la publicación de la novela, debates extraliterarios al fin y al cabo, estamos ante una obra que se nota terminada, quizás no tan pulida como otras obras suyas, no faltan capítulos, tiene un final (no muy logrado), ni tiene los vacíos de una obra inacabada; pero, no es lo mejor de GGM. Se deja leer, estamos de nuevo frente a la magia del caribeño, atrapa al lector en ese estilo barroco que practicaba con notable eficacia, aunque no vamos a presenciar “la magia mayor” de sus mejores novelas. El relato cumple y punto.

 

Es también uno de los más cercanos en tiempo. Ambientado en los años 90 del siglo pasado, una mujer en la cincuentena visita en el mes de Agosto todos los años la tumba de su madre ubicada en una isla y en los últimos años ha tenido, sin proponérselo, deslices amorosos con hombres desconocidos que visitaban la isla por motivos turísticos. Cada capítulo es un lance con un hombre distinto y circunstancias también diferentes.

 

Esa repetición como leit motiv ha hecho que algunos críticos señalen que la novela es repetitiva a lo largo de las páginas; aunque la magia del colombiano hace que no se note demasiado. Aparte que la inercia de un matrimonio que ya no tiene nada nuevo que aportar, con hijos grandes que hacen su vida a su manera, con la rutina a la vuelta de la esquina y una estabilidad económica que les permite vivir con relativa holgura, completan la decisión de la protagonista de vivir romances furtivos cada vez que visita la tumba materna.

 

El propio nombre de la protagonista, Ana Magdalena Bach, como muchos nombres de personajes de GGM dice mucho. Los melómanos no olvidarán que Bach, músico del barroco como GGM de la narrativa, repetía los patrones musicales de sus composiciones, arreglándolas de tal manera que parecían notas originales, algo parecido a los capítulos del libro, donde la historia de los lances amorosos se repite, pero cambian las circunstancias.

 

En lo socio-económico vemos cambios que se producen en las visitas de Ana Magdalena a la isla. Ya no es ese Caribe paradisíaco, casi edénico, de las obras mayores, libre de la “contaminación occidental”. Vemos que una isla de pescadores pobres gradualmente pasa a convertirse en un centro turístico para gente rica, con los lujos y excentricidades que conlleva. En ese sentido se entiende la decisión de Ana: llevarse los restos de la madre con ella y darse cuenta que es su vivo reflejo en lo personal y afectivo. Ya no es la isla que conoció la madre (hay indicios que sugieren que ella también tenía lances amorosos en la isla, razón por la cual quiso ser enterrada allí, aunque GGM no lo llega a desarrollar). Los tiempos y condiciones van cambiando. Al final de las páginas la protagonista ha sufrido un cambio interno, una madurez emocional y afectiva, no será la misma del inicio de la trama.

 

Carmen Balcells, la famosa agente literaria de los escritores del boom latinoamericano, sostenía que García Márquez era como un genio irresistible de la naturaleza, mientas Vargas Llosa era el alumno aplicado de la clase. Algo así como “el chanconcito”. No menospreciaba el talento del Nobel peruano (era su agente literaria, así como de GGM); pero, a diferencia del peruano, cuya arquitectura novelística tiene un evidente sello racional de construcción, que hace que sus novelas parezcan “frías”, cerebrales; el colombiano era más intuitivo, sin construcción previa ni planos tan detallados de cada piso del edificio narrativo que iba construyendo, lo que hacía que sus novelas parecieran “más cálidas” (y vendieran más copias que las de MVLL). Como dirían los españoles le nacía de los forros lo que escribía. En Agosto nos vemos, aunque en un modo tranquilo y menor, más de brisa suave que de tormenta, ratifica ese genio irresistible de la naturaleza.