Sunday, March 02, 2025

DEMASIADOS ACCIDENTES, DEMASIADOS…

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


En todas partes se producen accidentes; pero en el Perú son la regla y no la excepción. De todo tipo: puentes que se caen, jóvenes que se electrocutan en un fast food, aviones que chocan en una pista de aterrizaje, desastres naturales prevenibles y, ahora, el techo de un centro comercial que se cayó en la ciudad de Trujillo.

 

La constante es que el accidente ocupará las primeras planas unos días y luego será sustituido por alguna noticia que cause más sensación. Otra constante es que las autoridades pondrán el necesario “celo profesional” por unos cuantos días, justo los que dure la noticia, cerrando centros comerciales o colegios por aquí o por allá, y luego a dedicarse a otro asunto.

 

Claro, se dirá Perú, país del tercer mundo, la improvisación, los pocos escrúpulos de algunos empresarios, y funcionarios “de la vista gorda”, siempre van a acarrear accidentes. En un país con un sólido Estado de Derecho un accidente como el ocurrido en el mall de Trujillo le costaría no solo la licencia al centro comercial, sino la posible quiebra por las indemnizaciones a pagar y la cárcel a los representantes legales que, para variar, “se tiran la pelota” unos a otros.

 

Lo más probable es que con unos cuantos billetes a las víctimas o a los deudos la cosa se acalle. Los harán firmar mil documentos en los que se inhiben de cualquier acción legal futura, y borrón y cuenta nueva.

 

El asunto con el centro comercial que dejó varias víctimas es que el Perú, siguiendo una tendencia internacional, convirtió a los malls en los nuevos espacios públicos. Un lugar donde pasear, mirar vitrinas, ir al cine, comer algo, se ha convertido en costumbre, y que en ciertos días y horas punta puede albergar miles de personas. De allí que primero la ciudad de Lima y luego otras del país se llenaron de nuevos centros comerciales. Ese espacio, ahora, con el accidente en Trujillo, tampoco es seguro.

 

¿Quién es el culpable del accidente? Como en Fuente Ovejuna, todos son culpables. Desde el empresario (formal o informal) que decide ahorrarse unos soles en seguridad y mantenimiento, pasando por las autoridades venales que miran a otro lado, hasta los órganos jurisdiccionales que les han quitado a los municipios medidas de coerción como cierre de edificaciones con irregularidades.

 

En el caso de las nuevas edificaciones, el Tribunal Constitucional e Indecopi “le quitaron uñas” (en el buen sentido del término) a los gobiernos locales. Ya no pueden clausurar edificaciones que presenten irregularidades o problemas técnicos, por lo que de presentar defectos el proyecto o afectar la edificación a terceros o propiedad pública, la municipalidad ya no la puede clausurar como antaño. A eso -el usar el municipio como medida cautelar la clausura temporal de una edificación- Indecopi y el Tribunal Constitucional los llamó “barrera burocrática”.

 

Es cierto que la corrupción existe y que más de un funcionario municipal es “bastante flexible” con lo que ve o no ve en una inspección, pero de allí a quitar facultades al municipio como la clausura temporal de una mala edificación no era la solución. El remedio ha sido peor que la enfermedad. No sería extraño que muchos edificios recién construidos comiencen a presentar problemas al poco tiempo de terminados. Esperemos no se caiga ninguno.

 

            El poeta César Moro fue el que sentenció “En todas partes se cuecen habas, pero en el Perú solo se cuecen habas”. Por desgracia sigue siendo así.

Sunday, February 23, 2025

MILEI Y LA CRIPTOMONEDA

     Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107        


           La historia de este desaguisado ya se ha hecho pública: El 14 de Febrero de 2025 un grupo de inversores lanza una nueva criptomoneda llamada Libra, supuestamente para financiar a empresas argentinas. El presidente Milei lanza un tuit eufórico promocionando implícitamente la nueva moneda, lo que propicia que inversores apuesten por esta. Cuando se encuentra en el pico (oferta y demanda) los tenedores y promotores de Libra venden a buen precio la criptomoneda que tenían en su poder y desaparecen con las ganancias. A las pocas horas Libra no vale casi nada. Se había tratado de un bluff. La estafa se calcula en unos 100 millones de dólares.

 

Que existió una estafa de los promotores de la criptomoneda, no cabe duda. El tema se encuentra en la responsabilidad del presidente Milei al promocionar implícitamente la moneda, si hubo dolo por parte de él (si actuó deliberadamente para sacar un provecho personal) y su responsabilidad política.

 

Personalmente creo (salvo prueba en contrario) que Milei no actuó con dolo. Me parece que el tuit lanzado apoyando la criptomoneda se debió al temperamento pasional que lo mueve y no midió las consecuencias. Su temperamento lo ha llevado muchas veces a callejones sin salida. Como presidente de la república se debe ser más medido en lo que se dice o se escribe. Ya no se actúa a título personal, sino que representa a toda una nación.

 

Pero no quita que tenga culpa. La culpa nace por un hecho no premeditado. Es culpable sí, de haber actuado con intemperancia, ocasionando el perjuicio de miles de pequeños inversores, muchos connacionales suyos, que frente al tuit de apoyo eufórico del presidente deciden invertir en esta criptomoneda.

 

Su figura de rockstar de la política está seriamente lesionada. Ha perdido credibilidad ante sus compatriotas y sus pares en el mundo. Difícil que se le crea y se confíe como hasta ahora se creyó y se confió en él. Cuando quiera anunciar nuevas medidas económicas o en su lucha contra la corrupción, o cuando ataque a sus adversarios (que los tiene y muy fuertes), muchos dirán que es tan ladrón como los anteriores. La credibilidad de una persona se puede desmoronar en escasos minutos y es muy difícil reconstruirla. Como dice el conocido adagio la mujer del César no solo debe ser honrada, sino debe parecerlo.

 

¿Amerita ello responsabilidad política que podría llegar a la destitución del presidente? Eso depende del Congreso argentino. Igual que entre nosotros, el Congreso tiene amplias potestades para evaluar y sancionar una conducta por responsabilidad política, y sobre todo cuentan los votos que consiga, a favor o en contra.

 

Entra en juego la negociación, el toma y daca. Te salvo, pero qué me das a cambio. No creo que lleguen a la destitución del presidente, pero sí le van a hacer pasar un trago amargo y el libertario tendrá que transar en muchas cosas que detesta. Imagino que, de salir bien del percance, tendrá más cuidado en lo que escribe o en lo que hace.

Sunday, February 16, 2025

MARÍA MARICÓN: LA PROVOCACIÓN COMO MOTIVO

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La cancelación que ocurrió entre nosotros de la obra de teatro trans María Maricón -puesta en escena que se iba a realizar en las instalaciones de una universidad que lleva los apellidos de Católica y Pontificia-, donde se usaba símbolos muy queridos y reverenciados en el mundo católico como la Virgen María, la cual era presentada travestida, ocasionó un ligero conato entre los “progresistas” y las “fuerzas conservadoras católicas” locales.

 

El conflicto se agudizó si vemos que dentro del sector progresista -sector woke para ser más preciso-, los trans son una minoría bastante sensible a las críticas y a la libertad sexual y de expresión, que denuncian una “represión histórica” por parte de los supuestos grupos dominantes -católicos, heterosexuales, hombres blancos, etc.- y, por tanto, exigen una patente de corso irrestricto al ejercicio de su libertad de expresión, al ser un grupo dominado a lo largo de la historia. Tenemos el conflicto ideal, mezcla de cuestiones ideológicas, de género y de sojuzgamiento de minorías sexuales.

 

El sector progresista basaba su oposición a la cancelación de la obra en el derecho humano fundamental a la libertad de expresión. Derecho irrenunciable en Occidente y frente al cual ya no cabría mayor discusión. Esgrimir el sagrado derecho a la libertad de expresión implica callar al oponente y zanjar así el debate. “Nosotros somos los buenos, ustedes son los malos”.

 

Sin embargo, más allá de querer zanjar el debate invocando un ddhh, es interesante el enfoque de Luis Pásara en un reciente artículo en su blog (por cierto, insospechable de reaccionario, más bien pertenece al “bando” de los progresistas) sobre la provocación de la puesta en escena.

 

Pásara (https://luispasara.lamula.pe/2025/01/21/la-contraproducente-tactica-de-la-provocacion/luispasarapazos/) plantea qué utilidad tendría la puesta en escena de una obra tan provocativa, sino ratificar a los convencidos y tener en contra a los que se oponen a la representación, que dudo -esto es agregado mío- sean únicamente “reaccionarios y fascistas heterosexuales” como alegaba el bando woke, sino gente creyente, que no está en contra de los homosexuales y transgénero, pero siente lesionada sus creencias religiosas por la tergiversación de los símbolos más sagrados del catolicismo. Dicho de otra forma, los que se opusieron a la representación no eran únicamente los pertenecientes al “heteropatriarcado represor”, como argumentaban, victimizándose, los partidarios a favor de la obra, sino gente sencilla, pero que se sentía ofendida en la tergiversación de sus símbolos más sagrados. Incluso muchos de ellos, creyentes católicos, pertenecientes a la propia comunidad LGTB+.

 

Esto lleva a otra consideración. El momento, lugar y modo en que se presentó “la provocación”, obviando que todo ejercicio de un derecho trae consecuencias y responsabilidades inherentes a quien lo ejercita. Si se quiere convencer a quienes no aceptan a la comunidad trans, provocándolos es la peor forma. Como sostiene Pásara, la provocación es un facilismo que dista mucho de poder convencer a los que se encuentran en la otra orilla y solo ratifica a los que ya se encuentran convencidos de antemano. Sostiene el autor, y con razón, que la provocación es “solo tirar la piedra” y no hacerse cargo de las consecuencias.

 

Provocar de esa manera -y esto ya es de mi cosecha- es mirarse al ombligo, narcisismo puro, con lo cual no se consigue absolutamente nada, salvo el aplauso de los que forman parte de una comunidad que adhiera a esos principios o a esa forma de vida. Y, seamos sinceros, en más de una oportunidad la provocación y el escándalo han sido los medios ideales para hacerse conocido un autor o un artista, algo difícil de conseguir de presentar su obra en sociedad bajo circunstancias ordinarias.

 

Los debates sobre tolerancia sexual en una sociedad son más largos y complejos. Demora tiempo y los “atajos” como las provocaciones solo consiguen que exista una más férrea oposición de los que no comulgan con los provocadores y que el abismo entre ambos grupos se agrande.

Sunday, February 09, 2025

EMILIA PÉREZ

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


            Al filme Emilia Pérez le ha caído palos de todos lados gracias al argumento, bastante provocativo: un narco, hastiado de la vida que lleva, decide cambiar de sexo y, con el dinero mal habido, enjuagar sus delitos apoyando a las familias de los desaparecidos en su localización a fin que tengan un entierro digno y sus seres queridos los puedan llorar.

Quienes la critican con argumentos extra cinematográficos olvidan que Emilia Pérez es un musical y como tal suspende la realidad y crea una realidad alterna que, por convencionalismo, se entiende que el espectador también la acepta. Nadie que haya visto un musical cree que esa es la “realidad real”.

 

La intención de los productores y del director, Jacques Audiard, era generar provocación. Romantizar al narco, una figura cargada de negatividad, y convertirlo en un Robin Hood. Es como si entre nosotros, que sufrimos la violencia terrorista, alguien se le ocurra hacer un musical con un final alterno donde Abimael Guzmán cambia de sexo y decide ayudar a las víctimas de los que mandó asesinar. Estoy seguro que todas las críticas saltarían contra el director y los productores de ese supuesto filme, donde un genocida se convierte en héroe, o hasta quemarían las salas de cine donde se exhibe. Los desaparecidos es un tema bastante sensible, acá y en cualquier parte del mundo.

 

Pero Emilia Pérez es también la historia de la segunda oportunidad. La reivindicación de la persona arrepentida. El pentimento de los italianos. La expiación de las culpas, por lo que el personaje se vuelve más humano. (En la escena final del filme, muerta ya, Emilia hasta es venerada como una santa laica, con efigie incluida).

 

Y, en un plano ético y hasta filosófico, se puede colegir que del mal (el dinero mal habido de Manitas del Monte) surge el bien (ya convertido en Emilia, ayudar a ubicar a las víctimas de la violencia gracias a ese dinero). Del mal puede salir el bien y viceversa. No hay caminos rectos. Son los renglones torcidos de Dios.

 

Por lo demás, si lo miramos solo como musical el filme no es malo. Es bastante aceptable y con una actuación excepcional de Zoe Saldaña, personaje conductor de toda la historia. Se ha buscado la sinrazón para denostar la película: el castellano mal hablado de Selena Gómez o se han desenterrado algunos tuits anti musulmanes de la actriz trans Karla Sofía Gascón, políticamente incorrectos; otros se han cogido de criterios antropológicos o que la película no se filmó en México y con actores mexicanos (?), olvidando que criticar un filme por los valores extra artísticos es bastante riesgoso. Es como criticar una novela por el argumento de la misma y no por su valor artístico. De allí estamos a un paso de la intolerancia, velada o directa.

 

Es curioso, pero el filme luego de ser premiado en distintos certámenes, incluyendo Cannes, por estar en la onda woke y tener en el protagónico a una actriz trans, pasó a la orilla de la denostación y el escarnio. Estoy seguro que el escándalo desatado le permitirá ganar más de un Oscar, de las varias nominaciones que tiene. Sus detractores le habrían hecho un gran favor.


Sunday, February 02, 2025

EL CELESTE IMPERIO CONTRAATACA: LA POLÍTICA EN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La presentación en sociedad de la inteligencia artificial (IA) china, llamada DeepSeek, más barata que los modelos occidentales y con código abierto (cualquiera la puede usar y compartir gratuitamente), trajo una bajada en el precio de las acciones de Nvidia (líder mundial en chips para IA) en las bolsas mundiales y justificaciones financieras más o menos creíbles, dependiendo de que lado del mostrador se encontraba quien argumentaba.

 

Lo cierto es que más allá de ningunear a la IA china, si se encuentra o no a años luz de las desarrolladas en Occidente o si ha mantenido un fair play con la competencia (argumento irrelevante y hasta risible frente al nuevo escenario), lo importante es el mensaje político, algo que se olvidó en algunos análisis. No es casualidad que su presentación pública se haya producido a la semana del segundo gobierno de Trump, el cual venía reiteradamente amenazando con el garrote de fuertes sanciones a los productos chinos.

 

Si quieres jugar rudo, atente a las consecuencias. Es lo que se puede leer entrelíneas en el anuncio de la presentación de la IA china. Vale decir que la competencia en la tecnología de punta será feroz y, como van las cosas, quien puede perder es Occidente y en especial EEUU.

 

Algunos sostienen que es “el momento Sputnik de la IA”, aludiendo al lanzamiento del satélite ruso que en los años 50 del siglo pasado inició la competencia espacial entre EEUU y la ex URSS. Lo que se encuentra en duda es si al final de esta guerra EEUU saldrá grande y victorioso, como en aquellos años en que era el hegemón indiscutible en el mundo.

 

Cuando las grandes empresas de Occidente se instalaron en China, esta comenzó a copiar su tecnología, algo similar a lo que hizo Japón luego de la postguerra. Comenzaron a fabricar y exportar productos con marca propia, pero todavía deudores de la tecnología occidental. Ahora, con la IA, el reto que se han propuesto es la originalidad, haciendo virtud de la necesidad frente a las restricciones tecnológicas de EEUU.

 

Mientras los chinos tienen todo el tiempo del mundo, en una suerte de contemplación budista de la eternidad, el gobierno de Trump se sujeta a solo cuatro años, donde si no hace algo efectivo en los dos primeros, cumpliendo algunas de las infinitas promesas electorales que ofreció en su campaña, puede perder la mayoría de las cámaras en las elecciones legislativas intermedias. En el interín Xi seguirá en su trono, como presidente de China, a la manera del dinosaurio de Monterroso.

 

Trump no las tiene todas a su favor, a pesar de los apabullantes decretos con que ha atarantado a medio mundo. Vistas las cosas de otro modo, más parece desesperación y lucha contra el tiempo, que serena estrategia política.

Thursday, January 30, 2025

TRUMP, LA OLIGARQUÍA Y LA DEMOCRACIA

Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


             Aristóteles definía la oligarquía como una forma de gobierno, del gobierno de los ricos, que es tan peligrosa como el gobierno de los demagogos, los que engañan al pueblo, pasándose como sus salvadores, mientras se aprovechan del poder para él y los suyos, como sucede en el caso del gobierno que acaba de reestrenar Donald Trump:

 

“Y como todo populista digno de tal nombre, Trump se rodea de ricos. No será extraño que favorezca a los de su clase social, no solo con bajada de impuestos, subsidio a ciertas industrias, flexibilidad regulatoria, si no participación activa en su gobierno, por lo que estas ayudas van a significar más déficit fiscal y recorte de programas sociales de los que se beneficia gente que, paradójico, votó por él”. (En: Trump againt, https://laescenacontemporanea.blogspot.com/2024/11/trump-againt.html 10.Nov.2024)

 

No era necesario ser adivino para conocer lo que se venía, tomando en cuenta los antecedentes de su primer gobierno y que estamos ante un Trump recargado, que ha aprendido de los errores de su primer periodo. De allí que salga con el pie en alto, con una infinidad de decretos firmados en su primer día de mandato y muchos multimillonarios rodeándolo. No era novedad.

 

Biden tenía razón en los peligros que trae un gobierno de los ricos. Es como colocar al gato de despensero. Muchos programas sociales van a ser recortados, otros desaparecerán, se baja impuestos a favor de los multimillonarios y de paso se les concede generosos subsidios para sus empresas. Su gran enemigo: los inmigrantes ilegales, a los que se ha echado la culpa de todo. A ellos se suma China, a la que ya aplica su garrote llamado aranceles.

 

Trump ni remotamente es liberal como algunos ingenuamente creyeron. Es un mercantilista puro y nato, que someterá a una suerte de nacionalismo aislacionista a EEUU, del cual la nación del norte podría salir más debilitada y con un drástico recorte de su presencia hegemónica en el mundo. ¿El ganador? China, el gran enemigo.

 

En cuanto a América Latina, no creo que le importe mucho. Nos amenazará con el garrote de los aranceles (como a nosotros probablemente lo haga por el puerto de Chancay), pero hace buen tiempo AL cambio de socio comercial. Hasta la Argentina de Milei quiere hacer más negocios con China. Creo que el liberal del barrio ya intuyó que no será el privileged boy de la región como muchos creyeron.

 

Estos primeros días de la administración Trump parecen caóticos, aunque no lo son tanto si se sigue el hilo de la lógica que los anima. O, dicho de otra manera, Trump sigue el precepto del Joker en The Dark Knight: Soy un agente del caos.


Sunday, January 26, 2025

UN MUNDO PARA JULIUS Y SU ADAPTACIÓN AL CINE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La novela Un mundo para Julius (publicada en 1970) consagró tempranamente a Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939). Primera novela publicada (antes había publicado solo un libro de cuentos, Huerto cerrado) y que le valió el Premio Nacional de Literatura, más por razones políticas del momento que por razones estéticas propiamente, consagrándolo no solo en su país natal, si no a nivel internacional, en un momento que, gracias al boom, se veía con mucha atención a la narrativa latinoamericana. Sus mejores obras se encuentran entre los años 70 y 80 del siglo pasado. Aparte de Un mundo para Julius, quizás su mejor novela, es interesante también el díptico semiautobiográfico compuesto por La vida exagerada de Martín Romaña y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, novelas no exentas de humor y del uso recurrido del lenguaje oral, características propias de su estilo desenfadado. A partir de los 90 se “muerde la cola”, repitiendo lo que antes era novedad, e incluso no estuvo exento en el presente siglo de una acusación de plagio por unos artículos periodísticos.

 

Lo interesante de Un mundo para Julius es que la historia se cuenta desde el punto de vista de un niño, a diferencia de las novelas realistas de ese entonces, donde el personaje central era un joven o un adulto. Quizás desde el cuento de Abraham Valdelomar, El caballero carmelo, no veíamos una narración contada desde los ojos de un niño con tanta sensibilidad y emoción. La inocencia de Julius le hace ver las cosas de un modo distinto al de un adulto, lo cual es bien trasmitido en ese lenguaje propio de Bryce. No es necesario haber conocido directamente el mundo de la vieja oligarquía para darse cuenta de su modo de vida, sus manías y, reconozcámoslo, hasta sus bondades, con palacio incluido.

 

El gobierno militar de ese entonces, presidido por el general Juan Velasco Alvarado (1968-75) tomó la novela como propaganda política, considerándola como la obra que “torció el cuello a la oligarquía”. La verdad que era una exageración, pero sirvió para hacerse conocido al por entonces joven Alfredo Bryce Echenique, hijo de esa “malvada oligarquía” que supuestamente había matado.

 

Y decimos supuestamente, porque la novela no buscaba un fin político determinado, si no contar las andanzas y desventuras de un niño que pertenecía a ese estrato social, que vivía en uno de esos palacetes que ya no existen ahora, educado en los mejores colegios de Lima y que abre los ojos a la cruda realidad fuera de su inocente burbuja. Un tanto la vida del propio Bryce de niño, perteneciente a ese mundo del cual, ahora, ya no quedan huellas.

 

Salvando las enormes distancias, Bryce con Un mundo para Julius como Giuseppe di Lampedusa en El gatopardo, describen mundos que ya no existen cuando las novelas fueron publicadas, mundos a los cuales los autores pertenecieron o lo conocieron de muy cerca; de allí la descripción bastante vívida, que “se siente” en los sucesos que describen.

 

De joven Bryce hace la ruta de su contemporáneo Mario Vargas Llosa: en vez de estudiar en el extranjero o en la Católica (regentada por curas en esos años), elige la Universidad de San Marcos. Más “popular”, pero que le hace saber de un Perú ignoto para el autor. Debemos precisar que ese “desclasamiento” es más radical en Bryce que en MVLL, por su procedencia social, de relaciones y de clase. Fácilmente pudo elegir una universidad extranjera para estudiar y seguir el guion de un joven de la vieja oligarquía, pero decide ir a contracorriente del destino que de antemano y de forma inexorable su clase social le había trazado.

 

Si bien las condiciones sociales y económicas de ambos son distintas, coinciden en el viaje de formación a Europa y la larga estancia en el viejo continente. Bryce de preferencia radicará en Francia, donde ejercerá la docencia.

 

***

 

Hace tiempo se extrañaba una adaptación al cine de Un mundo para Julius. Tenemos entendido que en el pasado existieron proyectos, pero ninguno se concretó hasta la puesta en escena de Rossana Díaz Costa en el 2021, quien tiene en su haber la interesante Viaje a Tombuctú (2014).

 

Lo primero que se nota en el filme es la falta evidente de presupuesto para una adaptación que requiere ambientación de época (la novela trascurre en los años 50 del siglo pasado). Rechina esa falta de dinero para, por ejemplo, recrear los viejos palacetes de la antigua Lima o el aeropuerto Limatambo de esos años, más parecido en el filme a la sala de recepción de un dentista que a un aeropuerto propiamente. El presupuesto humilde es bastante obvio, algo que no es culpa de la realizadora. Generalmente las producciones nacionales “de autor” manejan esos presupuestos franciscanos, lo cual se evidencia más por ser una ambientación de época que requiere decorados, trajes, ambientes, propios de la Lima de aquellos, ahora, remotos años.

 

Luego está la adaptación en sí. No podía ser una adaptación literal propiamente porque hubiera requerido un metraje de más de 3 horas de duración (o una miniserie que calza mucho mejor) y no las poco más de hora y cuarenta minutos de la película. De allí que la realizadora eligió una adaptación libre, tomando las ideas centrales de la novela y dejando de lado personajes y escenas. Por eso los personajes se encuentran poco desarrollados, como los hermanos mayores de Julius o la propia Susan, quien al poco tiempo de enviudar se casa con Juan Lucas (un Juan Lucas muy acartonado y poco convincente en el filme, a diferencia de la novela), alguien que no es de la aristocracia propiamente, si no de esa burguesía ascendente que no tendrá títulos nobiliarios, pero sí harto billete. (Hay un cameo del propio Bryce en una de las escenas).

 

Entre la servidumbre, que es fundamental en el desarrollo de la trama, solo Vilma, la niñera de Julius, tiene un desarrollo más o menos adecuado. El resto de personajes entran y salen de escena o tienen un rol decorativo. Como sucedió con los personajes de “la clase alta”, faltó metraje para un desarrollo apropiado de la trama y de los personajes.

 

Hasta donde tenemos entendido, la película estaba concebida solo para televisión, pero, por compromisos y algunos premios de fomento al cine que ganó, se trasladó también a la exhibición en pantalla grande. Como sucede hoy en día con muchas películas peruanas, no atrajo a un gran público y cumplió una breve estancia en salas limeñas. Están muy lejanos los años en que un filme nacional hacía fácilmente medio millón de espectadores.

 

La película no alienta “la lucha de clases” como alguien escribió por allí (tampoco la novela tuvo esa intención). Lo que sí hace es resaltar las diferencias de clase de los que conviven en una misma casa, lo que se remarca en la escena final. El acoso sexual a Vilma por parte de los hermanos mayores de Julius, su despido intempestivo del palacete y su posterior ejercicio del meretricio se encuentran descritos también en la novela. Es cierto que en los años 50 el tema del acoso sexual a las empleadas del hogar no era algo que llamase a escándalo, más bien era parte de la rutina de iniciación de los futuros “dirigentes de la patria” entrenarse sexualmente con las empleadas. (Creo que hasta ahora violentar sexualmente a una empleada doméstica no es materia que llame a escándalo ni denuncia social en los medios, o campañas tipo me too por parte de alguna organización feminista).

 

Ojalá en una futura adaptación de la novela podamos apreciarla en todo su esplendor, como se merece. No es difícil adaptarla, si la comparamos con novelas complejas como las primeras de Mario Vargas Llosa, pero Un mundo para Julius requiere para ser llevada al cine de un presupuesto respetable y un poco de inteligencia y de sensibilidad.

Sunday, January 19, 2025

GRANDES MIRADAS. LA VENGANZA COMO MOTIVO DE VIDA

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


La novela Grandes miradas (2003) se publica en el contexto de la difusión de los llamados vladivideos y la implosión, hacía poco, del gobierno fujimorista. La sociedad peruana realizaba una suerte de catarsis mental y de exorcismo social. Aparte de visionar por los noticieros los videos incautados a Montesinos, ese mismo año se publicaba el informe final de la Comisión de la Verdad sobre la violación a los ddhh en la lucha contra el terrorismo. La novela dio pie a una interesante película de Francisco Lombardi titulada Mariposa negra (2006).

 

El marco social lo sitúa el autor en los años finales del régimen fujimorista, próximo a caer. El régimen tiene comprados a medios de comunicación, políticos, periodistas, jueces, empresarios, que lo sostienen contra viento y marea.

 

Pero, la novela no va por un diagnóstico del régimen y cómo impacta en sus diferentes segmentos sociales a la manera de Conversación en la Catedral, sino que usa el marco social y político como referente para desarrollar una historia de amor y venganza (según el autor, basada en una historia real). Gabriela, una profesora de colegio, va a contraer matrimonio con el juez Guido Pazos, quien es asesinado por órdenes de Montesinos, al oponerse a exculpar de un delito a un personaje cercano al régimen. El asesinato es cubierto por la prensa chicha o sensacionalista como un crimen homo pasional.

 

Gabriela quiere saber la verdad. No se cree la historia del crimen pasional. Conoce que su novio era una persona íntegra, ejercía la magistratura como un sacerdocio laico, y creía en el derecho como medio civilizatorio para resolver los conflictos, estando determinada a llegar a las últimas consecuencias, por más dolorosas que sean.

 

En ese sentido, Gabriela es un personaje trágico. Ella sabe que su venganza la llevará a un camino sin retorno. Conocer la verdad es más duro que estar adormecido por la mentira o la resignación. Se sumerge en lo más hondo del estercolero humano con el único objetivo de la venganza. Es un alma pura que se contamina para poder cumplir con su plan trazado.

 

Su novio, el juez Guido, es el arquetipo del hombre justo, el cual, como todo justo, se debe cuidar de la iniquidad de los hombres que lo rodean. Guido también sabe el destino que le espera por no cumplir las “órdenes” de sus superiores, destino que, como buen estoico, lo acepta sin lamentaciones, como parte del sacerdocio que ha abrazado. Es consciente que se juega la vida, pero pueden más sus ideales de justicia y búsqueda de la verdad que la intimidación o el soborno.

 

En contraposición, tenemos la maldad pura encarnada en un Vladimiro Montesinos como esencia del mal y quizás por eso poco creíble en el diseño del personaje. Cuando se dibuja un personaje como enteramente diabólico (o su contrario, enteramente angelical), se cae en el maniqueísmo y la irrealidad, y, por tanto, en su poca credibilidad. Quizás una dosis de distanciamiento no habría caído mal, pero estamos en 2003, donde se vivía ese ambiente de exorcismo y rasgarse las vestiduras que apuntamos líneas arriba. Por lo demás, personajes como el Fujimori de la novela están descritos como seres dubitativos y dependientes al extremo del asesor en la sombra, que sin este se encuentra perdido, algo difícil de creer conociendo mínimamente la historia del ex presidente (con buen criterio, en la adaptación al cine se eliminó esta parte de la novela por ser poco convincente).

 

Por otro lado, Alonso Cueto hace un abuso del deus ex machina, es decir de los artificios sacados del sombrero para ayudar al personaje en su cometido. Así, Gabriela consigue entrar fácil y en poquísimo tiempo al círculo íntimo de Montesinos (algo difícil de creer conociendo mínimamente un servicio de inteligencia), gracias a la directora de una academia de secretariado, lesbiana para mayores señas, con la cual se acuesta y que recluta jóvenes bonitas de su academia para el asesor; o el rocambolesco rescate de la protagonista de las mazmorras del SIN ayudada por uno de sus captores y el secretario de su difunto novio. (Hasta donde se tiene conocimiento, era prácticamente imposible salir del Servicio de Inteligencia sin contar con los permisos adecuados, menos si la persona se encontraba detenida). No obstante ello, Gabriela se convierte en un ángel vengador que haría palidecer a La novia de la película Kill Bill. Cueto se saca con un facilismo conejos del sombrero, que estamos más ante un prestidigitador que ante un serio escritor realista.

 

Se nota igualmente que tiene un desconocimiento de los mecanismos procesales en un juzgado. El personaje de Guido Pazos es un juez de primera instancia, por lo que no emite un informe en un caso determinado como se describe en la novela, sino una resolución que puede ser condenatoria o exculpatoria al acusado por un delito, pero ni remotamente es un informe. Igualmente, esas resoluciones no son definitivas, debido a que el inculpado puede apelar la resolución en segunda instancia, y estando a órdenes de Montesinos casi todo el Poder Judicial, muy seguramente que en la Corte Superior la revocaban y quedaba libre de toda sospecha. No era necesario “matar al juez”, recurso melodramático que, aparte de ser muy llamativo, era innecesario, bastaba con trasladarlo a una provincia remota para que no colisione con los intereses del gobierno, colocarlo en un cargo inocuo o “aburrirlo” para que renuncie, y se libraban del mismo, como sucedió en los hechos a tantos magistrados incómodos al régimen.

 

Dicho sea, preferimos mucho más el final de la protagonista en la película de Francisco Lombardi, donde esta, ante el fracaso de su venganza, se pierde en el anonimato de tantas personas desaparecidas en aquellos años, que el rocambolesco desenlace en la novela de Cueto, más de folletín o de telenovela.

 

Son detalles que dicen de una “novela realista” (recordemos como Flaubert se documentaba hasta en los menores detalles para escribir sus novelas), donde Cueto se dejó llevar más por la pasión de la época que por una mirada serena y adecuadamente documentada. En resumen, filias y fobias del autor lastran la que pudo ser una interesante narración.

 

No obstante ser una novela fallida, pero de interesante ángulo sicologista, todavía se encuentra pendiente la gran novela sobre el decenio fujimorista. Esa novela total, como la que escribió Mario Vargas Llosa con respecto al régimen de Odría.


* Alonso Cueto: Grandes miradas. Edición consultada: Edición Debolsillo, 2018, 403 pp.

 

 

Sunday, January 12, 2025

¿EL OTOÑO DEL PATRIARCA?

 Eduardo Jiménez J.

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@ejj2107


No sé si Nicolás Maduro habrá entrado en el otoño de la dictadura que preside, personalmente lo dudo; pero lo evidente es que la gran mayoría socialista y progre del continente que vio ilusionada el socialismo del siglo XXI, ahora se encuentra en un modo oposición o de franca indiferencia. Hasta Lula, el gran amigo de Chávez, ha pasado a considerar a Maduro como un dictador.

 

Son esos romances que terminan en desilusiones desgarradoras luego de un tiempo, solo que en política obedece más a un cálculo racional que a un apasionamiento desmesurado. Ergo, mientras existía petróleo barato de Venezuela o créditos blandos a los países amigos del régimen, todo se pasaba; ahora que es la temporada de las vacas flacas se notan más los defectos.

 

En 1999, cuando Hugo Chávez asume la presidencia, se produjo en el continente un revival de la ilusión del regreso de la leyenda del paraíso, bajo el nombre de “socialismo del siglo XXI”, ilusión compartida por los millones de venezolanos que votaron por Chávez, muchos ahora en la diáspora o muertos.

 

Mientras hubo dinero para los enormes subsidios, la ilusión continuó. Terminado, comenzó la dura realidad y que ocho millones de venezolanos se hayan ido no solo por falta de oportunidades en su país (salvo ser amigo del gobierno), si no por carecer de lo más básico para vivir.

 

Algunos especulan que con Trump en la presidencia de EEUU, puede presionar más fuerte a la dictadura, y, por añadidura, teniendo a Marco Rubio en la secretaría de estado. Es probable, aunque todo depende de si Trump cede o no a las demandas de las petroleras yanquis, que sugieren dejar más o menos tranquilo a Maduro y aprovechar el petróleo veneco, a precio de ocasión, y, por demás, hipotecado a los préstamos concedidos a la dictadura en dinero o en armamento por China, Rusia, Irán y otros “países democráticos”. Al final de cuentas, creo que la esperanza de que Trump voltee la balanza a favor de la oposición es eso: solo esperanza. No será la primera vez que la política exterior norteamericana priorice los negocios de las empresas norteamericanas a la democracia y los ddhh.

 

En un artículo anterior sosteníamos que iba a ser difícil hacer caer a Maduro, salvo que se produzca una implosión del régimen por ambiciones o deterioro en la cúpula del poder. Aparte que Maduro cuenta con el servicio de inteligencia cubano, uno de los mejores de la región, y se encuentra al tanto de lo que hace o no hace la oposición. Pero en especial Maduro se cuida de su entorno, esos generales a los que ha dado enormes prebendas para que no se le amotinen, siguiendo el consejo de Michael Corleone: ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos.


Sunday, January 05, 2025

UN INTELECTUAL SUBDESARROLLADO

 Eduardo Jiménez J.

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@ejj2107


Es el calificativo que le endilgó Mario Vargas Llosa (MVLL) a Luis Alberto Sánchez (LAS) en sus memorias El pez en el agua. (“Pero, en verdad, ella adolece [se refiere a una obra de Sánchez] de las mismas deficiencias que los numerosos libros de ese buen escritor subdesarrollado, para lectores subdesarrollados, que ha sido Sánchez.” El pez en el agua, p. 353, Ediciones Debolsillo, 2021, en cursiva y negrita nuestro).

 

Era un desdén al político disfrazado de menosprecio al intelectual. Como muchos de su generación, MVLL tuvo que optar entre ser simpatizante (o militante) del aprismo o ser antiaprista (algo similar a lo que sucede ahora entre ser fujimorista o ser antifujimorista). En el caso de MVLL su animadversión por el partido aprista se agravó por filiación familiar. Luis Bustamante y Rivero era familiar suyo y su gobierno (1945-48) fue torpedeado por sus propios socios apristas. El abuelo Pedro no consiguió un cargo público (que tanto lo necesitaba por razones económicas) en el segundo gobierno de Prado (1956-62) por veto del partido aprista (socios de Prado). Ya no hablemos de la cerril oposición por parte del Apra a la candidatura de MVLL a la presidencia de la república en 1990, y que en cierta manera hizo que perdiera aquella crucial elección. Según sus estereotipos, los apristas no eran “gente decente”.

 

LAS era un intelectual y prolífico escritor, pero también un político activo en las filas del Apra, único partido en el cual militó a lo largo de su dilatada vida. Tenía, como muchos políticos de entonces en América Latina, esa doble condición que en la actualidad es raro de ver: la de hombre de acción e intelectual.

 

Es cierto que encarnaba las virtudes y defectos del intelectual peruano y latinoamericano en general, que no pisó universidades europeas ni como alumno ni dictando cátedra, que no tuvo “el roce” con las últimas teorías que se debatían en Europa, como sí lo hizo MVLL desde muy joven. Las dificultades y distancias de la época (era toda una odisea viajar al otro lado del mundo), hacía casi imposible un viaje de estudios a Europa, con mayor razón si aparte de ser intelectual se era un político de vida azarosa, perseguido por la dictadura de turno. Luego de alguna deportación, a lo sumo, se conseguía una plaza como docente en alguna universidad de la región.

 

Asimismo, la producción intelectual de LAS también era variada. Hay de todo. Como MVLL, fue un escritor bastante prolífico, que dedicó su vida entera a la política y a escribir artículos periodísticos y libros de distinto signo, muchos ahora inubicables. Las persecuciones políticas de aquellos años hicieron que escribiera gran parte de su obra “de memoria”, al dejar, por el exilio, bibliotecas enteras lejos de su país natal. De allí también las inexactitudes que tenían sus publicaciones, aunque no exentas de miga y “chisme”, algo innato en los limeños.

 

Pero, el epíteto de “intelectual subdesarrollado” (y su correlato de “intelectual barato”) crea en quien lo esgrime la figura de la superioridad académica frente al injuriado. El injuriante, por oposición, se coloca en un plano de superioridad moral, lindante con la pedantería, que, desde las alturas del parnaso intelectual, descalifica a quienes no se hayan en su nivel. Aunque hay que recordar que más de una publicación del propio MVLL entraría dentro del calificativo que esgrimió a su oponente por la falta de calidad artística, como sucede con muchas de sus novelas, francamente olvidables. Vamos, que ni siquiera un Nobel puede hacer obras maestras siempre.

 

La pedantería y el desprecio no se quedó solo en el “intelectual subdesarrollado”, sino el agravio recayó también en sus lectores (“…ese buen escritor subdesarrollado, para lectores subdesarrollados…). Vale decir que quienes leen a Sánchez son lectores de tercer nivel, dignos de telenovelas o melodramas baratos. Obviamente no era así. Muchos intelectuales serios también consultaban las obras de LAS por la abundante información que contenían y ser el autor testigo privilegiado de la vida política peruana de casi todo el siglo XX, algo inusual en muchos escritores.

 

Tampoco era un “intelectual barato”, entendido como aquellos intelectuales que ponen su pluma al servicio del poder. Que los hay, los hay, pero LAS no entraría en el calificativo. Como político, solo militó en un solo partido toda su vida: el Apra. Jamás puso su pluma al servicio de dictaduras o de otros partidos políticos que no fueran el Apra. Es cierto que como político fue bastante cazurro, sabía manejar muy bien los resortes de la política local, pero de allí a alquilar su pluma a quien estaba en el poder, distó mucho. Es más, como muchos políticos de aquel entonces, para los cuales la política era una vocación de servicio, sufrió más de una deportación por la dictadura de turno contra el Partido Aprista. Eso sí fue un exilio, no lo que MVLL definía para sí mismo su estancia europea, más de mejores condiciones de trabajo para su labor como escritor, que de exilio propiamente.

 

En cuanto a sus libros, a LAS le pasó lo que a otros intelectuales peruanos luego de muertos. Su obra quedó gradualmente en el olvido. Muchas veces el cónyuge o los hijos, que son los herederos legales de los derechos de autor, no tienen la preocupación ni el interés de volver a editar las obras del escritor, salvo contadas excepciones, por lo que sobre esta recae un manto de olvido. Tampoco tenemos muchas instituciones sin fines de lucro o editoriales que se animen a la publicación de las obras completas de un autor fallecido. Hay una regla inexorable: escritor muerto ya no vende libros en igual cantidad que un escritor vivo. Autores peruanos ya fallecidos son inencontrables en librerías, salvo que se consiga con suerte en alguna de segunda mano. Es el triste final de los escritores nacionales.

 

Más que de “intelectuales subdesarrollados” habría que hablar de escritores que han trascendido a su época y se siguen leyendo por las sucesivas generaciones versus los mediocres, aquellos que en su medianía no resistirán el paso del tiempo (por más que tengan padrinos poderosos). No importa si bebieron o no de los últimos “ismos” de la moda imperante o publicaron en editoriales de primer nivel. Son muy pocos los que sobreviven al paso del tiempo. Incluso el propio MVLL es consciente que muchas de sus obras menores se perderán en el olvido y apenas una o dos novelas lo sobrevivirán.

Sunday, December 22, 2024

¿SE DETUVO LA GLOBALIZACIÓN?

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Lo que comenzó con mucho optimismo y anunciado como panacea para la humanidad treinta años atrás, hoy parece sufrir el desencanto de la madurez.

 

Fruto del fin de los bloques hegemónicos tras el derrumbe de la Unión Soviética, de la cercanía del mundo que traía el internet y de una visión liberal que planteaba el libre comercio irrestricto, hoy parece ser cuestionada en cuanto a resultados.

 

No fue la primera globalización que como planeta hemos tenido. 1492, con el descubrimiento de América, fue otra globalización que trajo un gran tráfico comercial y económico intenso, y sobre todo cambio de paradigmas.

 

Pero esta que vivimos repercutió en todo el mundo, casi al mismo tiempo. Desde el hemisferio norte al hemisferio sur, desde occidente hasta oriente, y viceversa. Nunca antes la frase “el mundo es un pañuelo” tuvo cabal significado. China comenzó a tener una presencia hegemónica en el comercio y la economía mundial, dejando poco a poco relegadas a las grandes potencias dominantes de Europa. La India le sigue los pasos y los BRICs buscan constituir un bloque hegemónico. En ese contexto, Estados Unidos lucha por no quedarse atrás y todavía es una incógnita si en el siglo XXII seguirá siendo una gran potencia o correrá la suerte de sus pares europeos.

 

Frente a ello ha surgido una resistencia a la globalización, manifestada en nacionalismos de distinto calibre. Desde los xenófobos hasta los que plantean regresar a la protección a las industrias locales. Se da no solo en países del llamado tercer mundo, sino en naciones que son potencia como EEUU, donde sectores conservadores echan la culpa de la falta de empleo para los “wasp puros” (los blancos que llegaron en el Mayflower en el siglo XVII) a los migrantes. El eslogan “hagamos de nuevo grande a América” es reaccionario y busca un regreso a un aparente orden idílico. Algo así como los precolombinos que, luego de la conquista, buscaban el regreso del inca y la vuelta a una arcadia. Populismo por donde se le mire (y hasta de un peligroso fascismo).

 

América Latina no se queda atrás con estos planteamientos, y cada cierto tiempo surgen gobiernos autoproclamados nacionalistas o que plantean mano dura contra los migrantes. Hemos pasado en estos años desde la abstención por algunos estados de firmar tratados comerciales hasta políticas proteccionistas a la industria o elevación de los requisitos de entrada a los migrantes. Como colofón AL sufre la última diáspora que presencia la humanidad con alrededor de ocho millones de venezolanos que han salido de su patria en busca de mejores oportunidades, cortesía de la (ahora sí) dictadura venezolana.

 

Todo ese panorama ha producido un desencanto con la globalización, que, si bien no ha parado, pero se produce sin tanta fanfarria como antaño. Como que no solucionó los problemas más urgentes y más bien agravó otros. Ahora se dice que será la inteligencia artificial la que dará un impulso a la globalización. Va a traer una suerte de nueva revolución industrial, sin duda, aunque soy escéptico con las bondades absolutas que algunos pregonan.

 

Todo ello hace presumir que la globalización no se ha detenido, pero ya no tiene el encanto de hace treinta años. Ya no es un niño ilusionado, sino un adulto con certezas, pero también con desencantos, dudas y experiencia.

 

Y nosotros, en América Latina, ¿cómo vamos?

 

Como siempre, de tumbo en tumbo. De esperanzas a frustraciones y de frustraciones a esperanzas. Lo que sí ha crecido es el crimen organizado en prácticamente toda la región, y la corrupción se ha normalizado, añadida como un costo del mercado. En políticas de desarrollo, salvo excepciones, la mayoría de países entra en contradicciones cortoplacistas, sin políticas sostenidas a largo plazo, y creyendo que una nueva constitución será el ábrete sésamo de la prosperidad para todos. Todavía estamos en la adolescencia.


PD: Regresamos en Enero.