Monday, June 24, 2024

INSTITUCIONES O PERSONAS. ESCUELA NACIONAL DE LA MAGISTRATURA, ¿SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS JUDICIALES?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


El proyecto de reforma constitucional que propone eliminar la Junta Nacional de Justicia y crear en su lugar la Escuela Nacional de la Magistratura, políticamente es similar al que en su momento Martín Vizcarra, entonces presidente de la república, propuso de eliminar el Consejo Nacional de la Magistratura y crear en su lugar la JNJ. Mocos por babas.

 

Es que se parte del supuesto que la institución es la que no funciona, cuando en realidad son los que la operan, sometidos muchas veces a intereses ajenos a la juridicidad.

 

Pasó en su momento con el CNM, creado según el modelo italiano. Había consejeros que obedecían a intereses subalternos para nombrar o destituir jueces y fiscales, y se propuso su sustitución por la JNJ.

 

La JNJ ha cometido los mismos errores que su antecesora. Obedeció a intereses subalternos para nombrar jueces y fiscales, esta vez de “orientación caviar”, y destituir a los incómodos, como la defenestrada Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

 

Amén que la JNJ hizo espíritu de cuerpo con un miembro que excedía todo límite de edad para quedarse en el cargo, pero que su voto era importante para continuar nombrando o destituyendo jueces y fiscales afines a su signo. Ello causó mucho daño y desprestigio a la JNJ y ha sido excusa para sustituirla por la Escuela Nacional de la Magistratura.

 

¿Solucionará la institución creada los problemas de la justicia? Evidentemente que no, De aprobarse el proyecto lo que sucederá es que la nueva institución será copada por personas afines a la línea política de quienes propusieron el cambio. Los problemas de la justicia continuarán allí, incluso se agravarán, como es evidente en el Ministerio Público.

 

Toda reforma demora, pero bien hecha puede durar un largo tiempo. El problema es cuando las instituciones judiciales son coaptadas por tendencias políticas o intereses en uno u otro sentido. Allí se termina cualquier reforma.

Tuesday, June 18, 2024

MÉXICO, AMLO Y LA CUARTA REVOLUCIÓN

 Eduardo Jiménez J.

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@ejj2107


¿Explica solo el populismo del gobierno de AMLO el triunfo de su candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum y heredera de su “cuarta revolución”? Por lo menos es una explicación sesgada.

 

Es cierto que los subsidios a sectores populares aquí y allá convencen a votantes, sobre todo aquellos que nada tienen, pero no es determinante para ganar una elección presidencial. Y la diferencia abismal de votos entre la candidata oficial y la de la oposición no se explica únicamente por “el dinero gratis” que el gobierno de AMLO haya repartido a manos llenas.

 

Claudia Sheinbaum no es una candidata carismática, que arrastre votos por su solo verbo o presencia; pero el pueblo mexicano está a favor de AMLO (y por tanto de su candidata), algo que a nosotros y a buena parte de la oposición azteca les puede parecer extraño, aunque de repente no lo es tanto.

 

Entre nosotros, Alberto Fujimori tenía un arrastre popular hasta el fin de su mandato. Arrastre a pesar de las denuncias por corrupción, robo, violación de DDHH que cargaba su gobierno y que pese a ello sirvió de base para crear Fuerza Popular, heredera directa del fujimorismo. Ese hecho tampoco lo entendía acá la oposición. Que el pueblo, no obstante las graves denuncias, veía a Fujimori como alguien de los suyos, era “el Chino”, más allá del populismo de su gobierno.

 

Algo similar sucede en México, donde la gente del pueblo se siente identificada con López Obrador (AMLO) más allá de los subsidios que su gobierno concede a diestra y siniestra. Súmese a eso que la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, representaba a los partidos que en México fueron un fracaso sus últimos gobiernos, incluyendo al ahora alicaído PRI. Y, a pesar de sus orígenes populares, no tiene esa capacidad de arrastre que tiene AMLO. La verdad Xóchitl Gálvez la tenía cuesta arriba y muy difícil.

 

¿Eso significa que México va a regresar a la dictadura perfecta del partido único en el poder como en los tiempos dorados del PRI?

 

Si bien AMLO (antiguo militante del PRI) sueña con convertir a Morena, su partido, en el PRI del siglo XXI, habría que ver. Dos gobiernos sucesivos del mismo partido no hacen un verano priista. Es posible que traten de quedarse más de dos gobiernos, con buenas o malas artes, de eso no hay duda, pero los tiempos han cambiado. Los años 40, 50 y 60 del siglo pasado son muy distintos a los actuales. La hegemonía única de un partido enraizado en la sociedad y el estado es más difícil que antes.

 

Las capas medias y los sectores más modernos de México se desprendieron del PRI a fines del siglo pasado cuando ya no les servía como vehículo político y buscaron otras alternativas que los represente mejor. Para que el partido de AMLO tome la posta de aquellos años y ejecute su soñada “cuarta revolución” tendríamos que retroceder en el tiempo, algo también un poco difícil de hacer.

Tuesday, June 11, 2024

LA ULTRADERECHA GANA EN EUROPA

 Eduardo Jiménez J.

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El triunfo de la ultraderecha en las elecciones para el Parlamento europeo es, parafraseando al Nobel colombiano, la crónica de un triunfo anunciado. No iba a ser insólito que las fuerzas del centro o centroizquierda perdiesen curules frente al descrédito que tienen entre la población.

 

Las iniciativas aperturistas a migrantes musulmanes con subsidios de todos los contribuyentes, el ritmo lento de recuperación económica y la inflación por la emisión inorgánica de dinero que sacudió la Europa post pandemia, elevando el costo de vida, amén del retardo tecnológico que viene sufriendo el viejo continente, dejó insatisfechos a muchos, que ya no se sienten representados por su Estado. O, para decirlo con otras palabras, el gran consenso del estado de bienestar europeo luego de la II Guerra Mundial llegó a sus límites y merece una revisión severa.

 

Es que Europa en tecnología de punta se está quedando bien atrás frente a EEUU y China, en parte por las excesivas regulaciones desde Bruselas, lo cual preocupa porque el viejo continente dejaría de ser el gran innovador tecnológico que fue en siglos pasados. Europa estuvo a la cabeza de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX. Esta vez no encabezaría la revolución que se está produciendo por la Inteligencia Artificial, cuyas repercusiones en todo sentido serán igual de grandes o quizás más que aquella revolución tecnológica de hace 200 años.

 

El comportamiento tibio de gobiernos como el de Macron están dando paso a gobiernos de derecha más nacionalistas y xenófobos (se echa la culpa al extranjero de quitar los puestos de trabajo o mantenerlos con nuestros impuestos), lo cual siempre es canto de sirena para los desplazados del sistema, muchos de estos blancos pobres y sin estudios.

 

Desde ese punto de vista no es sorprendente que en Italia o Francia gane la extrema derecha, pero sí preocupante que en Alemania haya quedado segundo el partido neonazi Alternativa para Alemania. Ya no es solo un partido nacionalista o populista como muchos, sino uno que cree en la supremacía blanca y razas predestinadas. Y sobre todo que haya ganado en lo que era Alemania oriental, ex comunista y poco convencida todavía de las bondades democráticas.

 

No hay que olvidar que los partidos de extrema derecha eran minoría hasta hace pocos años, mirados a veces como apestados o folklóricos en el mejor de los casos. Así comenzó el Partido nacional socialista alemán en los años 20 del siglo pasado, con un tipo bajito, con una raleada audiencia en sus comienzos y que parecía poseído por los demonios cuando peroraba, siendo su blanco favorito los judíos, causantes de todos los males de la Alemania de ese entonces.

 

Algunos dicen que en Europa se vive el ambiente enrarecido de los años 30, previo a la II Guerra Mundial. Ambiente confuso, revuelto, donde el centro pierde espacio y los extremos ganan poder, lo cual se complica con la Rusia de Putin que sueña con los aires de grandeza cuando fue hegemón como la desaparecida Unión Soviética.

 

Tomando prestado el título de una novela de Mario Vargas Llosa, son tiempos recios.

Monday, May 27, 2024

¿SEGUIMOS SIENDO COLONIA?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


        Es la constante que se repite en las más de 470 páginas el Dr. Hugo Neira en su libro El mundo meosamericano y el mundo andino, primero del díptico de historia comparada entre Perú y México.

 

El profesor Neira aplica el método de la larga duración en la historia, método que permite estudiar constantes históricas que se repiten a lo largo del tiempo, más allá de lo coyuntural. Neira analiza desde la formación de los grandes imperios precolombinos en México y Perú, la larga etapa virreinal hasta llegar cerca a los movimientos independentistas de inicios del XIX, lo que tratará en el libro de continuación El águila y el cóndor.

 

En propiedad, los aztecas fueron una confederación de tres clanes dominantes; en contraposición los incas eran un imperio unitario que iba anexando territorios. Tanto aztecas e incas eran imperios jóvenes cuando ven interrumpida su expansión por la conquista y el brutal exterminio que produce no tanto la espada, sino las enfermedades contagiosas que vinieron de Europa. A inicios del XVII quedaba aproximadamente el diez por ciento de la población original americana, casi toda diezmada por la viruela, quienes sobrevivieron fueron muy pocos. (En la novela El espía del inca se cuenta como la viruela, en plena conquista, diezmó a los antiguos peruanos).

 

La empresa de la conquista, como empresa privada. Tanto Cristóbal Colón cuando llega a América, como los conquistadores recurrieron a empréstitos privados para la empresa que se habían trazado. Mercaderes y banqueros de Europa financiaron la conquista con la esperanza del oro y plata, y sobre todo las especies que supuestamente existían en el continente. A la corona de Castilla no le costó nada el nuevo mundo que pusieron a sus pies Pizarro y Cortés. El futuro imperio español heredó gratis tierras que equivalían a Europa y Asia juntas.

 

Los conquistadores llegan a América teniendo a los Reyes Católicos de Castilla y Aragón como soberanos, los cuales por el sistema estamental que databa de la edad media debían otorgar a sus súbditos tierras y títulos de nobleza en retribución. Pero cuando termina la conquista hacia 1540, por una serie de alianzas, se convierte en el reino de España con un rey que venía de Alemania, y que despreciaba hablar el castellano. Había comenzado el dominio de los Austria y lo que se conocería después como el imperio español.

 

La pregunta que se hacen los Austria es cómo controlar un inmenso imperio, lejano a la corona y cuyas riquezas son necesarias. Ya tenían problemas con los dominios en Europa y las guerras religiosas. La preocupación era cómo controlar un imperio tan vasto y lejano sin que se disgregue en pequeños reinos autoproclamados.

 

La respuesta estará en la administración. Van a tener un virrey, enviado directo del rey, pero que más es un funcionario que un representante del monarca. El virrey era un funcionario con sueldo. Una audiencia que fiscalice al virrey, delegación en indígenas nobles (los curacas) el control de la población y el territorio, y una indeterminación de competencias de cada uno, incluyendo de frailes y clero, que les haga pleitear entre ellos y la solución sea recurrir al rey en la metrópoli. Podían tener tierras, vasallos, pero no títulos nobiliarios que los haga ascender socialmente. Los criollos podían enriquecerse y los funcionarios del rey coimear. Un sistema de contrapesos perverso donde nadie tenía poder absoluto y era válido enriquecerse en forma nada santa, pero debiendo lealtad al rey. Se crea una burocracia corrupta en el estado y un mercantilismo “en el sector privado” que prevalece hasta nuestros días.

 

En este sistema se crea el patronato. Una entidad religiosa pero mandada por el rey, el poder político, quien elegía a la jerarquía eclesiástica que venía a América. El patronato nace en plenas guerras religiosas en Europa. Supuestamente era para mantener la fe de los súbditos en América. Hay una dominación política (el rey designa a los obispos en América) y una dominación mental. Lo que Neira llama el pensamiento tridentino. La creencia sin dudas ni murmuraciones en el dogma católico. Nosotros no vivimos la sana crítica que en aquellos años vive Europa por el cisma de la Iglesia y que dará lugar al pensamiento de la ilustración en el siglo XVIII, los grandes descubrimientos técnicos y científicos, la economía de mercado y el nacimiento de la democracia representativa como forma política.

 

Ese pensamiento tridentino que nos mantuvo alejados de los grandes cambios que se vivieron en Europa, prevalece hasta ahora en el continente. No es raro por acá no se haya desarrollado la ciencia, ni que haya afianzado, salvo excepciones, la democracia, menos aún la tolerancia al pensamiento ajeno. Todavía funciona en nuestra mente el “besamanos” al poderoso, la adulación o la coima para obtener un puesto de trabajo o un beneficio, y la democracia es apenas una palabra con la que se llenan la boca los políticos.

 

Nuestro esquema mental sigue siendo colonial. No hemos cambiado. Las ideologías son las nuevas religiones. Y el adversario político es un enemigo al que se debe eliminar. Matarte he o matarme has como decían los viejos castellanos. Los lazos de amistad o de familia importan más para el ascenso social que el mérito propio, y todo aquel que llega al poder, sea de izquierda o derecha, irremediablemente se ve envuelto en negociados y entrega de dádivas. Estanos lejos de una burocracia técnica y eficiente como lo quería Weber. El cargo en el estado es producto de la cercanía con el que está en el poder en ese momento. Y celebrar un negocio con el estado es producto no de la experiencia y capacidad de la empresa, sino de la cercanía con el poder. Lo hemos visto innumerables veces.

 

El pensamiento tridentino sigue vigente.

 

El XVIII es el siglo de la crisis del imperio español. Los borbones llegan al poder y se dan cuenta que los gastos en mantener las colonias era más que los ingresos. De allí nacen las reformas borbónicas. Tímidamente un libre comercio, mejor recaudación de impuestos, división territorial en intendencias, nuevos virreinatos para administrar mejor. Hasta se habló en ese momento de convertir los virreinatos en reinos con príncipes españoles a fin de gobernarlo mejor. Demasiado extenso y demasiado complicado.

 

Las reformas borbónicas van a afectar los intereses de los criollos, quienes se habían enriquecido enormemente. El malestar que produce afectar sus bolsillos será el primer paso para pensar en desligarse de la metrópoli. La invasión de Napoleón a España, la abdicación de los reyes a su favor, será el comienzo de la gesta de la independencia; pero una independencia que no busca la integración y bienestar de todos, solo de los criollos.

 

Curiosamente estos no podrán manejar políticamente el país. No habrá una clase política, salvo excepciones como la de Pardo hacia la década de 1870. Las consecuencias fueron el caudillismo militar y toda la turbulencia política que vivió nuestro país y el continente a lo largo de los siglos XIX y XX.

 

Libro poco convencional de historia. Bastante ambicioso. Abarca historia social, económica, institucional e historia de las mentalidades. Más para reflexionar de lo que somos y como tan poco hemos cambiado desde hace ya 500 años.


*Hugo Neira: El mundo mesoamericano y el mundo andino. Universidad Ricardo Palma, 2016, 478pp.

Sunday, May 19, 2024

EN AGOSTO NOS VEMOS

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La génesis de En Agosto nos vemos es conocida: Gabriel García Márquez (GGM) escribe y corrige la novela (novela corta o relato para ser más preciso) entre fines de los 90 e inicios del 2000. No estando satisfecho del resultado final, prefirió no publicarla. Aparte que la pérdida continua de la memoria en sus últimos años le impedía continuar con plenas facultades su labor creativa, por lo que el manuscrito quedó encarpetado y hasta con cinco versiones diferentes según nos cuenta el editor. Fallecida también la esposa del Nobel colombiano, Mercedes Barcha, y cumplidos diez años de la muerte del escritor, sus hijos y herederos directos se han sentido con más libertad para la publicación de la novela (como también para vender a Netflix los derechos de Cien años de soledad, algo a lo que siempre se resistió GGM por considerar infilmable su novela más conocida).

 

Más allá de las cuestiones crematísticas o de contrariar las decisiones últimas del autor en lo que era la publicación de la novela, debates extraliterarios al fin y al cabo, estamos ante una obra que se nota terminada, quizás no tan pulida como otras obras suyas, no faltan capítulos, tiene un final (no muy logrado), ni tiene los vacíos de una obra inacabada; pero, no es lo mejor de GGM. Se deja leer, estamos de nuevo frente a la magia del caribeño, atrapa al lector en ese estilo barroco que practicaba con notable eficacia, aunque no vamos a presenciar “la magia mayor” de sus mejores novelas. El relato cumple y punto.

 

Es también uno de los más cercanos en tiempo. Ambientado en los años 90 del siglo pasado, una mujer en la cincuentena visita en el mes de Agosto todos los años la tumba de su madre ubicada en una isla y en los últimos años ha tenido, sin proponérselo, deslices amorosos con hombres desconocidos que visitaban la isla por motivos turísticos. Cada capítulo es un lance con un hombre distinto y circunstancias también diferentes.

 

Esa repetición como leit motiv ha hecho que algunos críticos señalen que la novela es repetitiva a lo largo de las páginas; aunque la magia del colombiano hace que no se note demasiado. Aparte que la inercia de un matrimonio que ya no tiene nada nuevo que aportar, con hijos grandes que hacen su vida a su manera, con la rutina a la vuelta de la esquina y una estabilidad económica que les permite vivir con relativa holgura, completan la decisión de la protagonista de vivir romances furtivos cada vez que visita la tumba materna.

 

El propio nombre de la protagonista, Ana Magdalena Bach, como muchos nombres de personajes de GGM dice mucho. Los melómanos no olvidarán que Bach, músico del barroco como GGM de la narrativa, repetía los patrones musicales de sus composiciones, arreglándolas de tal manera que parecían notas originales, algo parecido a los capítulos del libro, donde la historia de los lances amorosos se repite, pero cambian las circunstancias.

 

En lo socio-económico vemos cambios que se producen en las visitas de Ana Magdalena a la isla. Ya no es ese Caribe paradisíaco, casi edénico, de las obras mayores, libre de la “contaminación occidental”. Vemos que una isla de pescadores pobres gradualmente pasa a convertirse en un centro turístico para gente rica, con los lujos y excentricidades que conlleva. En ese sentido se entiende la decisión de Ana: llevarse los restos de la madre con ella y darse cuenta que es su vivo reflejo en lo personal y afectivo. Ya no es la isla que conoció la madre (hay indicios que sugieren que ella también tenía lances amorosos en la isla, razón por la cual quiso ser enterrada allí, aunque GGM no lo llega a desarrollar). Los tiempos y condiciones van cambiando. Al final de las páginas la protagonista ha sufrido un cambio interno, una madurez emocional y afectiva, no será la misma del inicio de la trama.

 

Carmen Balcells, la famosa agente literaria de los escritores del boom latinoamericano, sostenía que García Márquez era como un genio irresistible de la naturaleza, mientas Vargas Llosa era el alumno aplicado de la clase. Algo así como “el chanconcito”. No menospreciaba el talento del Nobel peruano (era su agente literaria, así como de GGM); pero, a diferencia del peruano, cuya arquitectura novelística tiene un evidente sello racional de construcción, que hace que sus novelas parezcan “frías”, cerebrales; el colombiano era más intuitivo, sin construcción previa ni planos tan detallados de cada piso del edificio narrativo que iba construyendo, lo que hacía que sus novelas parecieran “más cálidas” (y vendieran más copias que las de MVLL). Como dirían los españoles le nacía de los forros lo que escribía. En Agosto nos vemos, aunque en un modo tranquilo y menor, más de brisa suave que de tormenta, ratifica ese genio irresistible de la naturaleza.

Saturday, May 11, 2024

EL PARTIDO DE LOS CIEN AÑOS

 Eduardo Jiménez J.

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@ejj2107


Salvo para los memoriosos y nostálgicos, pasó sin pena ni gloria los cien años de fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, más conocida como APRA. Los problemas y crisis coyunturales, los día a día que nos devoran el tiempo, hicieron que la fecha sea celebrada solo por algunos ya viejos seguidores de Haya de la Torre, el fundador, o del único presidente que tuvo el partido, Alan García Pérez.

 

Pero la indiferencia no debe opacar que el Apra sea el único partido nacional más añejo, que puede decir que cumplió los cien años de existencia desde que un grupo de jóvenes estudiantes lo fundaran en México con la idea de una alianza continental y la conformación de un frente único de clases media, obrera y campesina contra la oligarquía todavía reinante en aquellos años.

 

Ya como partido, la sección peruana nacería algunos años después, en 1930 (de allí el nombre de Partido Aprista Peruano). Influyó en el continente en partidos como Acción Democrática de Venezuela, el Partido de Liberación Nacional de Costa Rica y, aunque usted no lo crea, en su momento también influyó notablemente en el histórico Partido Socialista Chileno. No es poco, sobre todo ahora que los partidos duran apenas una elección o son rentados al mejor postor.

 

Mucho se discutió en la época auroral del partido si lo idóneo para América Latina era la idea de alianza de clases o si el partido obrero a la manera marxista. ¿Partido obrero o partido policlasista?

 

A la luz de los hechos políticos, creo que la idea de Haya era la más viable en el contexto latinoamericano. Con una insuficiente clase obrera, donde todavía predominaba la mayoría de origen campesino y una clase media incipiente, un frente de clases era más viable que la de un partido obrero como vanguardia de la revolución. La idea leninista se encontraba muy lejana de nuestra realidad. La tesis del espacio-tiempo histórico de Haya, si bien discutible, tenía mucho de razón.

 

También se ha escrito en abundancia qué hubiera pasado si se dejaba gobernar al Apra en los años 40, cuando todavía conservaba un fervor revolucionario.

 

Es posible que habríamos tenido a nuestra manera una revolución mexicana. Liberar fuerzas tectónicas desde abajo, erradicar taras que nos acompañan desde la Colonia y el surgimiento de una burguesía nacional que responda a nuestros propios intereses. Aunque posiblemente tampoco nos habríamos librado de una guerra civil, visto el sectarismo y la polarización que se vivía en ambos extremos.

 

Nada de ello sucedió y más bien se tuvo que esperar 20 años más a que un grupo de militares intentaran hacer esa revolución nacionalista que quedó inconclusa. Así como Fujimori tomó muchas banderas del ideario liberal de Mario Vargas Llosa, los militares tomaron muchas banderas del ideario primigenio del Apra para hacer su revolución. Muchos apristas se sumaron al proyecto, cuando ya el partido había arreado sus banderas iniciales.

 

Luego del interregno pactista con la extrema derecha de los años 50 y 60, lo que vino después fue la transición de partido revolucionario a partido socialdemócrata. Un programa social con reformas económicas liberales y la democracia como sostén político. Una suerte de tercera vía peruana. Fue el programa del segundo gobierno de Alan García, luego del frustrado ensayo populista de su primer gobierno.

 

Generalmente los partidos revolucionarios en sus albores terminan como parte del sistema político. Es parte de la evolución necesaria de todo partido radical en sus inicios.

 

Otros se preguntarán cómo ha durado cien años, cuando los partidos ahora apenas duran una elección y a veces ni eso.

 

Mucho tuvo que ver la dedicación exclusiva de Haya de la Torre al crecimiento de su partido. Dejó una criatura fuerte y grande cuando partió de este mundo. Pero, también hay que tener presente que los partidos históricos con mártires, ideario, mística, forjados al calor de las luchas sociales, son los que se mantienen en el tiempo. Los otros, los de chequera y empleados, desaparecen con el dueño, al igual que los de cenáculo iluminado de unos cuantos, como sucedió con infinidad de partidos de izquierda. El Apra fue el primer partido cholo y popular que tuvimos.

 

La sucesión de un “compañero jefe” siempre trajo crisis al Apra. Muerto Haya de la Torre hubo un cisma que dividió en dos al partido y la llegada transaccional de un joven y carismático Alan García que aprovechó la coyuntura crítica. Muerto Alan, queda un vacío de sucesión. El Apra siempre ha buscado un caudillo que lo lidere y que responda al partido. Esa figura al parecer no se acaba de dibujar todavía. ¿Significa ello la muerte del Apra como sus enemigos pronostican?

 

Hay un viejo dicho que dice “mala hierba nunca muere”. Veo difícil la muerte de un partido que ha sabido adecuarse a los tiempos y que ha mantenido una presencia constante en la política peruana y que, por añadidura, supo representar en sus filas a todas las clases sociales que en cierta manera han reflejado el país contradictorio y difícil que somos.

 

De repente ese viejo eslogan “el Apra nunca muere” es cierto. La historia no ha acabado.

Monday, May 06, 2024

EL ÁGUILA Y EL CÓNDOR: DIFERENCIAS Y SIMILITUDES ENTRE PERÚ Y MÉXICO

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

            Segundo libro del díptico comparativo entre Perú y México, el libro del Dr. Hugo Neira, El águila y el cóndor: México/Perú, comparativamente desarrolla las similitudes y diferencias entre la formación de los estados nacionales mexicano y peruano. (El primero, El mundo mesoamericano y el mundo andino, aborda nuestra historia prehispánica y colonial).

 

Si bien la independencia de ambas naciones es a inicios del siglo XIX, su desarrollo y consolidación comienza a tomar diferencias por hechos diversos que les aconteció en su vida republicana. México nace como una monarquía constitucional, con un emperador a la cabeza, un tanto a la usanza de la autoproclamación de Napoleón por aquellos años. Si bien por un breve tiempo (Iturbide es fusilado), dará paso a la elección del tipo de gobierno: federal o unitario. Gana el gobierno federal, inspirado por el gran vecino del norte. Luego padecerán la pérdida de casi la mitad de su territorio en la guerra con Estados Unidos, trauma parecido al de nosotros en la guerra con Chile. A mediados del siglo XIX las reformas liberales, la expropiación de las tierras de la Iglesia y la invasión de Napoleón III y la imposición de un emperador austriaco. Allí resalta la figura de Benito Juárez, el primer presidente indio que tiene México. Luego el porfiriato con casi 40 años de estabilidad política y modernismo que le da el gobierno autoritario de Porfirio Díaz.

 

En el siglo XX: la revolución mexicana. Diez años en que México se desangra, el legado histórico de la Constitución de Querétaro de 1917, la sucesión de los caudillos llamados a ejercer el mando y su muerte repentina (casi todas las grandes figuras de la revolución mueren asesinados). La revolución significa la emergencia de lo popular y la consolidación de la nación mexicana. De allí la idea de un partido político que esté en el poder y los presidentes sean los que pasen (no hay reelección de ningún tipo), suerte de transacción entre el caudillismo y la alternancia en el poder. Nace la idea del PRI, el partido de la revolución, que bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas le da la forma que conocemos: un partido que se encuentra enraizado en la sociedad mexicana, que representa tanto a los obreros, como a los campesinos y la burguesía.

 

¿Resultado? 70 años de estabilidad política para México, hasta fines del siglo XX.

 

Lázaro Cárdenas tiene otros méritos, aparte de profundizar la reforma agraria, nacionalizar el petróleo, dar asilo a los republicanos españoles (que renovarán la cultura mexicana). Es el último presidente militar que México tendrá. Cárdenas se deshace de los caudillos militares y el siguiente presidente será un civil. “El tapado”, aquel designado a dedo por el presidente como su sucesor y el sistema que se vino a llamar “la presidencia imperial” por las amplias facultades con que cuenta el presidente en los seis años de gobierno.

 

Hugo Neira reconoce que tanto con Porfirio Díaz (una suerte de Augusto B. Leguía) como con el PRI, México ingresa a la modernidad, se consolida el estado y se tiene una idea amplia de nación. ¿Por qué se desmorona ese régimen que nace con el PRI?

 

El autor tiene una hipótesis bastante sostenible: Al igual que sucedió en la España de Franco o el Chile de Pinochet, las capas sociales que nacen al cobijo de gobiernos autoritarios comienzan a necesitar mayor independencia y oportunidades de las que el poder autoritario otorgaba. Y comienza a gestarse la idea de deshacerse de quién los cobijó. Con Franco muerto comienza el proceso de democratización bajo el rey Juan Carlos figura transaccional entre republicanos y franquistas. Con Pinochet es el referéndum que le dice no a quedarse en el poder (y lo que no se dice mucho, respetada la decisión popular por los militares).

 

Con el PRI sucedió algo similar. Las capas sociales bajo su cobijo van teniendo más poder y deciden deshacerse del viejo aparato institucional que ya rechinaba en el siglo XXI.

 

¿Qué le depara a México de acá en adelante?

 

Es difícil saberlo. El PRI regresó por un sexenio, pero ya sin pena ni gloria. La derecha a través del PAN gobernó, también sin mucho lustre. López Obrador (ex militante del PRI) a través de su partido MORENA parece que quiere volver al viejo esquema del partido en el poder y enraizado en la sociedad, usando incluso malas artes y mañas, pero el pronóstico es reservado. Si bien MORENA tiene gran aceptación, no sabemos si su candidata (elegida a dedo, bajo una ligera pátina de democracia interna, como en los viejos tiempos) podrá continuar con la tradición priista y MORENA convertirse en el nuevo PRI.

 

Es la primera vez que se presentan dos mujeres (una del oficialismo y la otra de la oposición) a las justas electorales para la presidencia. Cualquiera que gane no la tiene fácil. México atraviesa problemas que no tuvo cuando hizo su revolución. No solo son los problemas sociales que la revolución mexicana no pudo resolver, sino el narcotráfico, los carteles de la droga que han convertido muchas zonas de México en tierra liberada. El narco no solo corrompe a los funcionarios del estado, corrompe a los estratos sociales y penetra en el estado poniendo a su gente. No es tarea fácil.

 

La diferencia entre la formación del estado y la nación con Perú es notoria. Nosotros no tuvimos una revolución como la mexicana, si bien el gobierno nacionalista de Velasco quiso hacer algunas cosas, estas se quedaron truncas. Nuestra reforma agraria y nacionalización del petróleo fueron hitos muy parecidos, aunque han tenido también retrocesos. Bajo Velasco también se quiso formar una burguesía nacional, pero le faltó tiempo, decisión y coraje para completarse en un proyecto nacional. El Partido Civilista de Pardo en el siglo XIX fue el otro intento trunco por la guerra con Chile. Y el gran partido de masas que fue el aprismo nunca se le dejó gobernar bajo Haya de la Torre. Como lo reconoce el Dr. Neira fue el gran partido del siglo XX que pudo haber hecho las grandes reformas.

 

El nacionalismo no necesariamente es malo. Neira cita a Basadre al respecto: “el nacionalismo, que en otras partes no es necesario fatalmente, está superado, urge aquí. Hay un nacionalismo destructor, aquí debe ser constructor. En otras partes es ofensivo, aquí necesita ser defensivo”.

 

El nacionalismo velasquista llegó tarde a nuestra historia y lo peor que quedó trunco. Como reconoce el Dr. Neira hay tres hechos importantes (él las llamas placas tectónicas) que han ocurrido en el siglo XX peruano: 1. La migración interna, de las ojotas rebeldes a la choledad empresarial, como la denomina; 2. La reforma agraria de 1969 que convirtió a indios en servidumbre en propietarios; 3. La economía de mercado bajo Fujimori. Nos guste o no, bajo el gobierno de Fujimori se ponen las bases de una segunda modernidad (la primera fue la de Leguía), abierta al mundo. Es la que estamos viviendo con sus altas y bajas.

 

Nuevos ricos que salen del pueblo, fundan universidades, hacen empresa. Migraciones masivas a las grandes ciudades ante la falta de oportunidades en provincias. Las familias apuestan a la educación como ascensor social de sus hijos. Y, en el medio, una revolución agraria, que por ser trunca y por su fracaso, amén del terrorismo de los años 80, expulsó a mucha gente del campo hacia la gran ciudad. Y ante la falta de oportunidades, crean su propio empleo. El muchacho provinciano al que canta Chacalón. El triciclo Perú de Los Mojarras. El emprendedor. Y al final del siglo una revolución silenciosa, ya no alzada en armas, sino de modernidad hacia afuera. Autoritaria, pero que se pone en sintonía con los nuevos tiempos. Esa combinación ha dado lugar a un nuevo Perú.

 

Pero también nos acecha la anomia, el desgobierno y el autarquismo que se vive en muchas regiones. El Dr. Neira reconoce que el peruano no es solidario con los demás y se zurra en el derecho (“la ley se acata, pero no se cumple”). Súmele el narcotráfico, trata de personas y delincuencia organizada. Son fuerzas centrífugas que pueden terminar con lo que entendemos por nación peruana. El Dr. Neira en repetidos artículos y ensayos se pregunta con justa razón -y yo también- si llegaremos a un tercer centenario como la nación peruana que conocemos ahora. El tiempo lo dirá.


*Hugo Neira: El águila y el cóndor. México/Perú. Universidad Ricardo Palma, 2019, 511pp.

Monday, April 22, 2024

DINA DE LOS QUINIENTOS DÍAS

 Eduardo Jiménez J.

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Ensayemos una ucronía. Supongamos que el golpe de estado de Pedro Castillo tuvo éxito y él se encuentra en el día mil de su gestión. Hay un nuevo congreso con mayoría castillista y se redacta la nueva constitución que permitiría la reelección indefinida del presidente, mientras se vocifera por los cuatro costados del régimen la lucha contra el imperialismo yanqui y todo opositor político es declarado “enemigo del pueblo” y traidor a la patria. Las cárceles tienen más presos políticos que comunes, entre los primeros hasta caviares, otrora amigos del régimen. Demás está decir que los nombramientos públicos serían al mejor postor, su secretario de turno en Palacio solo recibiría propuestas en efectivo para el señor presidente y en dólares, la moneda del imperio. El desbarajuste económico estaría descontado y la quiebra de muchas empresas sería cosa de todos los días. La informalidad laboral se habría disparado a niveles siderales. El BCR ya habría sido tomado por los castillistas, quienes fabricarían papel moneda día y noche, y luego de la aparente bonanza por aumento de sueldos y salarios y control de precios (mientras se aprueba “la constitución del pueblo”), nos esperaría una hiperinflación y recesión mayores a las del primer gobierno de García.

 

Matices más o matices menos ese sería el panorama actual de seguir Castillo en el poder.

 

No digo con esto que Dina Boluarte sea una brillante estadista, pero no continuó con la pesadilla castillista que nos esperaba.

 

¿Basta que haya evitado que la crisis económica y política del gobierno de Castillo se agrave? Claro que no. Cuando juramenta como presidenta tenía por delante más de tres años y medio de gobierno que no podían quedar en piloto automático. Pero hay un detalle que los críticos de los Rolex y de los viajes de la presidenta obvian: su gobierno es precario, no tiene mayoría propia y sus antiguos compañeros de ruta hace buen tiempo le dieron la espalda. Por lo tanto requiere hacer pactos explícitos o tácitos con el Congreso o una parte de él que le asegure cierta estabilidad y que no la vaquen. La experiencia demuestra que todo presidente de la república que no tiene mayoría en el Congreso es vacado o se ve obligado a renunciar. Pregúntenle a PPK, Vizcarra, Merino y al propio Castillo.

 

Desde ese punto de vista Dina ha sido buena discípula de Maquiavelo o mejor dicho su ex primer ministro, Alberto Otárola, “el eléctrico”.

 

¿Qué resta en los poco más de dos años de su gobierno? Más de lo mismo. Dina, como la esposa que satisface todos los caprichos de su marido, debe complacer al Congreso en todo. Y este tendrá cada vez más caprichos. De allí que no observa leyes populistas como el retiro de fondos de las AFP o de la CTS. Y, por otra parte, el Congreso vive en la ilusión que con esas leyes y otras medidas populistas que seguirán aprobando se van a reelegir. Otros lo intentaron en el pasado con resultados nulos.

 

No estamos en el mejor de los mundos, pero tampoco en el peor. Estamos en una mediocridad bastante gris y angurrienta que en los próximos meses hasta podría empeorar.

 

¿Qué el próximo congreso será mejor y tendremos un mejor presidente de la república?

 

No se ilusione. Es posible que el próximo congreso (ya con senadores y diputados) sea igual o peor que este. Tampoco nadie nos asegura que el próximo presidente sea un dechado de virtudes. Recuerde que los elegidos al Legislativo o al Ejecutivo provienen de la misma sociedad que sus electores. No pida peras al olmo.

Tuesday, April 16, 2024

GAZA

 Eduardo Jiménez J.

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A seis meses del ataque terrorista de Hamás en el propio territorio de Israel contra ciudadanos indefensos, llama la atención que la opinión pública esté más a favor de los palestinos y no tanto de los israelitas que fueron los inicialmente agredidos.

 

Muchas universidades top de EEUU han manifestado su respaldo a Palestina, a lo que se ha sumado que el propio gobierno norteamericano formalmente no se encuentre apoyando las acciones de Tel Aviv y más bien esté exhortando a que contengan los ataques a civiles palestinos. En este pulseo político más ha ganado adhesiones el pueblo de Palestina, visto como víctima, soslayando la parte israelita inicialmente agraviada e indefensa (los ciudadanos israelitas asesinados, violados o secuestrados por Hamás no portaban armas ni eran personal del Ejército). Algunos, practicando un cinismo maquivélico, han tratado de justificar la agresión inicial de Hamás a ciudadanos indefensos, en la “humillación” constante en que el estado de Israel hace vivir a miles de palestinos.

 

La propaganda mundial pro palestina ha sido más efectiva, donde los villanos son el gobierno de Netanyahu y asociados, quienes no han disimulado esfuerzos en arrasar todo vestigio vivo palestino que se encuentre en Gaza. Ha sido una propaganda ayudada por las acciones del propio gobierno de Tel Aviv. Los muertos palestinos son también más que los muertos israelitas y eso en toda ecuación pro defensa de los derechos humanos, cuenta.

 

Si bien Israel ha podido llegar a lo largo de los años a acuerdos de no agresión con sus vecinos árabes; Hamás es considerada una organización terrorista, no un estado nacional que, por añadidura, cuenta con el respaldo del gobierno de Irán, lo que complica las cosas en un ajedrez geopolítico en una zona de por si bastante conflictiva. Súmese a ello que Hezbollah, otro grupo terrorista, está entrando a la contienda, aparte de grupos islámicos antijudíos, para los que se trataría de una “guerra santa” y el fanatismo que ello conlleva.

 

La política de “tierra arrasada” no es muy útil si de controlar a los terroristas se trata. Caen inocentes y culpables, más los primeros que los segundos. Creo que eso lo sabe muy bien Netanyahu, quien parece más preocupado en cohesionar un frente interno y quedarse en el poder, que en ganar una guerra que sabe no va a ganar. Quedarse en el poder es más importante para Netanyahu, quien afrontaba en su país graves cargos por corrupción, aparte que deberá responder políticamente por la negligencia del servicio de inteligencia israelí, uno de los mejores del mundo que, parece, no previó la incursión terrorista de Hamás en Octubre pasado, hecho bastante extraño si consideramos la alta eficiencia de su servicio de inteligencia.

 

La guerra en Gaza se va a convertir en esas guerras, como la de Ucrania, donde son pretexto para quienes están en el poder, continúen en el trono.

Sunday, April 07, 2024

LA UTOPÍA ARCAICA: EL MUNDO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

 Eduardo Jiménez J.

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La utopía arcaica es probablemente junto al estudio sobre Gabriel García Márquez (Historia de un deicidio) los mejores ensayos que Mario Vargas Llosa (MVLL)  ha escrito, con la ventaja que el ensayo sobre José María Arguedas (JMA) abarca la obra completa de un escritor (hacía más de 25 años que Arguedas había muerto cuando fue publicado el libro en 1996), mientras que el de GGM es un estudio parcial, hasta Cien años de soledad, no comprendiendo, por razones de fecha de publicación del ensayo (1971), la obra restante del escritor colombiano. (Aparte que la célebre ruptura entre ambos escritores acaecida algunos años después impidió una actualización del estudio).

 

Lo primero que se revela es el equívoco que la intelectualidad de izquierda ha tenido sobre la trayectoria ideológica y política de JMA. No fue un marxista convencido, ni le interesaron mucho las causas sociales como praxis política (si bien era una persona sumamente sensible, que le afectaba tremendamente el mundo externo). El equívoco se agrava por los últimos años de la vida de Arguedas donde toma posiciones bastante explícitas a favor de los más pobres y condena expresa del capitalismo, quizás influido por su segunda esposa, Sybilla Arredondo, militante comunista chilena y que purgó condena por terrorismo en nuestro país.

 

De allí que muerto Arguedas, en los años 70 y 80 creciera el mito del luchador social, e incluso algunos hablaran del “pensamiento Arguedas”, como un intelectual orgánico o tomaran como consigna partidaria el título de su novela Todas las sangres, novela fallida, dicho sea, donde la conciencia social se trasluce en clichés bastante burdos y en personajes muy acartonados.

 

Arguedas tampoco podía devenir en un “marxista orgánico” porque el marxismo supone civilización, progreso, salir de las formas precapitalistas de trabajo y de pensamiento y converger los esfuerzos en una sociedad industrial y altamente tecnificada, algo muy lejos de la cosmovisión de JMA.

 

No obstante ello, hay que agradecer a la viuda de Arguedas el tesón que en los años 80 puso para la publicación de las obras completas. Sin esa dedicación la obra de JMA habría quedado dispersa en libros y artículos por aquí y por allá, como ha sucedido con otros escritores peruanos luego de fallecidos.

 

Como anota MVLL, Arguedas trasunta en toda su obra una visión pasatista, prehispánica, de jardín edénico. Es decir, el Perú precolombino era un lugar libre de desigualdades, donde imperaba la justicia social y donde todos eran felices. A ello MVLL lo ha llamado apropiadamente utopía arcaica. Utopía porque ese aparente edén nunca existió (hay estudios que demuestran que el imperio incaico no fue ni remotamente un lugar paradisiaco), sino solo en la imaginación de escritores como el Inca Garcilaso de la Vega que ya en España idealizó el Cusco de su niñez y los relatos que le habían contado. La leyenda de ese paraíso viene del siglo XVI.

 

Por ello lo mejor de la obra de Arguedas es sobre el indio puro, no contaminado con los valores y formas de vida de Occidente que lo degradan y oprimen. Como infiere MVLL, un relato como Yawar fiesta trasluce muy bien ese pensamiento: los indios quieren continuar con la tradición de la fiesta sangrienta donde el toro es muerto inmisericorde en el ruedo, de forma bastante salvaje; a pesar que los mestizos y blancos del pueblo quieren morigerar esa violencia, hacerla más “civilizada”, sin conseguirlo. El “progreso” está del lado de los blancos y mestizos del pueblo, pero Arguedas trasluce una simpatía bastante clara a favor de los indios.

 

Igual sucede con Los ríos profundos, donde se percibe un canto a la naturaleza como vida ideal, en equilibrio con el hombre, del cual tiene una visión roussoniana: el hombre nace bueno, pero la civilización lo corrompe.

 

Por ello en su última novela El zorro de arriba y el zorro de abajo, el hombre ya está corrompido por la civilización, representada en un Chimbote infernal, contaminado de capitalismo, donde el indio que bajó de los andes para trabajar está corrupto por esa sociedad, embrutecido entre el trago y la lujuria (por traumas infantiles y de los que nunca pudo recuperarse, JMA sintió el sexo como algo sucio, que degrada al ser humano, de allí que su relación con las mujeres siempre haya sido difícil y por lo general platónica).

 

Chimbote es un microcosmos de codicia, corrupción, degradación moral, pestilencia, muerte.

 

Novela inconclusa e irregular, MVLL observa el hecho que al ser su novela póstuma, acompañada de los célebres diarios, donde alude reiteradamente al suicidio (con un intento frustrado en su haber), y el quitarse la vida en plena escritura, le da un eco enorme a una novela menor y a José María Arguedas lo eleva a la categoría de escritor maldito, algo que estaba lejos de ser. Y la verdad, que recuerde, no hemos tenido escritores que aludan en su última obra reiteradamente a la muerte y acto seguido decidan quitarse la vida.

 

Ese malditismo lo acerca más a los escritores románticos que a los indigenistas, que “describían” el abuso y la explotación del indio. José María Arguedas junto a Ciro Alegría son los mejores exponentes de la narrativa indigenista, suerte de canto del cisne de un estilo tradicional que agotaría temática y forma de narrar. (Manuel Scorza la quiso revitalizar en los años 70 con su célebre pentalogía, imbuida de realismo mágico).

 

Equívocamente a Arguedas se le considera como hombre progresista cuando no lo fue; pero, como deduce MVLL, si hablamos de representante de alguna corriente política o ideológica, Arguedas en la actualidad bien encajaría entre los medioambientalistas, tanto aquellos que buscan una armonía entre el hombre y la naturaleza, como los más radicales que proponen volver a la naturaleza y a una vida lejos de la civilización. Arguedas debería figurar entre sus representantes más emblemáticos.

 

Estudio bastante enjundioso, con una amplia bibliografía sobre JMA que hasta los años 90 se había publicado, La utopía arcaica es un ensayo profundo e interesante sobre la obra de José María Arguedas, un escritor que merece ser visto sin anteojeras y en su real contexto.

*La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. Mario Vargas Llosa. Penguin Random House, 2019, 423pp